Estaba liderando la reunión en la sala de juntas de Vogue, sintiendo el peso de la alta costura y la presión mediática. A mi lado, Mara tomaba notas con una concentración admirable. Frente a nosotras estaban Rebeca, Max y el resto del equipo. A la cabeza de la mesa, con una compostura impecable, estaba Víctor, el representante de Neo Ghost. Y al fondo estaba Diana, con cara de aburrida viendo sus uñas sin prestar mucha atención.
—...Así que, la intención es mantener un ambiente orgánico y underground —expliqué, señalando las imágenes en la pantalla—. El vestuario será una mezcla de alta costura con piezas vintage, y el contraste con el ambiente natural del Central Park. Para Leonish y Diana, queremos capturar esa dualidad que hace a Neo Ghost tan único, con un enfoque en la moda de invierno de transición.
—Phoebe, me parece un concepto fascinante —intervino Víctor, con esa pausa dramática que usaba para recalcar cada sílaba importante—. Pero con todo el asunto de la prensa...
Hizo una pausa significativa que resonó en toda la sala.
—...¿Están seguros de una locación tan expuesta como el Central Park? Las declaraciones de Leonish sobre Mara han encendido un fuego que no se apagará tan fácilmente, y no queremos que un paparazzi arruine una sesión que promete ser épica.
Rebeca asintió, su rostro severo.
—Víctor tiene un punto. Nuestra prioridad es la discreción y el resultado. El circo de ayer en la entrada fue suficiente.
Sentí un nudo en el estómago y miré a Max, buscando apoyo. Él entendió la señal inmediatamente.
—Víctor, el parque es enorme —dijo Max—. Podemos cercar la zona del rodaje. Es un área que se puede cerrar con discreción y, con un poco de seguridad extra, no deberíamos tener intrusos que no sean del equipo.
—Aprecio el ingenio, Max, pero no me quiero arriesgar, por muy VIP que sea —respondió Víctor, con una sonrisa tensa—. Sugiero cambiar la locación. Algo más privado, tal vez en el estudio.
—¡No podemos sacrificar la atmósfera invernal por un estudio, Víctor! —repliqué de inmediato, sintiendo la adrenalina—. La luz natural y el paisaje de invierno son claves para el concepto que acordamos con Rebeca y el equipo.
Hice una pausa. Mi mente corrió a toda velocidad. Se me ocurrió un lugar perfecto: un pueblo pintoresco al norte de la ciudad que solía visitar. Teclee rápidamente en el buscador de mi tablet.
—¿Qué tal si nos vamos de la ciudad? —pregunté, deslizando mi tablet para mostrar las fotos a Rebeca—. Conozco un pequeño pueblo con casas de piedra y un paisaje invernal que haría que las fotos se vean perfectas. Sería un lugar discreto, menos esperado y donde podríamos controlar el acceso fácilmente.
Rebeca revisó las fotos con interés, pude ver como una pequea sonrisa se dibujo en su rostro.
—Me encanta. Es un toque bohemio y romántico. Víctor, ¿qué le parece esta propuesta?
Víctor tomó la tablet y estudió las fotos durante un momento. Finalmente, asintió.
—Me gusta. Es inusual y aleja el drama mediático de Nueva York.—Se enderezó en su asiento, volviendo al tono puramente profesional. —Por nuestra parte, contrataremos seguridad extra para el traslado y la locación. Y, por favor, Rebeca, vamos a necesitar que todo el personal involucrado en la sesión, incluyendo estilistas, asistentes y la modelo, firmen acuerdos de confidencialidad. No quiero filtraciones.
—Totalmente de acuerdo —dijo Rebeca, asintiendo —. Quiero la mayor discreción posible para que esta sesión no se arruine.
Con el acuerdo cerrado, la tensión profesional se disipó. Los otros miembros del equipo se levantaron, recogieron sus cosas y se marcharon.
Antes de que Max saliera camino hacia mi.
—Bien echo Phoebe— dijo con una sonrisa ligera para luego salir de a sale de juntas, dejándome sorprendida.
Solo quedamos Rebeca, Víctor, Mara, y yo.
Víctor se volvió hacia Rebeca con una expresión de disculpa.
—De nuevo, Rebeca, me disculpo en nombre de los chicos por hacer de la entrada de Vogue un circo. No era nuestra intención.
Rebeca, que rara vez mostraba debilidad, pareció un poco deslumbrada por la cortesía de Víctor.
—No te preocupes, Víctor —dijo, restándole importancia—. Es la naturaleza de la bestia.
—Aun así, ya llamé a seguridad extra para ayudarles a deshacerse de los reporteros que queden en la calle. Cualquier cosa que necesite, no dude en llamarme.
Víctor le entregó una tarjeta de presentación con su número personal. Rebeca la tomó con una sonrisa que no había visto en ella en meses.
Cuando salimos de la sala de juntas, Víctor nos hizo un gesto a Mara y a mí para que esperáramos.
—Un segundo, chicas.
Se dirigió primero a mí.
—Phoebe, primero que nada, disculpa por la locura con la prensa. Créeme que con los días todo se irá calmando.
—Lo sé, no te preocupes, estoy bien —dije, sintiéndome ya un poco más tranquila.
—Y en un esfuerzo por acelerar ese proceso y calmar a la gente... ¿qué te parecería participar en un live con Aron? Algo corto, para responder algunas preguntas y calmar la curiosidad de los fans y la prensa.
—No sé qué responder —dije, siendo honesta, un tanto nerviosa.
Hacer un live era demasiada exposición para mi.
—Tómate tu tiempo. Piénsalo y luego me das una respuesta —dijo, sonriendo ligeramente.
Luego, miró a Mara y su rostro se suavizó.
—Mara, me disculpo por arrastrarte a este drama. Ya hablé con Leonish y con el representante de Duncan para tratar de solucionar esto.
—No se preocupe —dijo Mara, como siempre, tímidamente—. No quiero ser una molestia.
Víctor le sonrió.
—No eres ninguna molestia. Leonish, sin embargo, sí es un dolor en el trasero.
Mara soltó una peuqñacarcajada. Víctor se puso un poco más serio.
—Sé que tú y Leonish se verán hoy. Cualquiera que sea la decisión que tomen, por favor, comuníquemela a mí antes de hacer una locura. Te ves más racional que Leonish, así que hazlo entrar en razón.
Mara se sonrojó completamente.
—Lo haré —asintió.
Víctor se fue. Mara y yo nos dirigimos en silencio al estudio. Mientras caminábamos, no pude evitar mirar la hora en mi teléfono. Me sentía emocionada; cada vez mi fin de semana con Aron estaba más cerca. No podía ocultar esa sonrisa tonta en mi rostro.
Miré a Mara, que estaba visiblemente nerviosa por su encuentro con Leonish.
—¿"Hazlo entrar en razón"? —dije, riéndome.
—¡Cállate! —me dijo Mara, empujándome suavemente—. Me muero de nervios. ¿Qué se supone que me dirá? ¿Qué se supone que debo decir?
—Lo único que tienes que hacer es ser tú misma —le respondí, sonriendo—. Y escuchar.
—Ser yo misma y escuchar... —repitió varias veces, nerviosa, y me reí.
—¿Duncan te ha vuelto a escribir? —pregunté, curiosa, ya que el drama del "triángulo" estaba lejos de terminar.
—Se puede decir que como amigo —dice Mara, y levanté una ceja.
—¿Amigos? —pregunté, incrédula, y Mara se sonrojó.
—Sí, amigos, Phoebe —dijo, cruzándose de brazos—. Dijo que quería conocerme, que le gustaría que pudiéramos ser amigos, aunque sea.
—¿Y te dijo algo por la declaración de Leonish?
—De hecho, me dijo: "Espero que no me dejes de escribir si decides salir con Leonish."
—Duncan es bastante diferente a lo que pensé que sería —dije, con mi mano en mi barbilla.
Para la prensa, Duncan era un playboy como Leo, con la diferencia de que él sí había estado en relaciones estables. Pero en realidad, era bastante dulce.