El Odin Teatret es una compañía teatral de origen danés fundada y dirigida por el italiano Eugenio Barba. Durante su estadía en Montevideo, Uruguay, tuvimos la oportunidad de dialogar con el creador italiano y con la actriz Julia Varley, integrante del Odin casi desde sus comienzos, hace 49 años. Lo que se reproduce a continuación es dicha entrevista.
ALEXIS: Son muchos años trabajando juntos…
JULIA VARLEY: Desde el 76.
ALEXIS: ¿Qué ha cambiado en tanto tiempo?
JV: Una cosa esencial que cambia es que con los años los actores somos mucho más responsables de lo que producimos. Eugenio siempre ha sido un director que trabaja con lo que ve, pero al inicio él era más presencial en las primeras fases de construcción mientras que ahora los actores preparan mucho material y después Eugenio corta lo necesario y le da sentido a la obra. Cuando hicimos El sueño de Andersen produjimos tanto material que después, como todo se reduce a una hora, no quedó casi nada. Como actores tuvimos un momento de rebelión (risas)… Lo otro que ha cambiado es que Eugenio no es tan duro como antes, pero está más impaciente, tal vez porque tenemos menos tiempo que antes. Hoy día nos damos cuenta de que es un privilegio enorme poder quedarnos en sala a ensayar.
EUGENIO BARBA: Cuando el Odin (Teatret) comenzó, en Noruega, éramos un grupo de actores sin experiencia y sin conocimiento de nada, desde el comienzo hubo una intención de acceder a mecanismos que nos permitieran llegar a un alto nivel de eficacia artística, llegar al espectador y decirle algo relevante. Pasaron muchos años y hoy la diferencia es que logramos construir un ambiente con personas que se quedaron todo este tiempo, durante toda su vida artística. Lo que antes era un teatro piramidal, conmigo como cabeza del espectáculo, hoy se ha vuelto más una situación de mesa redonda donde observo las batallas personales de cada uno de los actores, quienes además son pedagogos y directores de sus proyectos. Así que de un lado tienes una estructura muy atada a su director y del otro un ambiente profundamente anárquico.
ALEXIS: ¿Cómo encontrás el límite entre lo que vos proponés y lo que Eugenio necesita?
JV: Hay que evitar discutir. Si veo que algo no funciona tengo que buscar otra propuesta. Sé que tengo que ofrecerle a Eugenio un abanico de posibilidades. Cada uno de los actores en Odin trabaja de manera diferente y eso genera reacciones diferentes en Eugenio. Iben (Nagel Rasmussen) por ejemplo, necesita más autonomía y Eugenio interviene solo al final con pequeños detalles. Sofía (Monsalve) necesitó mucha más atención, porque era nueva y era su momento de crecer en el grupo. Tage (Larsen) y Jan (Ferslev) son dos actores que llegan tarde, como quien dice, en los últimos momentos de la composición es cuando empiezan a florecer, a andar. Roberta (Carreri) y Kai (Bredholt) son actores muy propositivos, pero en una línea que nos sorprende y que al comienzo parece que no va a funcionar y luego termina siendo importante. El trabajo de Kai para La vida crónica fue muy importante para darle forma al espectáculo.
ALEXIS: ¿Cómo se relaciona el arte con la política?
JV: La relación con la polis es muy importante, es apasionante cómo descubres esta relación con la historia a través del trabajo que te interesa como actriz. Sigues unos temas y de ahí descubres un mensaje, una asociación. Hay un punto de salida y desde ahí todo fluye, claro que eso se va desarrollando… Yo nunca había pensado ser una mujer chechena[1], por ejemplo. Eso sucedió a través del trabajo y la relación con la política es fundamental para el mensaje.
EB: Nunca el Odin fue políticamente partidario, en cada situación el adversario es diferente. Por ejemplo, en los años 70 y 80 estábamos en contacto con teóricos de la teoría de la liberación en Chile pero, en Europa, cuando estuvimos en la Unión Soviética, lo hicimos en la casa de los disidentes contra el régimen comunista. Incluso años antes habíamos estado con comunistas. No es la ideología la que decide donde está el adversario.
ALEXIS: ¿Podríamos decir que el Odin Teatret no es militante, entonces?
EB: Comprendo bien que en algunos casos uno se vuelve militante. En mi origen existía una militancia política, yo era emigrante y no hombre de teatro. Después estuve 4 años en Polonia, que era un régimen socialista en el que vi tortura, censura, represión. Vi que los ideales eran usados por políticos cínicos y esto cambió mi visión de la política. Lamentablemente no cambió la situación del mundo porque la injusticia aún existe. ¿Cómo luchar contra eso sin pasar por cínico, insensible o decepcionado? El teatro fue lo que yo escogí para hacer política con otros medios…