Si nuestros cuerpos pudieron danzar al mismo compás, ya no lo sabremos. Si mi alma pudo ser desnudada por sus ojos y moldeada por sus manos, ya no podré sentirlo.
Cuantas palabras pudieron salir de mi boca en el dialecto de su compresión. Cuantas otras retenidas entre mis labios por los suyos.
El vacío que ahueca mi alma no es por lo robado ni por lo perdido, sino que es aquel que nunca fue llenado y que duele, cuando hace frío en mi.