Esa noche ignoré varias cosas de las cuales me di cuenta al momento de percibir la tensión en la mesa de la cafetería de la universidad.
Catastrófico.
Éramos cuatro sentadas en la mesa rectangular, al lado de mí estaba la chica número tres del grupo, con una melena suave, larga hasta las caderas y achocolatada. Con un vestido floral junto a una mini chaqueta. Se veía encantadora. Y parecía ser la única a la cual no le importaba el ambiente de todas.
Al frente de mí, Suha comía en silencio y sin ningún tipo de expresión, pero el mal humor se le notaba a leguas. Y al lado de ella le seguía de la misma manera la chica número cuatro. Que intuyo que su mal humor provenía del hecho de ser la chica que le gustaba Taehyung.
Las dos vestían adorables la verdad. Suha portaba una linda diadema rosa en conjunto de una falda lisa y blusa que dejaba al descubierto sus hombros. La chica número cuatro en este caso, su cabello de mechas amarillas estaba recogido en una cebolla, tenía puesto un overol celeste de pantalón corto y la camisa debajo blanca.
Comí con más gusto los bocados del platillo de Dakdoritang o mejor dicho guiso de pollo picante acompañado de arroz. Para mí, el tener personas con buen gusto a la moda hacía que disgustara de mejor manera la comida.
Sin embargo, esto no podía continuar así. De todas maneras, debía aligerar el ambiente empezando con Suha, con suerte ella soltaría el nombre de la chica número cuatro. Suelo olvidar su nombre junto a la tercera.
—¿Por qué la cara larga Suha? No te verás bonita si andas con una carita gruñona~ —canturreé realizando un puchero y entrecerrando ligeramente los ojos.
El sonido de la cuchara ser dejada abruptamente en la mesa resonó, provocando que sobresaltara en el sitio y parpadeara sorprendida por la acción de Suha.
—Estoy cansada Misuk. —clavó con molestia sus ojos en mí.
Ladeé la cabeza al no comprender el porqué de su acción y palabras. Pero una idea revoloteó en mi cabeza. —Sí, es probable sentirse cansada de darle vueltas a la situación que pasó aquella vez. Pero no te preocupes, a Min Yoongi no pareció tomarle importancia. —Sonreí para intentar subirle los ánimos, pero poco a poco la fui borrando al darme cuenta de su semblante.
—No me refiero a eso Misuk. Deberías saber de lo que hablo, de todas formas así como me avergoncé frente a Min, también di mi opinión respecto a ti —soltó despectiva.
Parpadeé varias veces y nuevamente di énfasis en mi cabeza a aquellas palabras de las cuales ignoré.
«Tú también eres una maldita, Barbie»
—Pe-pero, no le tomé importancia porque estabas borracha, no sabías lo que balbuceabas.
Suha resopló con fuerza y se levantó agarrando su bandeja. —No Barbie —farfulló casi gruñona—. Esas palabras fueron sentidas. Estamos cansadas de ti y tu forma de ser, siempre criticando nuestra ropa y sintiéndote superior por sólo ser hija de unos prestigiosos cirujanos. Ni siquiera sabes el nombre de Suni y Haneul. Ayer ellas no quisieron venir por ti, pero yo me quedé para no dejarte plantada porque te tuve lástima. Ahora me arrepiento, debí dejarte allí mismo para no ver lo perra que eres —terminó sus palabras y anduvo de prisa. Seguido de eso se levantaron chica nú... No, Suni fue la primera en seguirle el paso. Y Haneul, que aún estaba a mi lado, me sonrió con pena. Limpió sus comisuras con una servilleta y terminó siguiendo el mismo camino de las otras dos.
Decir que fuimos el blanco de todas las mesas sería una vil mentira. En realidad Suha tuvo consideración quizás conmigo de no elevar la voz en su discurso de desprecio hacia mí. Sólo las más cercanas estuvieron pendientes del espectáculo. Probablemente esperando que nos agarraramos a los puños.
Inhalé profundamente e intenté calmar los rítmicos latidos que comenzaron a acelerarse en cuánto Suha se levantó. Volví a comer como si nada hubiera pasado. Porque eso fue lo que pasó, nada. Temí más llevarme una mala imagen o meterme en quizás una pelea y que de alguna manera llegara a los oídos de mis padres.
Aunque... Si sentí pesar en el corazón porque el único grupo con el que hablaba ahora se esfumó. Creo que de cierta forma me lo veía venir. No era tan tonta como aparentaba, sabía captar ciertas señales y es que, ellas a veces no solían sentirse cómodas a mi alrededor. De vez en cuando las observaba de lejos riendo, cuchicheando entre sí y al momento de acercarme, el semblante les cambiaba a uno un poco más serio, pero lo intentaban disimular.
Sí, quizás también tuve algo de culpa al no aprender bien los nombres de las otras dos... Agité la cabeza para apartar esos pensamientos. Eso ya no importaba. Estaba bien. No las necesitaba, es mejor estar sola que mal acompañada. Y mi propia compañía bastaba y sobraba.
Es más, lo importante era el hecho de que debía avanzar con el plan de obtener a Kim Taehyung como mi novio falso temporalmente. Lo lamentaba por Suni, pero lo necesitaba urgentemente. De esto dependía retrasar lo más que pudiera una conversación de matrimonio. Porque sí, aunque mis padres disfrazaran las palabras con que conociera a cierta persona —y arrastrando un historial de todo lo bueno que le gustaba a ellos—, era una forma de acelerar el hecho de contraer nupcias y ser parte de otra prestigiosa familia.