Meneaba las caderas por cada paso que daba en mis zapatillas blancas del día por el campus. Con las piernas cubiertas de un pantalón azul marino de corte recto, entallado en la cintura con un cinturón negro y por dentro una camiseta blanca de manga corta, por el busto tenía una palabra en inglés que traducido sería «Reina».
Tenía el cabello recogido en un moño alto que danzaba a mi paso. Ignoraba las miradas que descaradamente me daban, ya estaba acostumbrada, volteaban por mi apellido o la belleza que irradiaba.
Claro, la sonrisa despreocupada era pura fachada. Porque las ganas de tener una cara apática aumentaba con creces en mí. Mis pasos seguros tenían un objetivo.
Kim Taehyung.
El señor Kim Taehyung se pasó completamente el día anterior ignorando cada mensaje y llamada de mi parte. Lo único que pude saber de él fue gracias a Jungkook, pregunté si había podido hablar con él y respondió que lo hizo, pero que no me molestara en insistir de buscar una respuesta en él. No lo conseguiría. Lo dejé en paz sólo por eso.
Pero ahora no. No tendría escapatoria de mí en la universidad. Sí o sí tenía que escucharme ya sea por las buenas o las malas. Aunque no tuviera tan claro que podía ser tan amenazador aparte de mis uñas.
Lo divisé cerca de unos árboles con la mirada perdida en su teléfono. Era mi oportunidad para enfrentarlo y que no huyera.
Apresuré los pasos y en poco tiempo me planté frente a él. Tae al sentir una presencia, elevó la vista y sus ojos castaños se encontraron con los míos. Tenía un semblante cansado...
Y me importaba poco que lo tuviera. Seguramente la razón llevaba nombre y apellido.
No hizo esta vez la acostumbrada sonrisa que solía llevar y guardó el teléfono en sus pantalones. Nos aguantamos la mirada por unos segundos más. Era consciente de que a lo lejos teníamos un público con ojos curiosos y chismosos, con la esperanza de que algo candente ocurriera y alimentara la diversión que le faltaba a sus vidas.
Eso tampoco me importaba, porque estaban lo suficientemente lejos para escucharnos, pero si vernos. Y procuré darles la espalda, no quería que observaran mis expresiones cuando hablara con Tae, él por lo menos camufla sus emociones cuando quiere, al contrario de mí, que estaba al punto de quiebre.
Parecíamos tener una tensa competencia de miradas en la que ninguno quería perder, pero cuando yo quería, convertirme en un tímpano de hielo no suponía ningún esfuerzo. Eso lo logró captar, porque aún cuando era quién se acercó primero, no iba a decir ni una palabra hasta que él lo hiciera. Ya había persistido mucho en el día anterior.
—Pero si tenemos a la niña bonita por aquí —habló con una voz grave y desganada.
—Y a un abogado con aspecto de fracasado también tenemos aquí —solté sin un ápice de amabilidad. —Me crucé de brazos y lo miré con molestia. —¿Así será el comienzo de el gran Taehyung en la abogacía? ¿Rompiendo contratos?
Deslizó una mano por su cara, evidentemente frustrado. La posibilidad de que sea por mí es baja, pero ser contribuyente a su mal humor si podía ser perfectamente.
—Misuk, en ningún momento rompí nada del acuerdo ese. Yo no le dije a Jungkook que se hiciera pasar por mí.
Entrecerré los ojos y abulté los labios enfurruñada. —¡Sí claro! Vamos Tae, no vayas a decir que no lo tenías planeado. —Alcé una mano y levanté el primer dedo. —Confesar que eras un novio falso, llamar a Jeon el mismo día que se suponía debías venir a mi casa y hacerle escuchar a propósito las preguntas que formulaste en la llamada, para luego no venir y oh, que casualidad, apareciera el propio Jeon —terminé con cuatro dedos levantados—. Dime, ¿eso no es evidencia suficiente de que lo añadías al saco y por ende romper el trato?
Ladeó el rostro y se colocó las manos en la cintura. Para cuando regresó, su expresión cambió por completo. Ya no tenía un rostro cansado, más bien lo camuflaba con su sonrisa de marca, cuadrada y seductora, pero a mi ya no me engañaba. No significaba nada porque sus ojos estaban vacíos de cualquier emoción.
—Sí Barbie, admito que involucré a Jungkook. —En ese momento no lo noté por la molestia que sentía hacia él, pero comenzó a dar varios pasos en mi dirección.
—¿Por qué?
—Me asustó la idea de presentarme ante tus padres. Sencillamente eso, puedes llamarme cobarde.
—¿Y lo de Siyeon no tiene nada que ver? —Acusé.
Taehyung presionó los labios por un momento, me percaté que pasó la lengua por sus dientes, pero luego ensanchó su boca. —Parece que Jungkook fue con el cuento.
—Sólo lo necesario para agradecerle y comprender algunas cosas. ¿Por qué no mencionaste nada de esto? —Fruncí el ceño. Evité la tentación de elevar la mano y masajear esa zona. —Podía ayudarte sin ningún problema.
Él negó suavemente y ya para ese entonces sentí la peligrosa cercanía de centímetros que nos separaba. Incliné ligeramente hacia atrás la cabeza para tomar distancia a la vez que decidía dar el paso también. No me estaba gustando el corto trecho que había. Pero él fue más rápido previendo mis movimientos y rodeó mi cintura con su brazo, pegándome más a él. Agarré sus biceps por la brusca sacudida y sentí la tela sobre mis dedos ya que estaban ocultos por las mangas largas de la camisa amarillo pálido.