¿Logré descubrir la conversación que llevaron Jungkook y mi padre?
No.
Aunque prácticamente atiborré el teléfono de Jungkook con mensajes para que revelara la plática entre ellos, desvió olímpicamente cada uno de mis intentos. Obteniendo el éxito de que le siguiera a cada tema que sugería. No podía negar que eran interesantes y captaba la atención.
Así que relegaba la idea de sacar unas palabras por su parte.
¡Y más me olvidaba de tener triunfo por el lado de mi padre! Que a la hora de llegar a casa ni por asomo descubrí algo. En el momento en que llegué y mis padres aparecieron en la noche del día miércoles —casualmente ambos no tenían horario nocturno—. Duré más dubitativa en sí preguntarle de lo que habló con Jungkook, caminando en círculos en mi habitación.
Para cuando salí decidida en dirección al estudio de mis padres, me acobardé a último minuto al tenerlo de frente. Estaba revisando unos papeles y no disponía de mucho tiempo para hablar conmigo, me pidió que fuera rápida con lo que tenía por decir y allí fue en que cambié mis palabras por unas más tácitas.
—¿El encuentro de hoy con Tae estuvo bien? —No indagué a que me contara al respecto, pero al menos con la respuesta de esa pregunta podría darme una idea del ambiente que tuvieron.
Inclinó un poco la cabeza para mirarme a través de sus lentes que estaban puestas en el medio del puente de la nariz. —Fue bien —dijo escueto y retornó la vista a los papeles sobre la mesa.
Esa fue nuestra pequeña conversación en relación con el tema. Nada provechosa. Luego de eso murmuré una disculpa y me retiré con una reverencia.
Y como último intento, descartando los mensajes, llamé a Jungkook en la noche.
Al momento en que contestó la llamada, empecé a hablar con rapidez y naturalidad. —Hola, muy buenas noches, le habla la operadora de una organización que apoya la causa contra la curiosidad. Su lema es «Di no a dejar personas con curiosidad». A nuestros servicios nos llegó el reporte de que usted, Jeon Jungkook, ha dejado más de una vez a una misma persona con incertidumbre y una de esas veces tiene relación con la víctima. Le pedimos con amabilidad que resuelva este problema lo más pronto posible o tendremos que tomar medidas. —Y al terminar las últimas palabras, inhalé con fuerza de un modo que no se escuchara al otro lado.
El silencio perduró por unos segundos. Y en ese extenso lazo escaló la vergüenza al repetir en mi mente lo que había dicho. En las noches no estaba en mis cabales.
—Desconocía de esta organización, me alegra que haya llamado, quiero presentar también un reporte. —Su voz fue tenue, como si lo hubiera agarrado descansando.
Resoplé y cubrí mis ojos con las manos. —Lo siento, no sé que se me pasó por la cabeza para decir eso y llamarte a esta hora.
Jungkook se rió de forma calmada. —No molestas por sí preguntas.
Sonreí levemente. —¿Estabas durmiendo?
—Mmm, no. Esperaba a que me llegara el sueño acostado.
—Interrumpí tu descanso, que mal, ahora tendrás que decirme lo que hablaron.
Volví a escuchar unas risitas. —Parece que tu padre no te ha dicho nada, eh.
Paseé la mano por encima de la cobija. —Es obvio que no si estoy insistiendo.
—¿No te haces una idea?
Medité la respuesta un momento. Tenía varias hipótesis. —Te hizo mas preguntas personales. Preguntó sobre nuestra relación. Te dijo que no te aprobaba y que buscaras la forma de terminar conmigo de manera que no me duela. —Levanté los dedos mequiñe, anular y medio. —Solo puedo pensar en estas tres.
—Sí preguntó por nuestra relación, pero vino por otra cosa. —Me quedé en silencio a la espera que continuara. Al darse cuenta de que no respondería, prosiguió. —Te diré mañana Mis... Noona, que ahora sí me estoy muriendo del sueño. —Y para dar prueba de ello, escuché el sonido de un bostezo.
Con otro intento fallido, le deseé buenas noches y corté. Para el día siguiente, jueves. Todo se fue amontonando tanto para él como para mí en los estudios de la universidad, así que no pudimos hablar en todo el jueves. Quedando el día viernes.
Llegué a la universidad con una alta expectativa de que Jungkook cumpliría con al menos comentarme lo que no pudo el día anterior. Aunque a esas alturas, todavía no comprendía del todo el retraso de no decirme al momento en que salieron de aquella sala de descanso.
Y para probar que mi espíritu estaba elevado, elegí un vestido de lino con mangas cortas, cuello en círculo, estrecho a la cintura y suelto en el largo de la falda que está por encima de la rodilla. Llamaba muchísimo la atención porque el color era verde manzana con motas amarillas.
Tenía un trenzado recogido en cebolla que formaba una flor. Y una argollas doradas que destacaba por el cuello despejado. Contoneaba las caderas por los pasillos de la universidad, con diversas miradas puestas en mí, tanto de admiración, envidia, odio y curiosidad.