Novio Falso; Jeon Jungkook [#1]

LÍNEAS BLANQUECINAS

[Treinta y dos]

 

—Estoy lista —murmuré convencida cuando lo llevé conmigo al sofá y lo senté.

—Te tomó toda la mañana y parte de la tarde estarlo —bromeó con una pequeña sonrisa y se colocó de lado con una pierna debajo de su trasero. Cargaba una vestimenta relajada, enfundadas sus firmes piernas y muslos generosos en un cómodo chándal para estar en casa, acompañado de una sudadera del mismo color; un completo conjunto de color negro. Toda su carita estaba despejada por la liga negra que amarraba sus mechones.

Copié su postura y relajé mi cabeza sobre la palma de mi mano. —Si bueno, quería concentrarme en nosotros porque luego no tendremos tiempo.

Arrugó la nariz al escuchar eso, e imitó esta vez él la postura de mis brazos y apoyó su cabeza en su mano. —¿Como que no? 

Agarré su mano libre entre la mía y comencé a deslizar el pulgar por sus nudillos. —Es parte de la historia. Promete que no interrumpirás y escucharás atentamente. 

—No sé si ahora quiera escuchar, pero está bien, prometo no interrumpir. —Apretó mi mano para darme ánimos de que continuara.

Con esto, lo narraré como lo vengo haciendo hasta ahora... Un recuerdo.

 

El mismo día en que el primer cambio significativo llegó a mi vida, prosiguió el segundo en esa misma tarde, casi noche al regresar de la universidad. De antemano le había pedido a mis padres que estuvieran juntos para conversar sobre un asunto de suma importancia. Teniendo en cuenta de que daba igual si lo avisaba con antelación o no, ellos habrían estado allí porque a sus manos el desenlace de mi escena con Jungkook no tardó en presentarse.

Así que no me resultó tan sorpresivo verlos como lo pedí después de cruzar la puerta y llegar a la sala donde estaban platicando sobre algo antes de mi llegada. Sólo la leve sensación de que pronto el pesar que guardaba mi corazón sería liberado por fin. 

—Puede retirarse Soora —ordené con suavidad en dirección a ella que permanecía de pie en un espacio alejado por si requeríamos sus servicios. Ella nos observó a los tres y procedió a hacer una pequeña reverencia y acatar la orden que le dí.

Cuando estuvimos solos, madre fue la primera en romper el silencio, como siempre. 

—¿Por qué nos llegó el reporte de Ademaro sobre la escena que montaron tú y el joven Jeon? —Cruzó sus brazos y arqueó una ceja. Miré por un momento a padre, que seguía impasible a la espera de mi respuesta. Verlo en ese estado inmutable, me perturbó por un instante.

Sin embargo, inhalé en profundidad como llevaba haciendo desde siempre cuando sentía que mi tranquilidad se alteraba. Siendo consciente de que la charla que tendríamos a continuación estaría para largo, creí oportuno sentarme frente a ellos y no quedar de pie como normalmente permanecería ante una queja por su parte. Quizás eso fue lo que los sorprendió cuando vieron que me moví al sillón individual.

—Porque eso es lo que pasó madre —respondí después de recuperar la calma de mi interior. Crucé las piernas y entrelacé las manos en la rodilla.

Madre frunció el ceño y padre entornó imperceptiblemente los párpados en mi dirección. —¿A qué estás jugando querida? Nunca te has comportado así. ¿Es él una mala influencia? ¿Qué hay de lo que hablamos con anterioridad? Acordamos que el jovencito Jeon estaría bien como amistad. —Atacó madre sin dar espacio a responder sus preguntas.

Parpadeé ante cada palabra que salió de los labios de mi madre. Cada una me afectó sencillamente por las sombras del pasado. Un pasado que ya no podía aguantar ni tolerar. Lo peor era que todo me lo había provocado por no haber sido fuerte para mí misma. No haber tenido fuerza de voluntad ni voz propia y contundente para respetar mis propios deseos y sueños. 

Seis años... No, eso iba seguramente desde el segundo cero en el que Shin Yangmi me trajo al mundo. Veintiún años vacíos para mí. Siendo manejada como una muñeca al que debían inculcarle deseos y sueños ajenos. Ignorando que aquella muñeca podría tener sus propios pensamientos.

El silencio se volvió atroz como ningún otro. Algo irónico que donde estaba instalado la mudez, fuera tan ensordecedor por la pesadez de la misma. 

Observé que madre se removió incómoda en el mueble del sillón por primera vez bajo la gélida mirada que le dedicaba. Podía comprender que mi aura en ese instante no era la mejor por la razón de mis pensamientos que transformaban mi estado de ánimo, y esta vez dejé que el exterior evidenciara cómo me sentía. Arrastré la vista a padre que se encontraba a su lado, también relativamente incómodo. Lo sabía porque su rostro ahora permanecía neutral, en vez de la calmada tranquilidad intimidadora que él poseía.

—¿Misuk? ¿Qué suce...?

—Madre —interrumpí con firmeza por primera vez en mi vida a ella. Me sorprendí hasta yo misma de la frialdad y seriedad con la que había hablado al pronunciar esa única palabra.

Y no fui la única. Madre enmudeció de inmediato y la confusión no tardó en adornar su bonito rostro con la palpable tensión que cubrió su cuerpo y manchado el aire. Padre en cambio, se acomodó en una posición recta, abandonando la postura relajada.

Viendo que tenía su completa atención y que no hablarían debido a mi comportamiento inusual. Esperaron a mis palabras.

Sí, estaban tan conmocionados de verme actuar así, que de inmediato comprendieron que algo mucho más grande pasaba y no sólo se trataba del reportaje que les había llegado.

Relamí mis labios sólo con la punta de la lengua, sintiéndolos repentinamente resecos. Por un fugaz momento pensé en Jungkook y sus bonitos ojos brillosos que suavizaban sus facciones cuando me miraban con ternura, provocando que su rostro se iluminara con el propósito de alejar mi pesada oscuridad. O eso era lo que sentía cuando nos mirábamos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.