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Capítulo 14 | Verdad descubierta

Chiara Brown.

Nicolai no me quitaba la mirada desde que mi falso novio y yo habíamos llegado juntos, tomados de las manos, temprano a la casa de mis padres. Era como una vena cotilla que intentaba esconderse ante mis ojos.

Tenía la pregunta marcada en esos ojos chismosos, que sabía que en cualquier momento soltaría.

Cuando me levanté en la mañana, el primer recuerdo que me vino a la mente fue que Alexei y yo nos habíamos abrazado. Nos habíamos abrazado y mucho, como si ese abrazo pudiera borrar todos los años de distancia que nos separaban. El mundo se desvaneció cuando estuve rodeada bajo sus brazos protectores, que se afianzaban cada vez más.

Me sentía pequeña ante él. Era nuevamente esa niña que buscaba los brazos de su mejor amigo cuando lo necesitaba.

Volvíamos a ser amigos. Mi corazón retumbaba exageradamente. Sabía qué significaba esa calidez que sentía en el pecho, pero decidí suprimirlo otra vez más. No quería volver a sentirlo.

Estábamos sentados todos en la mesa, desayunando tranquilamente, conversando de las decoraciones navideñas, los juegos que se harán y las próximas elecciones de comida para la Noche Buena cuando la voz de mi sobrina logra llamar nuestra atención. Bueno, la atención de Alexei, que la observa atenta.

—Me da mucha curiosidad de saber cómo empezó su relación con mi tía, señor Alexei —dice, llevando un trozo de fresa a la boca para masticarlo lentamente, mientras que sus ojos no se apartan de mi compañero de a lado—. Le digo, señor Alexei, porque aún no se ha ganado el «título» de ser mi tío.

—Klara —reprende su madre.

—Claro —dijo Alexei, tomando un sorbo de su taza antes de continuar—. Me encanta que aún no me otorgues el beneficio de ser tu «tío favorito».

Se miraban fijamente.

—Aunque debo admitir. Me queda bien eso de ser solo el señor Alexei para ti.

—No te preocupes, señor Alexei —respondió ella, con una sonrisa burlona mientras levantaba una ceja—, ser mi tío favorito es algo que tendrás que ganarte. Aunque, con ese sarcasmo... va a estar difícil.

—Interesante tu punto de vista, Klara —replicó Alexei de nuevo. Las miradas de mi familia rebotaban entre ellos dos—. ¿Y cómo se supone que puedo ganarme ese tan preciado título?

Klara lo mira con desinterés.

—No sé... —dijo ella, fingiendo pensarlo mientras volvía a llevar otro trozo de fresa a la boca—. Quizás, podrías regalarme libros. Ya sabes, algo que no me haga cuestionar tus gustos literarios. Aunque si me lo pides, con gusto te puedo prestar la lista de todos los libros que tengo apuntado.

—¿Eso es todo lo que necesitan para convertirme en tu tío favorito? Qué fácil me la pones.

—Ni te emociones tanto, si me das un libro con edición limitada, puede que te ganes mi cariño, solo un poquito, pero igual seguirás siendo para mí el señor Alexei.

Observé la escena graciosa, ocultando una sonrisa que quería brotar de mis labios. Parecía que una chispa de complicidad había nacido entre Alexei y Klara. Tío y sobrina. Y esa escena me gustó. Pero sabía que, tan pronto como vino a mi cabeza, se disiparía, porque todo era teatro. Él se iría de nuevo, y la confianza que le estaba dando a Klara me asustaba, porque sabía que esto solo era momentáneo.

Las risas estallaron en la mesa y no supe cómo reaccionar. Por el rabillo del ojo siento a mi Tita observarme, lo cual me pone nerviosa, porque desde que Klara y Alexei empezaron a interactuar, sus ojos no han dejado de mirarme. Mi abuela sabe que soy muy recíproca en cuanto a lo protectora que suelo ser con alguien antes de dejarlo entrar en mi vida, especialmente con aquellos que son importantes para mí.

«Alexei está volviendo a entrar en mi vida.» Lo estoy permitiendo sin levantar un muro entre nosotros, y eso me asustaba. Era como si el tiempo separado no hubiera pasado por mis ojos, porque lo tengo aquí, fingiendo ser algo que no somos, y porque decidimos empezar de nuevo, solo como amigos. Simplemente, amigos.

—¿Te sientes bien, mi ricitos? —Mi Tita me sujeta de las manos acariciándola con suavidad.

—Sí, Tita —susurró a su dirección con una sonrisa para que no se preocupe—, todo bien.

Mentir a Svetlana se sentía como mentirles a mis padres, así que mi abuela ya deducía que estaba mintiendo.

El desayuno transcurrió con normalidad, mientras me enteraba de cosas que no sabía, y que, en teoría, debería conocer sobre mi falso novio. Por ejemplo, que tiene varias empresas a su nombre y a su familia en diferentes países y ciudades, es arquitecto de profesión, cuenta con maestrías en desarrollo de proyectos de innovación, y posee tres cadenas de hoteles.

—No sabía que eras tan presuntuoso, Volkov —me acerqué a su lado, hablando cerca de su oreja.

—Eso es solo una pequeña parte de todo lo que tengo para presumir, muñeca —susurró al mismo tiempo que me alejaba. Sus labios rozaron el costado de mi oreja con una sonrisa, y un escalofrío volvió a recorrerme el cuerpo.

════🎄════

Me encontraba casi toda la mañana en los brazos de mi tita, sintiendo la calidez de su abrazo. Sus dedos se deslizaban delicadamente por mi cabello, acariciándolo con tanta suavidad que poco a poco me fue sumergiendo en un sueño profundo. Bastaron solo unas cuantas horas de descanso en sus brazos para sentirme completamente renovada, como si el mundo exterior se hubiese detenido entre sus brazos.

Podía escuchar el latido de su corazón, cómo retumbaba suavemente sobre mi oído.

—Tita... ¿Estás despierta? —pregunté en voz baja, sintiendo cómo nuevamente ese pensamiento se volvía a mi mente como un claro indicio de soltarlo todo.

—¿Qué pasa, ricitos? —respondió, entreabriendo los ojos. Me sentí culpable por un momento por interrumpir su sueño.

Busqué las palabras correctas. Sabía que, de todos, ella sería la única capaz de entender lo que sentía, incluso antes de que yo misma lo comprendiera.




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