Novios por accidente

Capítulo 4: el trato

—Así que el tal Cristian ahora ya es tu novio —soltó Marc.

Lorena estaba sentada en su cama comiendo unas papitas mientras hablaban por videollamada.

—En realidad, no somos nada, es más como ser socios, yo lo ayudo a él a poder salir sin ningún problema de su casa y yo gano la gran tranquilidad que siempre quise tener en mi hogar. En todos estos días mis padres me tratan muy bien y hasta Flor dejó que me echara su perfume, ¿puedes creerlo?

—No puedo creerlo, los dos se están utilizando para su beneficio propio, ¡esto está emocionante!, parece como una de esas historias que leo, ¿será que al final se terminarán enamorando? —soltó Marc emocionado y dejó salir un pequeño grito.

—Si estuvieras aquí podrías ver esta historia de cerca, pero como no quieres mudarte –refunfuñó Lorena.

—Ah… ¡de eso te quería hablar!, amiga, voy a mudarme, ya estoy haciendo todo el papeleo del colegio, menos mal que decidí hacerlo a principio de año, ¡así que, por fin vamos a estar juntos! —Marc soltó un gran grito. Lorena cuando procesó la noticia acompañó el grito de su amigo con uno suyo.

 

—No lo sé, me parece una mala idea, ¿qué tal que se termine obsesionando contigo?, ella no es normal, tiene problemas —dijo Camilo cerca de la piscina.

—Claro que no, yo también pensaba que era rara, pero ahora que he hablado con ella me di cuenta que no es así —Cristian reflexionó un poco—, bueno, sí lo es, pero no tanto. Ella tiene sus razones del porqué de sus acciones, además, yo podré salir muy beneficiado por este malentendido. A Lorena se le nota que le atraigo bastante, así que, podré manipularla fácilmente.

—Ay Cristian, no me gusta para nada lo que estás haciendo —soltó Camilo bastante inseguro de lo que hacía su amigo.

—¿Qué sucede? —preguntó Miguel, un gran amigo de los dos jóvenes.

—Cristian, se volvió novio de una chica más rara… —contestó Camilo.

—¿Una chica rara?, espera —Miguel desplegó una sonrisa—, ¿es la chica de la fiesta que terminó bailando sobre la mesa?, ¿Sasha?

—No, ojalá fuera esa. —Respondió Camilo— Es la rara del colegio, ¿te acuerdas que te conté sobre una chica que estaba hablando sola en el almuerzo?

—Ay, no… ¡¿es en serio?! —se sorprendió Miguel, miró muy confundido a Cristian— ¿por qué hiciste eso?, ¿qué te pasa?, esa tipa está loca, siempre llega al colegio en una bicicleta vieja, todos se burlan de ella y habla sola en los almuerzos, por eso nadie se le acerca.

—Siempre está sudada y se limpia con un pañuelo amarillo, su cabello no sé por qué siempre está despeinado, ¿qué le cuesta peinarse? —dijo Camilo cruzándose de brazos.

—¿Recuerdas cuando quiso entrar al grupo de natación?, eso fue tan raro, ella lo más seguro es que ni sabe nadar y quiso entrar, qué rara —se burló Miguel.

—¿Ya terminaron? —preguntó Cristian algo molesto.

—Cristian, es la verdad, esa chica es muy rara, no sé qué le viste —insistió Miguel.

—No somos novios —recalcó Cristian—. Solo es una tregua, yo hago que en su casa la dejen de tratar mal porque creen que es lesbiana y ella me ayuda a que en mi casa me dejen salir sin ningún problema a las fiestas y demás salidas, voy a ganar más que ella, solo la estoy utilizando. No somos novios, claro que nunca sería capaz de besarla. —Sus amigos lo miraron un poco escépticos— ella lo único que me inspira es lástima.

 

Lorena estaba frente al espejo, trató de peinar su cabello, pero como tenía una semana que no lo hacía pues… estaba imposible de arreglarlo.

—Uy no… Mañana lo peino, se me va a hacer tarde —solo recogió su cabello con un moño.

Salió de la casa con su vieja bicicleta, sus hermanas caminaban detrás de ella.

—¿Cuándo vas a dejar de irte en esa bicicleta? —preguntó Flor—, en tu colegio seguramente nadie va en bicicleta, ¿verdad?

—Seguramente se burlan de ella —soltó Marcela—. Al menos mándala a pintar, está horrible.  

—Así no voy a estar gorda como ustedes —se burló Lorena.

—¡Oye! —gritó Marcela enojada.

Lorena comenzó a pedalear muy rápido para que sus hermanas no la pudieran golpear. La mañana estaba fresca, una de las cosas que le encantaban a Lorena era poder sentir el aire fresco de las mañanas golpear su rostro.

Llegó al colegio y como todas las mañanas, los estudiantes se apartaban de ella y se burlaban. Pero como hacía siempre, los ignoró por completo. Esa era su guerra, no deseaba ser igual a ellos y ahí radicaba su razón para irse tan desarreglada y llevar su bicicleta.

Miguel y Camilo la observaban de lejos.

—¿Crees que Cristian sería capaz de enamorarse de ella? —preguntó Camilo.

—No lo creo, él mismo lo dijo, no sería capaz de besarla —respondió Miguel.

Lorena caminó hasta llegar al salón donde daría la primera clase, al momento de sentarse, su cuerpo comenzó a sudar mucho.

—Hace mucho calor —se quejó. Sacó su pañuelo amarillo y comenzó a secarse el sudor.




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