Lorena entró al baño y comenzó a buscar a la joven. Laura se había encerrado en una cabina mientras dejaba salir sus lágrimas.
—Disculpa a Camilo, suele ser bastante imprudente, no fue su intención, no sabía que te gustara en verdad Miguel, solo lo hizo en broma —dijo Lorena, estaba muy preocupada por la muchacha.
—Vete, no te quiero ver —ordenó Laura.
—Yo te iba a contar hoy todo sobre lo que está sucediendo, ayer no lo hice porque recién nos estábamos conociendo, sé que actué mal al no decirte que hablo con estas personas, pero, en serio, no fue mi culpa, hoy me han sucedido muchas cosas que fueron imprevistas —trató de explicar Lorena—. Camilo es amigo de Cristian, un chico con el que tengo un trato, me hago pasar como su novia, pero todo es una farsa, hoy nos hicimos amigos, me acompañó todo el recorrido al colegio después de una discusión que hubo con Cristian. Cristian es el joven que siempre está con Miguel, el chico que te gusta, ellos son un grupo y solo hablo con ellos por ese trato que tengo con Cristian.
Laura sintió que esa historia era muy rara ¿de qué trato hablaba Lorena?, decidió salir de la cabina para escuchar mejor esa historia. Al ya estar al tanto de todo no sabía ni qué pensar, solo supo parpadear dos veces.
—Así que terminaron envueltos en todo esto por ese malentendido —soltó.
—Sí, ahora cuando estamos frente a nuestros padres fingimos que somos novios, pero todo es bastante cansado, de eso estaba hablando con Camilo, él me decía que gana más Cristian, porque cada vez que él me necesita yo corro a hacer esa farsa de relación. No sé ni qué pensar, por eso ayer me estaba escondiendo de él cuando estaba contigo, no quería contarte toda esa historia cuando apenas nos estábamos haciendo amigas —explicó Lorena un poco avergonzada.
—A mí me parece una historia interesante, es divertido todo lo que cuentas, solo que me sorprendió mucho. Pero ya quisiera poder tener una aventura así —dijo Laura mientras dibujaba una sonrisa en sus labios.
—Es que, como ayer estábamos hablando como dos chicas antisociales y burlándonos de cuanto estudiante se pasaba por nuestro lado, pensé que sería raro contarte algo así —Lorena soltó una pequeña risita que acompañó Laura.
Las dos estaban sentadas en el piso mientras dejaban que sus espaldas descansaran sobre la pared blanca.
—Ayer nos pasamos de antisociales —soltó Laura.
—¿En serio te gusta Miguel? —preguntó Lorena.
—Cuando lo vi me pareció que era tan lindo, es como si la vida hubiera hecho una lista con las cosas que me gustan en un chico y creó a Miguel, es tan hermoso. Es mi amor platónico —las mejillas de Laura se ruborizaron por completo.
—Entiendo —no, en realidad Lorena no lo entendía, ella no veía nada especial en Miguel, le parecía una persona tan… normal.
—Por favor, que Miguel no se entere de mis sentimientos por él, quiero que sea mi secreto, no soportaría que él supiera. Yo… no tengo nada especial que a él le guste, seguramente me va a rechazar si se entera —pidió Laura.
—Claro que sí, eres muy bonita.
—No, eso no es verdad, no soy para nada linda, soy bastante torpe y muy tímida. Hace unas horas atrás me tropecé y él me ayudó, no fui capaz de mirarlo a los ojos, si soy tan miedosa, sé que nunca seré capaz de enamorarlo; de todos modos… él nunca se fijaría en alguien como yo —Laura tornó su rostro bastante triste—. Siempre es así, cada vez que me fijo en alguien debo llevar mis sentimientos en secreto.
—¿Sabes?, cuando estaba pequeña me gustaba escribir cartas y dejárselas al chico que me gustaba, así vivía mi historia de amor como una persona anónima y de lejos veía el rostro alegre del niño que me gustaba, era un momento mágico —dijo Lorena con una gran sonrisa—. Después me daba cuenta que era un tonto y me dejaba de gustar, pero me sentía muy satisfecha, porque pude decirle todo lo que sentía en mi interior y eso me hizo sentir viva, bueno, en ese instante en el que lo vi sonreír al leer mis cartas.
Laura comenzó a admirar a Lorena, le parecía alguien fuerte y muy segura de sí misma. Muchas veces vio a los estudiantes burlarse de ella porque montaba una bicicleta vieja y que no se sabía arreglar, pero, Lorena parecía no importarle nada, esa era ella y nadie lo cambiaría. Quería ser alguien así, caminar con la cabeza en alto y que no se sintiera menos que los demás.
—¿Crees que si le escribo una carta me voy a sentir mejor? —preguntó Laura.
—Pero, ¿estás totalmente segura que te gusta Miguel?, tal vez es un encanto, algo pasajero y sería feo que te vayas a arrepentir en un futuro —respondió Lorena.
—Lo pensaré —dijo la joven mientras desplegaba una sonrisa y observaba a los ojos a su amiga.
—Bueno, cuando estés segura y quieras crear tu carta yo te voy a ayudar, seré el cupido entre ustedes —Lorena abrazó a la joven, le parecía tan tierna, alguien muy inocente.
Por lo que sabía hasta el momento sobre la vida de Laura es que había crecido solo con su madre, su padre murió cuando estaba pequeña. Su mamá tuvo que viajar por cosas de trabajo, algo bastante difícil para Laura, tenía que comenzar su vida desde cero y eso era agotador para la joven, ya que con su timidez, torpeza e inseguridad la estabilidad en su vida se volvía algo imposible de alcanzar, bueno, al menos ella lo veía así.