Novios por accidente

Capítulo 8: El susto de Cristian

La tarde estaba transcurriendo bastante tranquila, nada fuera de lo común, Lorena le explicó y ayudó a Camilo con unas clases. Cristian se había marchado ya hace varias horas.

—Bueno, yo me voy —Lorena se levantó de la silla y dejó salir un bostezo—. Estoy cansada.

—Bueno, ya mañana seguimos. Ven a la misma hora, por favor —pidió Camilo mientras terminaba de recoger sus libretas de la mesa y las metía en su bolso.

—Está bien —Lorena miró su ropa—. Voy a cambiarme.

—No, quédate con esa. Mandé a tirar la que trajiste.

—¡¿Qué?! ¡Oye…! —gritó Lorena.

—Esa ropa la odié, no quiero volver a verla nunca más en mi vida —Camilo soltó una carcajada, puso su bolso en su hombro izquierdo y salió caminando de lo más tranquilo.

Lorena lo siguió a paso afanado.

—¿Ahora cómo voy a hacer?, debo irme en bicicleta, no lo haré con estos tacones. ¡Oye!

—Pues… no te vayas en esa bicicleta, es horrible —Camilo hizo un gesto de desagrado.

Así fue como Lorena se vio caminando al lado de su bicicleta, ya era de noche, la joven sentía sus pies cansados y bastante maltratados. Se detuvo en un paradero de bus, dejó recostada su bicicleta a una de las columnas del paradero, al sentarse y quitarse los tacones sintió un ardor en sus pies, tenía algunos rojos y peladuras.

—Ay… Esto me pasa por estar de mujer amable e interesada —refunfuñó—. Mejor no voy mañana, que vea él qué hace con su vida.

Lorena quedó observando los carros que pasaban a gran velocidad por la carretera, sintió en aquel momento su corazón triste. Sabía bien que Camilo y Cristian la estaban utilizando para su beneficio propio; aunque ella dijera que también recibía beneficio… se sentía bastante triste por eso. En algún momento del día se sintió alegre por poder socializar con los demás y parecer una chica más. Pero, al estar allí con sus pies maltratados, sola, con sueño y rabia, su realidad volvía; la tristeza invadía su pecho y quería renunciar a todo, poder ser rodeada por un círculo social que fuera igual a ella para así no ser criticada.

Cristian iba en su auto pasando cerca de allí, vio a la joven triste y sola en aquel paradero, su intención era no detenerse, pero la curiosidad le ganó.

La joven quedó un poco extrañada al ver aquel auto parquearse frente a ella. Se sorprendió al observar a Cristian bajarse del vehículo.

—¿Qué haces aquí? —inquirió Cristian acercándose a ella.

—Eso mismo pregunto, ¿qué haces aquí? —Lorena se impactó más cuando vio a Cristian sentarse a su lado.

—Porque estás aquí sola, podría sucederte algo —respondió el muchacho.

—No creo que sea por eso, seguramente tu padre está en el auto viendo todo, o… alguien de tu familia ahorita va a llegar aquí, necesitas que sea tu novia —replicó Lorena.

—¿Tan mala persona crees que soy? —preguntó el muchacho sin dejar de mirar hacia algún punto fijo frente a él.

—No estoy diciendo que seas una mala persona, solo que tengo muy claro que yo a ti no te importo, soy una completa desconocida que finge ser tu novia. Una chica bastante rara que no puede estar en el colegio contigo porque te hace pasar mucha vergüenza frente a tu círculo social —explicó Lorena.

Cristian rodó su mirada hacia la joven y reparó hasta el más mínimo defecto que tuviera ella en aquella parte de su cuerpo.

—Tú lo has dicho, así que no te puedes molestar, tenemos un trato; es un trabajo que tienes. Eres una desconocida, no somos amigos, tampoco tenemos una relación amorosa, yo no voy a cruzar esa línea. Pero tampoco soy una persona malvada, solo estoy centrado en lo que hago —dijo Cristian y el rostro de Lorena se tornó bastante triste.

—Lo único que haces es utilizarme —soltó la joven.

—Claro, tú también lo haces. Tienes el derecho de hacerlo, cada vez que necesites algo de mí puedes pedirlo, tengo una deuda que pagarte al igual que tú a mí.

—Está bien, eso haré, cada vez que necesite algo te lo voy a pedir —Lorena se cruzó de brazos y tornó su rostro bastante serio—. Te voy a exprimir hasta que no tengas nada más que darme.

—Bueno, hazlo. En esta vida hay que ser astutos, o la presión de la sociedad te puede ahogar.

 

Laura estaba en su cuarto observando desde la ventana la noche que comenzaba, dejó salir un suspiro que empañó el vidrio. Quería acercarse a Miguel de alguna manera y la idea de Lorena le había encantado, pero a la vez le daba miedo.

Solía ser una chica bastante tímida y esto le afectaba en el ámbito sentimental y por lo mismo ni siquiera había dado su primer beso.

Laura se acercó a un escritorio que había puesto en una esquina del cuarto, buscó en un cajón de éste un paquete de sobre para cartas de varios colores. Era una chica que le encantaba escribir todo lo que sentía, aunque… nunca creyó que por este medio le comunicaría sus sentimientos a su primer amor.

“Querido amor platónico.

Espero que al recibir esta carta te encuentres bien de salud, trataré de encontrar las palabras correctas para expresarte mis sentimientos en esta carta ya que esta es mi intención” Laura arrugó la hoja al sentir que sus entrañas se revolvieron. Soltó un grito mientras alzaba sus piernas a la silla del computador.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.