Lorena rodó la mirada por los allí presentes que estaban más que impresionados por lo que acababa de suceder. Una gran vergüenza la invadió y decidió salir del salón de clases para intentar calmarse.
Caminó por el largo pasillo lleno de estudiantes y llegó a un parque trasero que había en el instituto. Su corazón latía con fuerza y las lágrimas en sus ojos suplicaban para que las dejara salir.
Mientras, en el salón, Cristian rodó la mirada por el lugar y notó que los estudiantes estaban murmurando cosas que él no podía escuchar.
Se sentó en su puesto y se concentró en andar su celular. Poco a poco los estudiantes alejaron su mirada de él y dejaron de hablar del tema.
—¿Quién se cree que es para tratar a Lorena de esa manera? —inquirió Laura mientras veía a Cristian.
Camilo rodó la mirada a la chica, no tenía palabras para responder, él también se sentía enfadado por la forma en la que se estaba comportando Cristian. No parecía él, se comportaba muy extraño.
Laura se ruborizó al ver que se quedaron mirando y después le esquivó la mirada mientras sentía su cuerpo erizarse por completo. Camilo desplegó una sonrisa al parecerle muy tierna la chica.
—Laura, ¿podemos hablar? —preguntó.
La joven retuvo la respiración y llevó una mano a su nuca mientras tragaba en seco.
—¿De qué? —inquirió. Bajó el brazo e inclinó la mirada en sus zapatos.
—Pero no ahora, ¿puede ser en el primer descanso?
Marc volteó a verlos y su oreja se volvió grande al interesarse por lo que hablaba la pareja.
—Está bien, sí… —Laura no sabía qué decir.
Marc abrió la boca de la impresión. “¿Es Camilo el crush de Laura?” pensó.
Se había acabado las primeras horas de clases y sonó el timbre que avisaba el descanso de la mañana. Laura estaba más que nerviosa, su piel se erizó por completo al ver que los estudiantes se levantaban de sus puestos y salían del salón de clase.
—Vas a hablar con Camilo… —escuchó que le susurraron al oído.
La joven dio un salto en su puesto mientras rodaba la mirada y se encontraba con el rostro de Marc que tenía un cierto brillo en sus ojos.
—¡¿Ah?! No, —Laura llevó una mano a su nuca— bueno, sí, pero no es…
—Ay, qué lindo, estás nerviosa —Marc soltó un grito de emoción y se sentó frente a ella—. ¿Te va a pedir que seas su novia?
—¡¿Ah?! —Lorena volteó a verlos—. ¡¿Cómo así?!
Marc rodó a ver a su amiga.
—Al parecer Camilo no es tan gay como creíamos, la chica aquí presente es la que ha flechado su corazón —confesó.
—¡¿Qué?! —Lorena abrió su boca de la impresión.
—No… No, no… están malentendiendo las cosas —trató de explicar Laura.
—¿Entonces? —inquirió Lorena.
—Bueno… Solo me dio una carta de respuesta de la mía —confesó Laura con las mejillas ruborizadas.
—Ay… Me muero… —esbozó Marc—, qué tierno, así que era él.
—Espera, ¿a ti no te gustaba este… otro…? —trató de hablar Lorena.
—Sí, es que ese es el problema, él no es quien me gusta —dijo Laura.
—No seas pendeja, —gruñó Marc— ¿entonces si Camilo te pide una oportunidad la vas a desaprovechar?
Laura no respondió y solo enfocó su mirada en la libreta que reposaba en la mesa, la abrió y encontró la carta que Camilo le había escrito.
—Laura, mira… —Lorena acercó su rostro más a su amiga— Camilo es un chico muy lindo, no solo en el físico, sino que también es amoroso, divertido, sincero y, aunque a veces se vuelve algo irritante, se hace amar con mucha facilidad. Mira que te escribió una carta, ¿sabes cuántas mujeres morirían porque una persona como él les diera un detalle así de hermoso?
—Es cierto —opinó Marc—, si a mí un bomboncito de caramelo como Camilo me escribe una carta, querida, me caso con él. Así que avíspate o lo vuelvo gay y lo violo.
Las chicas comenzaron a reír mientras Marc arreglaba su cabello con una mano, volvió a mirar a Laura.
—Así que, querida, aproveche ahora que hay hombre a la vista, porque machos de corazón de miel como Camilo son uno en un trillón elevado a la potencia de Google —soltó Marc.
—Qué exagerado eres —dijo Lorena con una sonrisa desplegada.
Cristian veía de lejos a Lorena conversar con sus amigos, ¿de qué estarían hablando? Se veían bastante emocionados.
—Ujumm… —musitó Camilo a su lado—, alguien anda muy pendiente de Lorena.
Cristian volteó a verlo.
—¿Vas a volver a besarla para que te preste atención?
—Deja de decir idioteces.
—No, como ahora esa es la única forma de que Lorena se acuerde de tu existencia —se burló Camilo.
—Eso no es cierto. Ya quisiera ella que yo la persiga para besarla.