Lorena barrió a Sasha con la mirada y después Cristian recogió el libro de Lorena.
—¿Nos vamos? —preguntó Cristian a Lorena.
—Sí, claro —le sonrió.
Los jóvenes se alejaron del grupo de chicas que, al parecer, no quedaron muy emocionadas.
Al llegar al salón, Lorena soltó la mano de Cristian y llevó las manos a su cabeza.
—¡Realmente tienes malos gustos con las mujeres, en serio! —soltó y volteó a ver a Cristian.
Se encontró con la grata sorpresa de verlo sonreír, se veía muy lindo y eso hizo que el corazón de Lorena diera un salto.
—Es por esa misma razón que quiero tenerla lejos —confesó Cristian—, ¿qué te estaba diciendo?
—Lo que siempre dicen las chicas como ellas, no tiene importancia. Sé que algún día la realidad se estrellará en su cara, va a quedar deforme —dijo Lorena.
Laura veía de lejos a la pareja con una sonrisa colgando en su rostro, Camilo estaba a su lado y dejó salir un suspiro.
—Creo que alguien siguió tu consejo —dijo Camilo.
—Hacen linda pareja, ¿cierto?
—Pues… sí, creo que sí —soltó Camilo.
—Ayer… Cristian se veía de muy mal humor, ¿crees que fue por culpa de su discusión con Lorena?
—No lo sé —Camilo quedó pensante—. Antes le pregunté a Cristian si le gustaba, pero él dijo que no.
—Creo que no lo acepta, pero míralos, se nota que se atraen a simple vista. La química emana de sus cuerpos —Laura dejó salir un suspiro—. Puedo reconocer donde hay química con solo ver a las personas.
—¿Y crees que entre nosotros hay química? —preguntó Camilo mientras tornaba su mirada un tanto seductora.
Laura volteó a verlo y, al conectarse sus miradas, sus mejillas se ruborizaron mientras tragaba en seco.
—No creo que pueda responder eso —dijo la joven en un hilo de voz.
—¿Por qué no?
—Ah… —Laura comenzó a acalorarse y se levantó cuando vio a Marc entrar al salón.
La joven se dirigió hacia su amigo, se vio a simple vista que lo tomó de excusa para escapar del incómodo momento.
—¡No lo puedo creer! —gritó exaltado Marc, aunque, trató de calmarse mientras pasaba una de sus manos por su perfecto cabello peinado—. Te esperé por minutos en la entrada, se suponía que íbamos a pasar primero por la tienda de cosméticos.
Lorena veía a su mejor amigo con rostro preocupado.
—¡Lo siento, lo siento! —se disculpó—, se me olvidó por completo.
—¡Ah… se te olvidó! —Marc se cruzó de brazos, miró a Cristian— ¿ya te hablas con este pelagato?, —volteó a mirar a su amiga—, ¿dónde tienes la dignidad?
—Marc, no te enojes, te puedo explicar todo.
—¡No me digas que no me enoje, yo puedo enojarme si se me da la gana! —soltó el chico con una voz que se escuchó algo chillona—. ¡Ya no eres mi esposa, ¿entendido?!
Lorena llevó una mano a su pecho mientras abría su boca. Marc vio a Laura y corrió para rodear uno de sus brazos con los suyos.
—Ahora ella es mi esposa —dijo Marc mientras respingaba las cejas.
—¿Es en serio? —inquirió Lorena.
—Sí, lo es —respondió Marc.
—¿Por qué discuten? —indagó Laura.
—Esta… traicionera que está frente a nosotros ya no es más mi amiga –quedó pensativo—, bueno, al menos hasta que deje de pensar con la vagina.
Los labios de Cristian comenzaron a temblar amenazando con soltar una carcajada, le pareció muy peculiar Marc; era muy agradable.
En aquel momento entró Miguel y llevó una mano al hombro de Cristian.
—¿Y esta extraña reunión? —preguntó a modo de saludo.
—Lo que me faltaba —fanfarroneó Marc mientras ponía los ojos en blanco.
Miguel respingó una ceja mientras reparaba a Marc de pies a cabeza.
—Al parecer le desagradas a alguien —dijo Lorena mientras veía a Miguel.
—Para lo que me importa —bufó el joven.
Lorena rodó la mirada a Marc quien se veía bastante ofendido.
—¿Ya se contentaron? —preguntó Miguel a Cristian.
Cristian volteó a ver a Lorena y estiró un brazo para rodear la cintura de la joven. Lorena al sentir el tacto del chico sintió que su corazón rebotó.
—Ya volvimos a hacer una pareja —dijo Cristian mientras la veía fijamente con una mirada profunda.
Miguel respingó las cejas al impresionarse por lo que estaba viendo. Aunque no era el único, Laura había llevado una mano a su boca por lo emocionada que estaba al ver aquello.
—Deja de decir idioteces —soltó Lorena algo nerviosa.
—¿No eres mi novia? —preguntó Cristian.
Lorena tragó en seco y no supo qué contestar.