A veces no medimos las consecuencias de nuestras acciones, las personas que vamos a lastimar por actuar de determinada manera.
Ahora Marc sentía que no tenía cara para poder ver a los ojos a Laura, odiaba tener que ocultar lo que había hecho, pero, nunca deseó haber estado con Miguel; fue algo que se dio en el momento y no lo pudo evitar. Sin embargo, estaba pagando las consecuencias y se sentía bastante mal por ello.
Veía a sus amigas conversar alegremente, el haber mentido había disipado las llamas encendidas de su problema, pero, no sabía cuánto tiempo duraría aquella calma.
—¡No, no recuerdo nada! —dijo Lorena bastante alegre—, dicen que yo le dije que estaba enamorada de él.
—¿Así de ebria estabas? —inquirió Laura.
—Pero no era la única, dicen que tú lloraste —se burló Lorena.
Las dos jovencitas soltaron una gran carcajada que hizo enrojecer sus rostros. Marc se acomodó en su puesto sintiéndose muy incómodo por estar al lado de las chicas, al ya no soportar más, decidió levantarse de su lugar. Esto hizo que sus amigas posaran sus miradas en él.
—¿A dónde vas? —preguntó Laura.
—Al baño —respondió el joven.
—Bueno —aceptó Lorena.
Lorena no dijo nada, pero ella sospechaba de Marc, estaba actuando extraño y comenzaba a imaginar la razón, un pensamiento que suplicaba que no fuera cierto. Por primera vez en su vida imploraba no tener la razón en algo.
—Lorena, ¡oye! —soltó Laura.
Lorena salió de sus pensamientos y volteó a ver a su amiga que estaba sentada a su lado.
—¿Qué tienes? —preguntó Laura—, estabas como ida.
—Es que, estaba pensando en algo.
—¿En qué?
—Problemas de la casa.
—¿Tienes problemas?
—Ya sabes, temas tontos con mis hermanas, lo mismo de siempre —mintió.
Laura dejó salir un suspiro mientras la veía fijamente.
—Qué mal que tus hermanas sigan molestándote —dijo Laura.
—Pero ya no les pongo atención, de hecho, no quiero hablar de eso —Lorena intentó mostrar una sonrisa.
Laura notó que Camilo entraba al salón de clases y posó su mirada en ellas, algo que la aterró.
—Mierda —soltó.
—¿Qué sucede? —preguntó Lorena y volteó a ver hacia atrás.
—¡Ay, disimula! —regañó Laura.
—Ah… ¿en serio?, ¿le sigues teniendo miedo?
—Oye, este no es un tema fácil —explicó Laura.
—Ya lo rechazaste, deberías superarlo —opinó Lorena.
Laura inclinó la mirada y después rascó su nuca un tanto pensativa.
—Me siento mal —confesó.
—¿Por qué? —inquirió Lorena.
—Creo que lo lastimé mucho.
—No creo, tú fuiste sincera y lo hiciste a tiempo. Ya no es problema tuyo el que Camilo la esté pasando mal por ello. Habría sido peor si le mintieras acerca de tus sentimientos —explicó Lorena.
En aquel momento Lorena vio a alguien entrar al salón de clases que le dañó el día. Sasha estaba caminando en dirección a ellas.
—Lau, ¿vamos a ir siempre a mi casa? —preguntó la joven sonriente.
Lorena con la mandíbula bastante apretada volteó a ver a Laura y le envió una mirada fulminante.
—¿Qué sucede? —inquirió Laura muy confundida.
—Nada —Lorena se levantó de su puesto y salió del salón de clases.
Sasha volteó a ver cómo Lorena se iba del aula y soltó una pequeña carcajada burlona.
—Lorena se vuelve extraña cada vez más —dijo Laura.
Cristian estaba recostado a una columna que había en un balcón del edificio del colegio, desde allí pudo ver cómo Lorena salió del salón de clases. Al observarla tan detenidamente, automáticamente dejó salir una sonrisa, después mordió su labio inferior sin quitar aquella tonta sonrisa de su rostro.
Camilo no dejaba de ver a Cristian, estaba tan embobado viendo a Lorena que comenzaba a asustarse.
—Por lo menos disimula un poco —dijo Camilo.
Cristian volteó a ver a Camilo.
—¿Qué?
—Estabas mirando a Lorena de una forma tan tonta —explicó Camilo.
—Ah… es que… —Cristian quedó pensativo mientras veía fijamente a Lorena.
—¿Es qué? —Camilo alzó una ceja con incredulidad.
—Nada, nada —Cristian volvió a sonreír tontamente.
—Hoy andas tan raro —soltó Camilo.
—¿Acaso no puedo estar de buen humor?
—Es que, no sé… Estás raro —dijo Camilo—, eres como otra persona… Es raro verte así, ¿entiendes?
—Claro, claro.