Novios por accidente

Capítulo 26: límites

“¡Vaya, tus amigas sí que están locas!” envió Robert, después guardó su celular en el bolsillo de su pantalón.

Se sentía incómodo en aquel lugar, sus ojos no dejaban de observar a Laura, no podía creer que todo ese tiempo estuvo hablando con ella. ¿En realidad era L?

No parecía nada la chica que él imaginó que sería. Se veía indefensa y bastante insegura de sí misma. En cambio, la L que él creía conocer, era una joven madura para su edad, risueña, inteligente, bastante analítica y extrovertida, aparte que se mostraba bastante segura de sí misma.

Laura llevaba varios minutos esperando un mensaje de R, pero, parecía que el joven se había ocupado. Esto solo empeoró su aburrimiento en aquella heladería y no veía la hora para poder marcharse.

—Debo irme —informó mientras se levantaba.

—¿Por qué? —preguntó Robert de un impulso.

La joven se extrañó cuando él preguntó aquello, se le hacía incómodo darle explicaciones a un desconocido.

—Laura, no seas aburrida, ¿qué vas a hacer encerrada en tu casa? —replicó Marc.

—No, no voy para mi casa —mintió—, tengo cosas que hacer con mi madre.

—Laura… quédate, yo te llevo a tu casa —pidió Sasha después de tragar el helado en su boca.

—Lo siento, pero, en realidad, me tengo que ir —insistió Laura.

—Bueno —aceptó Lorena bastante concentrada en su helado.

Sasha se fastidió al ver aquel desinterés de Lorena para con Laura.

—Laura, quédate, si quieres, te compro lo que tú quieras —suplicó Sasha.

—Déjala ir, ¿no ves que se siente incómoda? —dijo Lorena a Sasha.

—¡Cállate!, —gruñó Sasha— a ti solo te importa tu estúpido helado.

—¡Laura solo quiere irse, ¿para qué obligarla a quedarse?! —soltó Lorena explotando.

—¡Porque es mi amiga y no quiero que esté aburrida!, ¡pero claro, ¿tú qué vas a entender eso?!

—¡Claro que entiendo lo que le pasa a Laura, es mi amiga y yo la conocí primero que tú! ¡Deja de fingir que es tu amiga, solo llevan menos de un mes siendo amigas, estúpida! —se exaltó Lorena.

—Lorena, ya, cálmate —pidió Marc.

—¡No me pidas que me calme! —replicó Lorena enfurecida, volvió a mirar a Sasha—. ¡Yo no sé qué te quieres creer, ay sí, Laura, Laura! —al final intentó remedarla.

—¡Cállate, maldita estúpida! —gritó Sasha y azotó la mesa con una mano y se levantó de su puesto para encarar a Lorena.

—¡A MÍ NO ME GRITES! —soltó Lorena mientras se ponía de pie.

Laura, bastante nerviosa, llevó una mano a su pecho y se levantó de su puesto.

—Chicas, por favor, cálmense —suplicó.

Pero para ese momento ya era imposible, aquellas dos señoritas estaban de los mil demonios gritándose cuanta cosa.

—¡Sasha, ya, has silencio! —pidió Robert levantándose de su puesto con autoridad.

—¡¿Por qué?! ¡Si esta perra me está gritando, yo no soy ninguna idiota! —replicó la joven.

—¡¿Cuál perra?! —inquirió Lorena encolerizada—, ¡a mí me respetas, maldita estúpida! ¡Más perra eres tú!

Y ahí fue cuando sucedió, Lorena, en su ira, lanzó una mano hasta el cabello de Sasha y comenzó a estremecerla hacia los lados. Pero Sasha no se quedó atrás y también envió sus manos hasta Lorena.

Marc comenzó a gritar de la desesperación e intentó separarlas, pero se le hizo imposible.

—¡PAREN, YA… NO…! —gritaba de la desesperación.

Los allí presentes se reunieron para ver la pelea y sacaron celulares para grabar, mientras que los empleados de la heladería corrieron para arreglar aquel problema.

Lorena para ese momento estaba sobre la mesa para así estar más cerca y golpear a Sasha, aunque la joven tampoco se quedaba atrás, ella tenía a Lorena prendida de la camisa y en un momento tomó una copa de helado y se la aventó a su contrincante.

La copa de vidrio cayó al suelo e hizo que soltara un fuerte sonido al hacer contacto con el piso.

—¡Ay, una de ellas está sangrando! ¡Sepárenlas! —escucharon al fondo.

Lorena y Sasha se detuvieron al ver sangre caer en el piso. Era Laura quien se había cortado en un brazo con un pedazo de vidrio.

Las dos jóvenes quedaron impactadas al ver a Laura llorando fuertemente mientras con una mano trataba de hacer presión en su brazo.

—¡Ay, Dios mío! —soltó Marc horrorizado.

Robert hizo que Laura saliera del tumulto de personas y comenzó a pedir ayuda a los empleados quienes con mucha preocupación comenzaron a socorrer a la jovencita.

Laura y Sasha trataron de salir del gentío que había alrededor de ellas para poder saber el estado de su amiga.

 

Camilo tenía su mirada clavada en el agua de la piscina. Miguel se acercó a él junto con Cristian y se sentaron a cada lado de su amigo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.