Cristian llevó dudosamente una mano hasta el rostro de Lorena y limpió una lágrima. Se dio cuenta que la joven no se quejó de ese acto y así con más seguridad llevó su otra mano para limpiar el rostro de la chica.
—Oye, todo estará bien, ya verás. Solo espera a mañana y la vas a visitar, hablarás con ella y le pedirás disculpas, ¿qué te parece? —Cristian desplegó una sonrisa—, ¿qué es lo que más le gusta comer a Laura?
—Sandía, ¿por qué?
—Bueno, compra una sandía muy grande, la que más grande veas en la tienda y se la llevas como tributo de reconciliación —explicó Cristian.
Aquello hizo que la joven dejara salir una carcajada y aliviara su dolor.
—Sí, en serio, eso me ha ayudado mucho cuando Camilo se enoja conmigo —alegó Cristian.
Lorena recogió más sus piernas en su cama y miró fijamente a Cristian. Aquel joven se veía esa noche bastante agradable, sonriente y muy cariñoso. Simplemente era alguien con quien se querría pasar mucho tiempo a su lado.
—¿Cuánto tiempo llevas siendo amigo de Camilo? —inquirió Lorena.
—Desde que éramos unos niños, ni siquiera recuerdo desde qué edad, creo que hemos sido amigos de toda la vida —respondió el joven.
—Yo no tengo ningún amigo de la infancia —soltó Lorena.
—¿Y Marc?
—Lo conocí cuando tenía catorce años y… fue una amistad a larga distancia. Cuando nos conocimos pasamos mucho tiempo juntos y fue cuando mi familia comenzó a molestarme; se enteraron que es homosexual y dijeron que si yo trataba con alguien con aquella inclinación sexual era porque yo también me iba por ese lado.
—Personas que hacen ese tipo de comentarios son unos ignorantes y por lo mismo no hay que prestarles atención —dijo Cristian un tanto molesto.
—Sí, lo sé, pero escuchar todos los días ese tema, llega a fastidiar.
—Claro, sí, entiendo perfectamente —soltó Cristian—. Debió ser un gran estrés para ti.
—Sí, me hacía sentir sola, ni en mi propia casa podía estar tranquila —aquello hizo que el rosto de Lorena volviera a tornarse bastante triste.
—Oye, pero ya tienes amigos y tu familia no te molesta por tu sexualidad, de hecho, Marc está a tu lado y mira todo lo que han pasado juntos —explicó Cristian con tono animado—. Fueron a una fiesta donde hicieron locuras y la pasaron muy bien, de hecho, sé que más adelante te vas a reír con Laura sobre la pelea que tuviste con Sasha.
Laura dibujó una leve sonrisa en su rostro.
—¿Tú crees que yo…?
—¿Si has cambiado? —inquirió Cristian.
—Sí.
—Claro que sí —Cristian comenzó a acentuar—. ¿Sabes? Cuando te conocí me pareciste muy peculiar, llegar a clases con ese cabello de bruja, la bicicleta fea y esa forma tan rara de actuar, siempre metiéndote en problemas —el joven soltó una carcajada—. Eras un show total, bueno, todavía lo sigues siendo y mírate ahora, estás idéntica a cuando te conocí; pero sí has cambiado y mucho —quedó algo pensativo—. O no sé si es porque yo he aprendido a conocerte, tal vez no has cambiado mucho, no lo sé.
Aquellas palabras le agradaron en gran manera a Lorena, se notaba que Cristian era muy sincero, de hecho, siempre lo había sido.
—Tú sigues siendo el mismo de siempre —dijo Lorena—, pero me agrada que no hayas cambiado, porque así puedo conocerte a fondo.
—¿Y qué tanto sabes de mí? —inquirió Cristian.
—Bueno, que eres alguien muy caprichoso, orgulloso, terco y… te gusta llamar la atención —respondió Lorena.
Se notó a simple vista que al joven no le gustó escuchar aquella respuesta.
—¿Y las cosas buenas? —indagó.
—Bueno, eres muy buen amigo, no sueles tener muchas amistades, te gusta seleccionarlas minuciosamente y por lo mismo al momento de las personas conocerte se llevan una mala imagen de ti, ya que solo eres agradable con las personas que crees que valen la pena. Pero me he dado cuenta que… al entregarle tu amistad a una persona, lo haces de corazón y eres muy fiel con ella —Lorena dejó salir un suspiro—. También sé que no te gusta para nada la relación que tienes con tu familia y por lo mismo intentas mejorarla, no te gusta discutir con tu padre, al contrario, quieres que esté orgulloso de ti. Creo que en eso nos parecemos mucho, a mí tampoco me agrada que mi familia esté tan decepcionada de mí.
Cristian llevó una mano hasta su nuca y dejó salir un suspiro.
—¿Y qué más sabes de mí?
—Te gusta la natación, pero he visto que solo la tomas como un pasatiempo, al parecer, tienes algo más importante en tu vida, pero no sé qué es, nunca hablamos sobre ese tipo de cosas.
—Quiero tomar el mando de las empresas de mi familia, es eso —confesó Cristian—, quiero ser la mano derecha de mi padre, pero he visto que eso parece imposible, de hecho, parece que le agrada más una mosca volando por su lado que yo. ¿No has visto cómo te trata? Te dice hija y a mí me llama solo por mi nombre.
—Cristian, no es por nada, pero yo he visto que tú lo haces enojar mucho. El señor Vides a veces trata de hablar contigo y tú eres muy reacio con él. De hecho, me ha contado sobre cosas que has hecho y lo han decepcionado mucho, como esa vez que le hiciste comprar un auto y ese mismo día te fuiste a una fiesta y lo terminaste estrellando.