Novios por accidente

Capítulo 33: ni una sola palabra

Laura llegó a su casa y en vista de que su madre no le abrió la puerta, ella sacó sus llaves y abrió. Se extrañó al encontrar un camino de pétalos de rosas que encontró en el piso.

Poco a poco lo fue siguiendo y terminó en el segundo piso frente a la puerta de su habitación. Laura tragó en seco al imaginarse lo que encontraría, lentamente giró la perilla y al abrir escuchó un:

—¡Sorpresa!

Laura recorrió con su mirada toda la habitación totalmente decoraba con globos rosados y blancos. Al fondo había un enorme oso de peluche decorado con ramos de rosas grandes y una enorme cartelera que tenía fotos de Camilo y ella juntos.

Laura quedó estática mientras contemplaba aquello, sus ojos se inundaron de lágrimas y después Camilo se acercó a ella para abrazarla.

¿Se puede amar por resignación y costumbre? Laura tenía miedo de hacerse esa pregunta. Camilo la estuvo enamorando por muchos meses, hasta que ella por presión de sus amigos y su madre decidió aceptarlo. Además, era el único pretendiente que tenía, era un joven que daría lo que fuera por estar con ella. Sabía que a su lado tendría una muy buena vida y todos los días buscaba algo que le hiciera tomarle más cariño y poco a poco comenzó a agradarle su relación, pasar tiempo junto a él y con el paso de los días sus ilusiones por tener una relación perfecta emergían poco a poco.

¿Quién podría amar a una chica con baja autoestima? Si se le presentaba la oportunidad de conocer a alguien que la amara tal y como era, debía aprovechar ¿no?

—¡Feliz cumpleaños! —felicitó Camilo y le dio un beso en los labios.

—Gracias, muchas gracias —soltó Laura entre el llanto.

Sus amigos y madre comenzaron a aplaudir entusiasmados mientras veían a la pareja.

 

Laura estaba sentada al lado de Lorena comiendo helado. Frente a ellas se encontraba Sasha y Marc.

—Lorena, necesito que me ayudes con algo —dijo Laura.

Lorena lamió la cuchara llena de restos de helado mientras veía a su amiga.

—¿En qué?

—Necesito que me digas quién es el que está hablando en este audio —respondió la joven.

Laura puso el audio donde hablaba R.

—Bien, esta es mi voz. No veo ningún problema con seguir hablando de esta manera —ese era el audio.

Lorena, Sasha y Marc quedaron perplejos al escuchar ese audio.

—¿Desde cuándo hablas con Robert? —inquirió Lorena.

—Lo sabía, es él —musitó Laura.

—¿Desde cuándo hablas con mi primo? —indagó Sasha.

—No hace mucho, ah… —Laura no sabía qué decir— como nuestros padres se van a casar, pues, decidimos conocernos más.

A los jóvenes les pareció bastante lógico eso y acentuaron con sus cabezas.

—La casa de mi tío Gutiérrez es hermosa. Cada vez que puedo voy a esa casa y tomo el sol en su piscina —dijo Sasha.

—¿Es la misma casa en la que se hizo la fiesta de Miguel? —preguntó Marc a Sasha.

—¡Sí, esa misma! —respondió Sasha animada.

—Qué suerte tiene Laura al tener un padrastro rico —soltó Lorena a modo de chiste.

—Y que la consienta tanto, ¡qué envidia! —agregó Sasha—. Mi tío Gutiérrez es un amor de hombre, ya quisiera yo que él fuera mi padre.

Laura tenía una gran decepción que la estaba agobiando en aquel momento. Todo este tiempo había visto a ese joven que tanto anheló conocer en esos meses.

Comenzó a imaginar destinos donde se pudiera conocer con R desde un principio y todos terminaban con el final donde se volvían parejas y ella nunca aceptaba a Camilo.

—¿Y cómo reaccionó Robert y Miguel cuando se enteraron que sus padres se iban a casar? —preguntó Lorena.

—Ni bien ni mal —respondió Laura sin poco ánimo—. Ya saben que yo muy poco hablo con ellos. Con Robert solo he tenido una relación de saludos y Miguel ni me da los buenos días.

—Pero ahora que vivirán juntos, deberían conocerse más, ¿no crees? —sugirió Marc.

—Lorena, ¿y qué tal si invitas a Miguel y a Robert al paseo de la cabaña?, ¿no podrías decirle a Cristian que los lleve? —sugirió Sasha.

—¡Sí, es una muy buena idea! —soltó Lorena entusiasmada.

—No, no es necesario —se opuso Laura.

—Ay, no seas boba, será divertido que vayan. Así hacemos una fiesta en la cascada y la pasamos super bueno —insistió Lorena.

—Creo que a alguien se le ha pegado lo fiestero de Cristian —soltó Marc.

—Ay, ¿me vas a decir que a ti no te gustaría pasarla bueno al lado de Miguel en esa cabaña? —cuestionó Lorena con una enorme sonrisa desplegada.

Marc se ruborizó por completo y sus amigas comenzaron a molestarlo.

—¡Te lo tenías bien guardado! —soltó Sasha mientras molestaba a Marc.

 

Miguel y Robert miraron fijamente a Laura. En la sala se creó un gran silencio un tanto incómodo.




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