Cristian comenzó a negar con su cabeza mientras veía a Lorena con rostro de decepción.
—Cristian, por favor, necesito hablar contigo —suplicó la joven.
El joven volteó a ver a su madre.
—Déjennos solos —ordenó.
La señora Julieta sabía que era imposible hacer cambiar de parecer a Cristian, por lo mismo salió de la habitación.
Cristian tomó de un brazo a Lorena y la hizo entrar al cuarto y cerró la puerta.
—¿Qué quieres? —preguntó Cristian bastante serio.
—Es que… he estado pensando mucho lo que te dije hace una semana —confesó—. Yo… estaba demasiado confundida y… —Lorena comenzó a mover sus brazos de forma descontrolada— Cristian, yo no sé qué hacer ahora que soy consciente de los sentimientos que tienes por ti. Todo este tiempo he tratado de negar lo que sucede entre los dos.
Cristian se sentó en un sillón de cuero que había en la habitación al saber que el discurso de Lorena iba para largo.
La joven al ver que Cristian la miraba de forma aburrida y un tanto severa, empezó a intimidarse.
—Ay, no me mires así, me pones nerviosa —pidió Lorena asustada.
—Lorena, termina lo que vas a decirme, estoy muy ocupado —ordenó Cristian con tono muy serio.
Lorena pasó una mano por su cabello húmedo y reparó el cuarto. Sus nervios se alteraron más cuando vio la maleta reposando sobre la cama.
—¿Y esa maleta? —indagó.
—Me mudo —respondió Cristian.
—¿Qué?
—Sí, decidí adelantar mi viaje —explicó el joven.
Lorena comenzó a negar con su cabeza mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
—Cristian, pero, la graduación, planeaste esto por mucho tiempo, tú no puedes irte antes —dijo Lorena con la voz quebradiza.
Cristian se levantó del sillón y caminó hasta la cama, después volteó a ver a Lorena al escuchar los sollozos de la joven.
—Cristian, perdón, sé que fui muy estúpida al decirte todo eso —Lorena trató de calmar su llanto—. No te imaginas lo arrepentida que estoy y… ahora te vas a ir así de rápido.
—Lorena, deja de llorar, por favor —pidió Cristian.
—Es que no puedo controlarlo —explicó la joven—. Yo venía dispuesta a pedirte una segunda oportunidad, pero ahora me entero que te vas a ir antes de tiempo. Hice todo mal desde un principio, y ahora me doy cuenta muy tarde.
Lorena inclinó por un momento la mirada y Cristian solo sabía verla en silencio.
—Yo… no he dejado de pensar en ti en todos estos días, pero, no fui capaz de hablarte por miedo y vergüenza. Lo siento, no soy buena para este tipo de cosas.
—Sí, se nota mucho.
—Sí, no empeores más las cosas con tus comentarios —Lorena peinó su cabello con una mano y miró a Cristian fijamente—. Mi punto con todo este discurso es que, Cristian, yo me enamoré de ti y no me di cuenta. Esa vez en la cocina te mentí, yo nunca te he visto como un amigo; me encanta pasar tiempo a tu lado, soportar tus terribles chistes, tomar tus jugos altos en dulce y que critiques todas las películas que vemos juntos. Me encantaría volver a pasar esos momentos contigo y ser tu novia de verdad y hacer cosas estúpidas de novios, comprar ropa de pareja y vernos melosos como siempre quisiste que fuera.
—Lorena… —trató de hablar Cristian.
—No… por favor, no lo digas, ya me di cuenta que es imposible —Lorena trató de no volver a llorar—. Solo… quería que lo supieras. Querías que fuera totalmente sincera contigo y bueno, eso es lo que realmente pienso.
Lorena ya no lograba retener las lágrimas, por lo mismo dio media vuelta para irse.
—¿Sabes? —dijo Cristian y Lorena se detuvo para escucharlo—, eres la chica más insegura que he conocido en mi vida. Nunca te decides y siempre estás cambiando de parecer, me he preguntado todo este tiempo qué fue lo que te vi.
Lorena volteó a verlo con las lágrimas corriendo por sus mejillas.
—Disculpa por ser tan insegura, no soy culpable al no saber nada del amor, es la primera vez que me enamoro y no tengo a nadie que me guíe en esto como siempre pasa en todo lo que hago —gruñó Lorena.
La joven limpió con sus manos sus mejillas y después salió de la habitación con mucha rapidez.
La señora Julieta estaba esperando a las afueras del cuarto y se extrañó al ver a la joven salir llorando de la habitación.
Laura estaba sentada en medio de aquella tortuosa cena donde supuestamente se conocería la nueva familia.
Ella llevó una mirada por Robert y se sorprendió al ver que el joven la veía fijamente. Volvió a clavar sus ojos en los espaguetis que su madre había preparado con mucho esmero.
—Laura es bastante buena en clases, es un cerebrito completo —elogió Miguel quien intentaba ser lo más amable posible.
—¡Vaya!, ¡qué bien! —soltó el señor Gutiérrez mientras veía fijamente a la joven con una gran sonrisa en su rostro.