Nctullo
Tenía frente a mí aquella roca grabada con extraños bajorrelieves. Se trataba de símbolos que ni el arqueólogo más experimentado podría descifrar, pues aquellos no habían sido grabados por alguna civilización humana, sino por una raza venida de otra galaxia, la cual había llegado a la tierra cuando ni siquiera habían hecho su aparición los grandes reptiles. “Ellos” ya contaban con una alta tecnología. Cuando llegaron a nuestro mundo en aquel tiempo desolado, colocaron la roca y esculpieron en ella aquellos símbolos extraños.
Ahora yo he encontrado esa roca que permaneció oculta durante tanto tiempo. No fue tarea fácil, pero esos años de búsqueda tuvieron resultados positivos. Cuando la encontré tenía yo cincuenta años de vida. Y durante el tiempo que duró mi búsqueda tuve que soportar burlas, pues todo aquel que sabía lo que buscaba se mofaba de que en verdad creyera en la existencia de una roca con símbolos extraños la cual había sido descrita en el diario de mi antepasado, el cual describía en este magias extrañas. Nadie en su sano juicio creería esas cosas. Extraños conjuros descritos en aquel aún más extraño diario. Rituales y conjuros para atraer a este mundo a seres amorfos y poderosos, los cuales no tendrían ningún reparo en acabar con toda clase de vida. Seres grotescos y viejos. Tan viejos como el tiempo mismo. No, nadie creía en tales cosas. Y menos en la existencia de Nctullo. Pero mi antepasado, por extraño que esto pudiese parecer fue capaz de traducir aquellos bajorrelieves. Se trataba de una oración para invocar a Nctullo, el ser maldito y amorfo. Con esa oración podía despertarlo y que pudiese venir a este mundo. Y aunque no había una razón para hacerlo, lo saqué de su largo sueño tan sólo para ver su majestuosa presencia. Y también para callar las voces de aquellos que se burlaron de mí y demostrarles no sólo la existencia de la roca con su oración, sino la del mismo Nctullo.
Aquello, como indicaba el diario de mi antepasado, debía realizarse en noche de luna llena. La suerte estaba de mi lado, pues aquella noche había luna llena. Entonces recité las palabras grabadas en la roca; el bajo relieve. Y cuando terminé, miré a la luna llena. Ahí, desde la Tierra, vi surgir la gigantesca figura de Nctullo, el cual estaba escondido en el lado oscuro de la luna. Desde el planeta Tierra podía verlo.
Ahora, sólo tenía que esperar su llegada a nuestro mundo.
Fin