Nubes de amor

04| Te soy indiferente

Savannah Smith:

Lo peor no fue entrar por la verja negra que daba a la entrada del instituto, si las miradas mataran, yo ya estaría incinerada.
Me miraban unos con asombro, otros con asco. Así que opte por lo mejor que podía hacer, intentar no hacer caso. Eso se me daba genial, expresar que no me importaba nada.

Hablaban como si estuviera sorda, pero los cuchicheos me perforaban los oídos.

¿Qué hace esta, aquí?

Seguro que intentará dar pena.

Que poca vergüenza, después de todo lo que su hermano ha hecho, viene aquí como si fuera de lo más normal.

Es una pringada. Cuando Case la vea, seguro que le escupe en la cara.

No tiene amigos, por eso nadie se le acerca.

Debería avergonzarse, de lo que su hermano hizo.

Todas esas cosas y más dijeron.

Dijeron incontables cosas de mí, ya te podrás imaginar, ninguna era mejor que otra.
Y de lo que respecta a amigos, si tenía dos: Emily y Byron.

Emily tenía el cabello moreno largo, con flequillo, los ojos verdes, una nariz chata, y un lunar en la parte superior de sus labios. Era risueña, graciosa, muy alocada, le encantaba hablar de famosos, sabía un montón de cotilleos, y de vez en cuando, yo me preguntaba cómo es que no se le habían quemado las neuronas, de tanto ver el canal de Youtube, Badabun creo que se llamaba exponiendo infieles. Siempre me insistía que debía verlo.

Byron, tenía el cabello negro con tupé, la nariz pequeña, sus ojos se veían pequeños, eran azules, llevaba gafas, lo que más me gustaban eran las pecas que surcaban su rostro, eran abundantes.
El era tímido, estudioso, pero un buen amigo que aguantaba ver las películas de miedo, a pesar de que prefería las de ficción o cualquier otra cosa, pero que no fueran de miedo.

Pero como estas semanas, estuve alejada de lo que respecta al móvil y redes sociales, no sabían que estaba aquí.

« O puede que sí, ya que todos no dejan de hablar de mi»

Me mantuve firme, y ande hasta mi taquilla. Pero alguien bloqueó mi camino.

— ¿Qué tal estás, Savannah? — la mire, con cara de pocos amigos. La voz chillona, que se estaba dirigiendo mi, era de la persona más insoportable que había conocido en mi vida.
Coutney Kristen, era sinónimo de falsa. Era rubia de bote, estaba claro que era teñido, alta, ojos azules claros. No tengo nada en contra de las rubias, ya que yo lo soy. Pero a ella la odiaba. Es una arpía, siempre debe ir a la moda, le encanta pisotear a los demás.
Conclusión: es una muñeca plástica.
No me puedo creer, que mi hermano saliera con esta arpía.

— No creo que te importe. — le respondí de manera seca.

—Claro que no me importa. ¿Te encuentras bien, después de saber que tú hermano es un cobarde? No me puedo creer que traicionará a Case de esa forma. — no entiendo nada de lo que dice. — Cariño, no sé cómo te pudo hacer eso. Te abandono, porque tiene miedo.

Me percate de la presencia de Case, el chico de ojos negros y cabello azabache, me miraba con un media sonrisa, su mirada era demasiado penetrante. No comprendía que tenía que ver Case, en todo esto. Estaba claro, que paso algo entre mi hermano y él.

— No le des mucha importancia, ahora está en un sitio mejor. — Me estaba desafiando con la mirada, ¿Pero, este que se creía?— ¿A qué sí, Savannah? Seguro que sabes, donde se esconde.

— No lo sé. Pero te advierto. — me aproximo a él, frente a frente, bueno me saca una cabeza, pero ya me entendéis. — Ni te atrevas a hablar mal de mí hermano. Todos vosotros. — Apunto con mi dedo, al grupo que siempre va detrás de ellos. —, tenéis las agallas de hablar mal de él a sus espaldas, pero cuando él estaba le sonreían como las personas falsas que son.

Me he quedado satisfecha, no me gusta hablar demasiado, pero cuando me sacan de quicio, no hay quién me detenga.

Case, me agarra del codo con fuerza.

—Tu hermano, me hizo perder una apuesta muy importante.— me acorrala contra una taquilla, y el candado se me clava en la parte baja de la espalda.— Así que, yo puedo hablar de él como me venga en gana.— sonreí, se creía que yo era de las que se intimidaban. Pues va a ser, que no.

— Di lo que quieras, te soy indiferente. — Me intentaba zafar de su agarre, pero él me agarraba con más fuerza. — Suéltame, me estás haciendo daño.

— Quedas avisada, tú y yo nos veremos las caras. — no entendía a que venía todo esto. — Y ten por seguro, que no te voy a dejar tranquila.

Me soltó, y se fue así sin más.

No me percaté del espectáculo, que se había montado a mí alrededor.

La gente empezó a dispersarse, ya que el timbre tocó.

Yo me apoye contra la taquilla, y me dejé resbalar hasta tocar el frío suelo.

— ¿Qué pasó? ¿Y qué tiene que ver, una apuesta de dinero para que esté tan enfadado? ¿Qué tengo que ver, yo en todo esto?— me limpio las lágrimas que resbalan de mi rostro. No dejaba de cuestionarme, que había ocurrido.




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