Nubes de amor

08| No me sigas

Savannah Smith:

Después de avergonzarme, en la clase de educación física, Case no dejo de mirarme.

El día se me pasó muy lento, a la hora de ir a la cafetería, quedé en esperarles apoyada en mi taquilla. A veces, Byron y Emily, tardaban lo suyo en salir de clases.

— ¿Me estabas esperando?— dice una voz grave, la identifico ya que es la de Case, no sé qué hace merodeando a mi alrededor. Le miro de arriba a abajo y decido no decir nada, pasar de él será lo mejor.

Veo el cuerpo de Emily corriendo, de manera agitada y como Byron la sigue con dificultad, cuando llega ya casi no le queda el aliento la pobre chico.

—Lo siento, es que la profesora de física puede ser agobiante.

—Eso te pasa, por preguntar si es que tenía novio. — le dice Byron, negando con la cabeza.

—Pero no es culpa mía, que luzca con una cara de amargada. Se nota que necesita emoción, en su vida.

Les miro, esto parece una partida de tenis. Son tal para cual, y no se dan cuenta.

— Vale, está bien. Entremos dentro, que me muero de hambre. — les corto, ya que si les dejo seguir discutiendo, esto no acabará nunca.

—Tienes razón, no vale la pena discutir con el hámster. — dice mi mejor amiga, cruzándose de brazos.

— ¿Le has oído, Sav? Me ha llamado hámster. — dice de manera acusatoria.

—Parecéis niños. — es lo único que digo sonriendo. Iba a decir que si se parece a un hámster, pero me lo guardo para mí.

—No me había dado cuenta, de que sabes sonreír. — miro, y allí está andando a mi mismo ritmo. Creo que Case, es muy extraño.

— Y yo no sabía, que tú sabías decir cumplidos. — mi lengua a veces, estaba llena de veneno que regalar.

— Deberías agradecerlo, ya que con esas pintas das muy poco que desear. — sus palabras se podría decir que son hirientes, pero va a ser que me estoy acostumbrando.

— No entiendo, que tiene de mala mi ropa. No intento impresionar, eso es absurdo — nos encontrábamos en la fila, con una bandeja en las manos, esperando nuestro turno.

— Mira, a las chicas de tu alrededor. — me susurra al oído, y los pelos se me ponen de punta.

Hago caso a su petición, y solo veo a chicas con pantalones ajustados, camisas que se adhieren a su anatomía, y sudaderas que les llegan por encima del ombligo, o que les quedan normales pero sin llegar a ser muy anchas.

— ¿Con qué quieres llegar, a decir con eso? — alzo mi ceja, y me muevo ya que la fila va disminuyendo.

Me da una media sonrisa, que no llega a sus ojos, y de su boca salen palabras que del poco tiempo que nos conocemos no pensaba que las diría.

— Te voy a decir la verdad.

— Dispara

— Si te arreglaras un poco más, hasta te verías bonita. Pero esa sudadera ancha, la falta de cuidado a tu cara, y el pelo recogido en una coleta desordenada, pues si te miras en el espejo cualquiera se daría cuenta de que estás desperdiciando tu belleza. — le miro con las cejas muy juntas.

— ¿Estás dejando tu orgullo de lado? ¿Yo no te caía mal? ¿Qué ha sido del antipático Case? No sabía que sabias dar consejos del cuidado físico, cada vez me sorprendes más.

— No sé si te acordarás, pero sé que antes no te vestías de esta manera. — no me he dado cuenta de que ya es nuestro turno, así que pido lo que quiero y me dirijo a la mesa a la que van mis amigos, pero Case nos sigue. No sabía que iba a nuestro instituto, no me percate nunca de su presencia.

— No me sigas.

— ¿Por qué?

— Tienes tu propia mesa, además eres un extraño para mí.

— Así que no me recuerdas. — mi cara seguro que está reflejando mi confusión.

— No sé, ¿De qué debería conocerte?

— Antes, tu hermano y yo éramos amigos. Solía ir a tu casa, te pasabas media vida, encerrada en tu habitación.

— Ah, vale, pues qué bien. — Vagos recuerdos me venían a la mente, pero no me acordaba de haberle visto— ¿Por qué lo odias?

— Es una larga historia. — está por sentarse en nuestra mesa, pero llega la falsa rubia, plástica.

— Cariño, nuestra mesa no es esta. No quiero que nos contagien algún germen.

— ¡Eh, tú plástica! ¡Vuelve a decir eso, y te arrancó las extensiones falsas, que llevas por el pelo!— mi mejor amiga, está por levantarse pero Byron la sujeta de los hombros. — ¡El único germen que hay aquí, eres tú!

— Tienes razón. — responde Case, no me esperaba menos de él. Me mira como si yo fuera a decir algo, ya le gustaría.

— Vete, hazle caso. Ella tiene razón, podremos ser gérmenes, pero nuestras neuronas están todavía en su debido funcionamiento. — le digo, sonriendo llena de satisfacción.

Ella no dice nada, se va roja como un tomate.

Case se va y yo con toda tranquilidad, me siento en el banco, enfrente de mis dos mejores amigos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.