Nubes de amor

15| Celos

Savannah Smith:

Llevo una semana evitando a Félix, no sé exactamente por qué motivo, pero lo considero un peligro. Me pase la semana en las gradas del instituto, y Case me hacía compañía, no hablaba mucho con él, pero no me sentía incómoda.

Hoy ya era lunes.

Cada vez que lo veo, consigo la manera de evitarlo, o no hablarle.
Te preguntarás porque lo hago, la respuesta es simple.

Soy. Una. Cobarde.

« Por fin, lo admites. Te ha costado chica. » Me dice mi conciencia.

Me encuentro con Emily en la taquilla, cogiendo los libros que nos tocan, ya que estamos en el intercambio de clases.

—No puedes estar evitando a Félix. Es absurda tu reacción — me regaña ella, cogiéndome de los hombros, y empieza a sacudirme - Deja de evitarlo, deberías ver su cara cada vez, que pregunta por ti. Se ve que es un buen chico.

—Ya lo sé pero...

—Pero nada. Vas a pedirle disculpas, no te quedarás en casa encerrada o saliendo a saber dónde. —Cuando se pone seria, da miedo —Saldrás los fines de semana, no quiero excusas. Y dale una oportunidad a Félix, si veo que le haces la vida difícil con tu sarcasmo, me encargaré de hacerte arrepentirte y creo que no será de tu agrado. ¿Has entendido, o debo repetírtelo?

—Lo he entendido —asentí con rapidez, sus ojos verdes parecía que ardían.

—Bien. —Su semblante cambio a uno de alegría en fracciones de segundo—Félix, ven aquí. Sav quiere decirte algo.

—No quiero, no me obligues a hacerlo—le pido, soy muy mala pidiendo disculpas. Porque siempre acabo diciendo cosas que acaban molestando.

—Si lo harás y no se diga más — giro mi cuerpo, y enfrente mío tenía a Félix mirándome, con eso ojos tan peculiares, pero bonitos.-Sabes lo que debes hacer - me susurro y se fue.

—Hola Savannah, cuánto tiempo sin verte —me saludo él.

—Hola, bueno no sé me da bien pedir disculpas así que aquí vamos — me froté las manos, mi cabeza estaba cabizbaja así que la levanté. — Siento haber sido tan mala contigo desde el principio, no te prometo que no siga siéndolo, pero te intentaré considerar un amigo.

— Savannah, no tienes porqué disculparte. Tampoco es para tanto— me dice sonriente, me sorprendo no creía que fuera así de fácil.

—Espera un momento, frena el carro. Te he evitado durante una semana, y no estás enfadado —lo dije más como una afirmación que pregunta.

—No sé porque debería estar enfadado contigo, no me has hecho nada del otro mundo. —no pude evitar sonreír del alivio.

—Oh, gracias. Pensé que iría a peor—me tocó la frente y estoy más tranquila —Me puedes llamar Sav, ya que somos amigos.

— ¿Solo a tus amigos, les permites llamarte así?— asentí. —Te ves bien, cuando sonríes.

No sabía que decir.

— ¿Gracias?

—Te ves bien, cuando sonríes—esa voz era grave y que repetía con burla lo que acababa de decir Félix, era la de Case. — No sabes cómo ligar, eres un poco penoso Holfman.

— ¿A ti que te pasa, Case? ¿Acaso estaba hablando contigo? —le pregunta Félix, un poco enfadado.

—No, pero deberías currártelo un poco más.

—Bueno, por lo menos yo no juego con los sentimientos de los demás.

Veía como Case, apretaba los puños.

Mi amiga Emily que todavía no se había ido, veía todo con una palpable satisfacción. Su sonrisa era ancha, creo que solo le faltaban las palomitas.

— ¿Qué has dicho? —le pregunto con la voz demasiado grave, Case a Félix.

—Lo que has escuchado —le respondió, sonriendo. Estaba entre los dos, esto era como una partida de tenis.

— Mirar, no sé qué está pasando. Pero si queréis mataros a golpes, por mí perfecto pero que sea fuera del instituto —no entendía de su rivalidad, pero que a mí nadie me metiera — Os comportáis, como niños pequeños.

Había gente con la mirada fija en lo que estaba sucediendo.

Tocó el timbre, y pude escapar de allí.

— Hemos sido, salvadas por la campana — me decía mi mejor amiga, andando a mi lado —Esos dos, parece que se odian. Pero yo quería ver que más pasaba.

— Ya, se han comportado como niños. — me miraba por el rabillo del ojo, siempre que ponía ese tipo de mirada significaba algo, podía ser malo o bueno — Escupe, lo que tengas que decir.

—Creo, que esos dos se están volviendo locos por tus huesos. —estaba diciendo locuras.

—Dices, que están locos por mi —dije para asegurarme de que había oído bien, ella asintió—Debes estar bromeando, y aunque eso fuera, tengo cosas más importantes en las que pensar.

— No me puedo creer, que estés tan ciega. — no me dije nada, no tenía ganas de hablar del tema.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.