Nubes de amor

17|Conversación

Savannah Smith:

Las clases ya se habían acabado, ande por los pasillos, casi arrastrando los pies, no tenía fuerzas para hacer nada, los Lunes eran agotadores, odiaba los comienzos de semana.

—Sav, pareces un zombie con esa cara, ¿Seguro que estás bien? —me pregunto Emily.

— ¿De dónde has salido? — le pregunté, ya que pensaba que saldría un poco más tarde.

—De la clase de teatro, pensé baje hoy nos haría quedar hasta tarde, pero estaba tan cansada y durmiéndose encima de la mesa, que cuando tocó el timbre, se despertó. —me reí ya que era un poco increíble, la profesora durmiéndose, lo nunca visto.

—Y lo peor, es que Emily tuvo el descaro de grabarla —decía Byron ajustándose las gafas a sus ojos azules — También ha pensado en chantajear a la profe, para que le suba la nota de la evaluación —la mire a mi mejor amiga, lo creyendo lo que decía mi amigo.

— ¿En serio? ¿Cómo puedes ser tan vaga? —le recrimino.

—Le he dicho, que no funcionará pero ella insiste. — Le revuelve el pelo, y ese gesto de su parte me parece bonito — Cada día, se le ocurre una idea más alocada que la otra.

—La idea es buena, ¿A qué sí? —me pregunta.

—La idea es malísima, como todas las que se te ocurren — ella frunce los labios, como una niña pequeña — Creo que la única idea buena que se te ocurrió, fue poner pegamento permanente en la silla de tu ex, cuando estábamos en tercero de primaria.

—Me acuerdo del pobre Charlie, gritando que se le había pegado el culo en la silla. — dice riendo Byron, y yo le acompaño las risas. Ella intenta seguir seria pero se no une.

— ¡Hola chicos! — viene corriendo Félix hacia nosotros.

— Hola, ¿Salimos hoy juntos? —pregunta Emily.

—No. — dijo al instante.

—Si. — dicen todos los demás.

¿No te ha pasado, que cuando no tienes ganas de nada, sientes que han conspirado detrás de ti? Esto es lo que siento, estoy segura de que entre los tres se pusieron de acuerdo para que no tuviera más remedio que aceptar.

—La mayoría, hemos dicho que si, así que deberás aguantarte —bufo, esto es injusto.

—Esto no es justo —replico mientras salimos.

—Sí lo es, llevas encerrada en casa desde lo que pasó. Te has encerrado en esas cuatro paredes, y cuando sales te vas a un sitio misterioso, ni siquiera te has molestado en decirme dónde te escondes, cuando debo encubrirte. — Me mira con sus ojos entrecerrados verdosos, sus ojos parecen los de un gato — ¿Dónde te escondes?

—Es secreto, es un sitio especial para mí, y sé que soy injusta pero no estoy preparada para enseñártelo. — no pienso cambiar de opinión.

— Está bien, no te insisto — me dice rendida.

Nos dispersamos.

— Adiós, chicos. Te recogeré en coche, te avisaré por el móvil cuando debes estar preparada —entorno los ojos, a veces creo que más que mi mejor amiga es mi madre — no pongas esos ojos, que tu y yo sabemos que no conseguirás escaquearte de esta.

—No te preocupes — me mira con una ceja alzada y me apunta con los dedos hacía mis ojos. —No me escaquearé lo prometo —alzo mis manos en el aire, como si me fuera a detener.

Miro como su esbelto cuerpo, desaparecer por el aparcamiento de coches que dispone el instituto.

Byron se despide de los dos, ya que el va en el autobús escolar.

—Cuídate rubia y tú también ojos de color cafés — se ríe de su despedida.

—Que nombres más realistas, nos ha puesto —dice Félix, asiento y nos ponemos a caminar.

Como no se puede quedar callado se pone a hablar.

—Cuando era pequeño, quería una muñeca de Barbie — le mire con una cara de no creérmelo y me puse a reír, me miro con su cara más seria — No da gracia.

—Si la da, ¿Y qué pasó?

—Mi padre me insistió que era un niño, y que no entendía porque quería una Barbie, insistí durante meses, mi madre no dejaba de decirle a mi papá que al fin y al cabo eran juguetes. —Era increíble que me estuviera contando algo así. — Cuando lo logré, me sentí el niño más afortunado del mundo, saltaba tanto de la emoción, que mi padre decidió que no importaba, que con tal de verme feliz, no le importaba lo demás.

— ¿Por qué me cuentas esto? —no podía dejar de reír.

—Solo quería, entablar un poco de conversación contigo. Tu de pequeña, ¿Qué es lo que más quisiste?

Sonreí con la boca abierta, los dientes sobresaliendo, seguro que daba miedo lo que iba a decir.

—El muñeco de Chuki* —me miro con horror.

— ¿En serio querías eso? — su cara era para fotografiarla, que pena que no me traje mi cámara, tenía la del móvil.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.