Nubes de amor

32 ¿Noche de terror?

Savannah:

Un halo de frío recorre mi cuerpo, sigo con la manta cubriendo mi delgaducho cuerpo, las ventanas se encuentran abiertas, los rayos de sol se cuelan por los huecos de las persianas. Muevo mi cabeza un poco hacia ella, me acuesto como puedo, los ojos siguen llorosos, los brazos cálidos que me abrazaban no están alrededor de mi cuerpo, estornudo, mi nariz constipada no ayuda, y pienso con pesar que el aire frío se ha colado por mi sistema.

Vuelvo a cerrar los ojos, las imágenes de mi hermano en ese infierno que le mantiene con vida llamado hospital, me viene a la mente. Cierro los ojos y vuelvo a dormirme. Es lo único que mi cuerpo puede hacer. Y soy inútil, así es como me siento.

(****)

— ¡Despierta, joder!—unos gritos, están por destrozar mis tímpanos— ¡Savannah Inma Smith, no hagas que me dé un paro cardíaco a mi corta duración de vida!—Por fin abro los ojos de golpe.

Mis ojos grisáceos se topan con los suyos verdosos. Su cabello moreno cayendo por su cintura, esta desordenado, como si recién se hubiera despertado.

— ¿Estás bien?—pregunta con las manos temblándola, su voz se quiebra cuando dice bien.

Suspiro, exhalo, expulso el oxigeno y vuelvo a hacer el mismo proceso una y otra vez.

— ¿Me ves con cara de estar bien?—cada vez me estoy enfadando mas y mas—. Estoy con los ojos llorosos, casi no puedo respirar de lo mal que me siento, y me preguntas, ¿si estoy bien?

Su rostro cambia gradualmente, sus cejas se juntan, y veo que las venas se asoman por sus irises, y por un segundo me siento culpable, de haberle respondido de esa manera, ya que ella también ha estado llorando.

—Lo sé todo. —Afirma con convicción, eso solo provoca que mi corazón bombee con fuerza— No tienes que mostrar que no sientes nada, puedes desahogarte conmigo.

Se siena en el borde de la cama, y me fijo en su ropa, va en pijama, nunca la había visto tan descuidada, hasta por las mañanas la mayor parte del tiempo se ve deslumbrante.

— ¿Qué le ha pasado a tu ropa?—pregunto evadiendo sus sugerencia por un segundo.

Entorna los ojos dándole menos importancia.

Me reincorporo en la cama, y me siento en indio, con las sábanas blancas cubriendo mi cuerpo y cabello.

—Mark...—pronunciar su nombre duele—, quiero ser fuerte para él. Quiero ver su sonrisa, oír como su risa se filtra por mis oídos y acaricia mis sistemas. Quiero que me saque de quicio y que con sus burlas me muestre lo egocéntrico que puede ser cuando se lo propone. —las lagrimas resbalan por mi rostro de nuevo. Ella me abraza con fuerza hacia su pecho.

—Entiendo tu dolor—me tenso y acaricia mi cabello.

—No lo entiendes. Tú no tienes a un hermano postrado en una estúpida camilla de hospital, inmóvil como si su vida no valiera nada—escupo, pero no me detengo a pensar en mis palabras—. No tienes un bloqueo en tu mente que te impide recordar que pasó la noche en la que casi pierdes a una de las personas que estuvo a tu lado, cuando las cosas se derrumbaban delante de tus ojos. No tienes que preocuparte de nada. ¡Tu vida es perfecta! Unos padres perfectos, un físico perfecto, chicos que hacen cola para llamar tu atención, pero que tu tratas como si nada— aparto sus brazos de mi cuerpo con repulsión, y por sus facciones desencajadas se que le ha dolido—. Niegas tus verdaderos sentimientos, siempre hablando de tus cosas, siempre haciendo como que las cosas son fáciles y que todo hay que tomárselo a risa.

Mi pecho sube y baja, no he percibido que la manta ya no esta alrededor de mi cuerpo, estoy levantada con los brazos extendidos, ella está enfrente de mí. Poniendo sus manos a los costados en puños.

—No soy perfecta—masculla, y una pelea entre las dos comienza—. ¡No tengo unos padres perfectos, no todo el mundo me ama! Sonrío, y rio para hacer sentir a los demás, a pesar de que a veces me sienta como una completa basura. ¡No tengo un físico perfecto, y la mayoría de los chicos que me quieren no van con buenas intenciones, sino que me ven como un trozo de carne!—respira un minuto y vuelve a la carga— ¡Nadie es perfecto, yo no lo soy, tu no lo eres, nadie lo es por mucho que lo parezca! Entiendo que estés enfadada conmigo, pero yo soy tu amiga ¡No tienes que cargar tus frustraciones como un blanco fácil!—su pecho sube y baja con rapidez, y lagrimas se deslizan por su rostro, provocando una punzada de dolor en mi pecho. Me siento culpable, no debería haber dicho todas esas cosas tan malas de ella—. Y para acabar, el chico que me gusta no me ve más que como una amiga, ¿contenta?

—Lo siento. —mi voz es inaudible, me siento avergonzada de mi misma. Decaída me intento acercar a ella, pero da un paso atrás, se pasa el antebrazo por su rostro, limpiando sus lágrimas con rabia.

—He tenido problemas todo este tiempo, y no he querido preocuparte con mis cosas, ya tenias suficiente con los tuyos para que viniera yo a embargarte con los míos—agarra una almohada y me golpea con ella, me caigo al suelo y alzo mis brazos mirándola confusa, agarro una almohada y le devuelvo el almohadazo. De súbito a mi cuarto entra una manda de cuerpos adolescentes. Y todos se suman con cojines en sus manos, por un momento me quedo estática, mi cara debe ser un poema.




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