Nubes de amor

35|Exigencia de respuestas

Savannah Smith:

5 segundos son suficientes, para desmoronarte, para ver cosas que antes no veías, para saber que hay cosas que uno no puede prever, que uno no puede saber, ya que la vida es así, ¿o no?

Es decir, de pequeños nos preparan para cuidarnos, para que sepamos que podemos contar con la ayuda d los demás. O eso fue lo que mis padres me enseñaron de pequeña.

Un día me dijeron: El día en el que ante tus ojos se detenga el mundo recuerda que, no es el fin del mundo, que las cosas siempre pasan por algo. Que cada experiencia tiene algo que aportar tanto bueno como malo. Los sucesos que vivas harán de la persona en la que te convertirás.

No sentí como mis pasos se notaban apresurados, no me percate del movimiento de mi cuerpo, agarrándola del cabello. Ella no se movió, como si supiera que si lo hacía sería peor. Que agravaría lo que sea que estuviera por ocurrir.

—Dime que esta pasando aquí. Mueve un pelo, o una parte de tu cuerpo y te derrumbo contra el suelo. Y créeme que la violencia no es mi fuerte, pero esto supera todos mis esquemas—mi voz se escuchaba susurrante con toda una mezcla de sentimientos encontrados.

Confusión. Rabia. Incomprensión. Y muchos más sentimientos me embargaban.

—Me haces daño—una mueca de dolor hizo. Pero eso era lo de menos ahora.

—Y mas que te voy a hacer si no hablas. Más bien si no habláis. —dirigí mi mirada alternativamente hacia los dos, estaban estáticos, dirigiéndose miradas de complicidad. Una complicidad que dolía— ¡Hablad de una vez, joder! ¡¿Qué habéis hecho?! Decidme de una jodida vez que habéis hecho. —mi autocontrol estaba desequilibrado.

—Tranquilízate, no es lo que parece—la voz hipócrita de Case se coló por mis oídos, agarre con más fuerza el cabello rubio de Kristen sin importarme los grititos de dolor que profería fuera de sus labios.

Había personas a nuestro alrededor, mirando curiosos, pero no me importaba. Nada importaba.

— ¡Encima eres lo suficiente hipócrita como para decirme que me tranquilice! ¡¿Tu quien te crees?!—la solté a ella y agarre de las solapas de su chaqueta motera al chico que estaba haciendo que incrementara mi odio hacia el— ¡¿Sabes lo mal que lo estoy pasando?! ¿Sabes el dolor que he sentido cuando vi a mi hermano hospitalizado luchando por su vida? ¡Postrado en una estúpida camilla! ¡¿Siquiera sabes lo que es ser humano?! ¡Respóndeme! ¿Es ahora cuando te quedas callado?—apreté con más energía. La energía que se estaba acumulando. Su rostro y le de los demás estaba lleno de confusión y asombro.

— ¿Está vivo Mark?—su voz sonó como si no fuera capaz de transmitir con claridad las palabras que salían de él. Case estaba con la boca abierta.

Kristen estaba con los ojos abiertos de par en par. Era para fotografiar su cara, pensé que por segundos se rompería en trozos de porcelana. Me dedique a observarla con la atención debida. Su cabello se movía de un lado a otro, el viento bamboleaba nuestros cabellos. Además, mire con asombro que su cara estaba ausente de maquillaje alguno, su ropa era normal. Nada de minifaldas, coleta perfecta o cosa alguna.

¿Qué le ha pasado a esta? ¿Dónde están sus aires de superioridad?

No es que se viera fea. Había que admitir que sin maquillaje se veía más fresca, con una belleza natural que no todos sabían apreciar de sí mismos.

Me incluyo.

— ¿No lo sabías? Qué extraño. ¿ No eras tú el que iba de listo, que me trataba mal hablando de algo que mi hermano había hecho? Ahora tu rostro se encuentra desencajado, pero hace unas semanas disfrutabas echándome la mierda encima.

Poso su mano junto a la mía.

—Puedo explicártelo. Pero antes quiero verlo—se notaba desesperación en su tono.

—Yo también—se unió Kristen recompuesta con los ojos llorosos.

Mi risa borboto amarga para mis labios. Negué, haciendo que sonara mi lengua.

—No. Exijo mis respuestas.

—Pero,...—no permití que acabara lo que fuera que iba a decir Case.

—No tienes derecho a pedir nada. Hay una gran diferencia, en estos momentos. Responde con lo que me habéis estado machacándome. —Las lágrimas rondaron por mis mejillas, una por una, provocando una quemazón en mi interior—. Si mi hermano muere, parte de la culpa será tuya. Tenlo por seguro.

Silencio, el timbre sonó, pero todos se encontraban allí, parados.

— ¿Veis? La mayoría de vosotros solo sois unos cobardes, se os da bien hablar de los demás, juzgarlos a pesar de que ellos no sean los culpables. Y aunque lo fueran, es de sinvergüenzas lo que hacéis—dije alto y claro, para que todos me escucharan—Habla, golpee su pecho repetidas veces—exigí mirándolo, retándole a que escupiera todo lo que no había dicho.

Traga grueso.

—Está bien. Pero vayamos a un lugar más reservado.




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