Nubes de amor

37 Sinceridad

Savannah Smith:

Nos pasamos la mañana recorriendo las calles, algo que hizo que me olvidara de mis problemas, que estuviera ajena a lo que estaba ocurriendo.

Eso me ayudaba mucho, ya que necesitaba un respiro, necesitaba estar ausente de mi mente.

—Los adornos son preciosos —dijo Félix, observando un árbol de navidad en el centro comercial al que habíamos entrado, para no agarrar un resfriado de los buenos.

Aunque estuviéramos a finales del mes de octubre, ya se estaba empezando a poner los adornos para las fiestas de navidad.

Observe su perfil, su sonrisa como la de un niño mientras miraba el árbol, como se le iluminaban sus ojos morenos como si nunca hubiera visto uno.

—Si, lo son —respondí ensimismada en mis pensamientos.

De la música del centro empecé a escuchar música, dentro de mí se avivó una energía que me impulso a hacer una locura.

Me puse a bailar, mientras movía las piernas al ritmo de la música a la vez que andaba, sin importar las miradas de seguramente algunos dependientes que trabajaban.

El centro comercial estaba prácticamente vacío a estas horas.

Solo era yo, la música y mis pasos extraños.

Abrí un poco los ojos, viendo como Félix movía la cabeza de adelante hacia atrás y movía los brazos como los tentáculos de un pulpo.

Reímos a carcajadas por el ridículo que estábamos haciendo.

—Damos vergüenza ajena —exprese con lágrimas en los ojos.

—Tú la das. Las personas se cautivan por mis pasos todo sensuales —con toda la alegría del mundo expulsó las palabras.

Escuché unos pasos y gritos de personas entrando por las puertas mecánicas que daban al interior del edificio en el que estábamos.

Giré el eje de mi cuerpo, pero fue demasiado tarde.

Ya que sobre mi estaban Emily e Elaine abalanzándose con su peso, encima de mi cuerpo.

Todos estaban allí, algo que me extrañó.

— ¿Qué hacéis aquí? —pero comento el error de preguntar, ya que todos me miran con miradas de negación y decepción máxima.

La primera en emitir palabra y explicarme de que va todo esto es Elaine.

— ¿Tu qué crees? Nos hemos sumado a la inasistencia a las clases. Hemos visto todo lo que ha ocurrido y hemos venido para disfrutar —iba a preguntar quién les había dicho donde nos encontrábamos pero solo bastó que señalará con su mirada, el susodicho correspondiente de la mirada, comenzó a silbar y mirar hacia otro lado.

—Tú no tienes remedio —expreso con negatividad.

—Tú eres,... Tú —no entendí su respuesta.

Pero nos la pasamos recorriendo las tiendas como niños recorriendo un parque.

Nos dividimos en grupos de dos.

Elaine, Cassie y yo.

Byron, James y Félix.

—Vale, chicos. Tenemos que comprar los materiales, ya que este fin de semana es la fiesta y creedme tiene que ser épica la exclusiva que daremos —asentimos, cada uno de los grupos teníamos una lista con las cosas que necesitaríamos.

Ya que, debíamos jugársela buen a Andrew el pelirrojo que tuvo suerte de que no le retorciera sus partes íntimas.

Hasta se me había olvidado que todavía teníamos que hacer un reportaje.

Cada uno se fue por un lado distinto, las chicas por un lado y los chicos por otro.

Cuando tuve un poco de tiempo a solas con Emily mientras Elaine observaba diferentes frascos de espray, entablaba una conversación que me pareció profesional con el encargado de la tienda.

Dirigí vistazos exhaustivos a Emily.

—Quiero que lo digas alto y claro. Si titubeas te aseguro que te la pasaras aguantando las películas más sangrientas que verás en tu vida—su rostro desencajado me mostraba todo lo que necesitaba.

—Tú necesitas una buena dosis de medicamentos —sus irises verdosos me observaban con un poco de miedo, mientras los tapaba con su cabello moreno.

Alcé la ceja con rapidez.

—Me gusta Byron, siento atracción por él —susurro inaudible, pero con la firmeza patente.

Uno de los motivos que me sorprendió, no fue el hecho de que dijera que le gustaba algo que yo ya sabía, sino que no pronunció las palabras creo o puede.

—Has dicho sin titubeos que sientes atracción por él. No has dudado en decirlo con firmeza. ¿Desde cuándo ocurre esto?

No me mira.

—Desde hace unas semanas, cuando me consoló mientras me veía llorando me di cuenta de que lo que siento por él es fuerte.

Junte las cejas.

— ¿Por que estabas llorando?

—Andrew solo me utilizó, pensé que era diferente a los demás. Se lo conté a Byron, ya que tú ni tenías tiempo para mí y ese día no quería agobiarte con mis problemas —su voz estaba apagada.

Mi corazón bombeó con fuerza.

—Yo siempre voy a tener tiempo para ti.

Le acaricie la espalda con un poco de miedo, ya que no sabía qué hacer.

—Lo sé.

—Díselo, los dos sentís lo mismo —por primera vez, me mira directo a mis ojos.




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