Iniciaba el segundo año de universidad y la profesora nos pidió que hagamos una tarea de a dos personas. La gran mayoría ya habían elegido compañeros por lo que quedaban pocas opciones. De pronto vi en el fondo del salón una chica muy callada que se notaba que era tímida. Yo sé muy bien lo triste que es que no te elijan para las actividades o te hagan de lado pues soy una persona de pocas palabras por este motivo me sentí un poco identificada. Me aproxime a ella y le pregunte si quería hacer la tarea conmigo. Ella levanto la vista y me vio con una mirada entre sorpresa, emoción y tristeza. Esa reacción me sorprendió. Luego me dijo ¡SI! con una sonrisa. A la semana siguiente presentamos la tarea pero nos llevamos tan bien que comenzamos a hacer equipo para todas las tareas de las demás materias.
Y fue de esa forma que pasó un poco más de un año y me di cuenta que ella comenzaba a faltar a las clases. Al principio no me sorprendió pues a lo mejor tenía algún problema de salud o quizás alguna complicación en su entorno familiar. Fue entonces que me percaté que a pesar de conocernos hace bastante tiempo nunca le pedí su teléfono lo único que pude hacer fue esperar a que volviera y me contara que le sucedió. Pasaron como dos semanas y comencé a preocuparme. Recordé que una vez pasamos por su casa para ir a buscar una tarea que debíamos presentar. Cuando llegamos me invitó a pasar para tomar un vaso de agua fría porque hacía mucho calor. Acepté. Al ingresar su padre que se ubicaba sentado en un sillón un poco alejado de nosotras giró la cabeza hacia mi dirección y me miró de abajo hacia arriba como si me estuviera escaneando y me mostró una sonrisa pícara. Estaba muy incómoda con esa situación. Ella no se dio cuenta porque justo en ese momento servía los vasos. Tomamos agua y salimos. Desde ese día cada vez que ella me pedía que la acompañara a su casa siempre ponía una excusa. Para las tareas prefería que viniera a mi casa, a ella le pareció muy buena idea. A mi madre ella la había caído muy bien, prácticamente la adoptó como una hija más.
Cuando cursaba el último mes del segundo año sucedió que una noche mientras dormía tuve un sueño muy raro: "Una noche ingresando a mi habitación. Intente encender la luz pero no prendía de todas formas no me importaba mucho pues no le temo a la oscuridad. Sin embargo, justo cuanto estaba parada a lado de mi cama acomodando la frazada sentí una briza en mi espalda. Me quede petrificada sin saber cómo reaccionar. Segundo después un destello de luz ilumino la esquina de mi cuarto situado a mi espalda. Con algo de temor me gire a mirar y lo que vi me aterro mucho más. Allí se hallaba un cajón fúnebre y en él se encontraba mi amiga. Eso me asustó. No me podía mover del espanto. De pronto ella abrió los ojos, se sentó y me grito: "!CUIDADO, EL QUIERE LASTIMARTE¡". Yo tenía miedo pero ella era mi amiga y sabía que no me dañaría entonces le pregunté: ¿Quién es él? y ella me miro con mirada muy triste". Luego me desperté. El sueño me resultó muy extraño.
Esa mañana mientras desayunaba escuche que mi madre hablaba por teléfono con alguien. Su voz escuchaba desanimada. Pero no le di importancia y seguí con mi desayuno. Después de cortar la llamada vino a la cocina. Su rostro se mostraba muy serio y eso me preocupaba. ¿Paso algo malo? Le pregunté. Ella dudo en responder hasta que empezó a hablar: “llamó una tía de tu amiga y me dijo que hace tres días tu amiga falleció" Yo me quedé congelada y sin saber que responder. Luego de unos minutos exprese: "No puede ser. Ella parecía estar bien. Pero ¿qué le pasó?" Pregunte con lágrimas en los ojos. Mi madre me contesto: "No me dieron mucha información pero tenemos que ir a su funeral y los familiares pueden responder a tu pregunta". Esa misma tarde fuimos al funeral en la entrada me preguntaron quiénes éramos. “Soy una compañera de la facultad” le respondí. Aún con los ojos nublados por las lágrimas se formó en su rostro una pequeña sonrisa, “Sí, ya se quien sos. Yo fui quién te llamó. Ella tenía tu número en su cuaderno como “AMIGA”. Gracias por venir” me dijo. Al instante, recordé que tenía en mi cuaderno en la primera hoja mis datos personales por si llegaba a perder mis pertenecías así podrían devolverlas. Quizás ella vio mi número allí.
Al finalizar la conversación ingresé al salón. que como vivir un deja vu, la escena del cajón era el mismo que vi en mi sueño. Eso me impresionó. Mucho más cuando vi a mi amiga. La tristeza me invadió y comencé a llorar. Al tranquilizarme, me acerqué a unos parientes de mi amiga que se ubicaban en un lugar más apartado del resto y les pregunté qué le pasó a ella. Ellos me miraron con rostros tristes y me contaron: "El padre de ella era muy violento y siempre la maltrataba física y psicológicamente. ¡Gracias a Dios nunca llego a una violación!. Muchas veces llamamos a la policía y lo denunciábamos por maltrato pero ellos iban a su casa y todo parecía normal y tranquilo así que los policías se retiraban. Ella buscaba en la facultad una salida de emergencia para escapar de ese desgraciado. Su vida era miserable hasta que te conoció a vos. Su rostro se veía más iluminado cada vez que volvía de la facultad. Pero al llegar a su casa los disgustos volvían. En varias ocasiones intentamos decirle que se venga a la casa de cualquiera de nosotros pero ella no quiso y nos decía que tenía que proteger a alguien aunque le preguntáramos no nos respondía y a los pocos días nos enteramos que su padre la mato a ella con un cuchillo y luego se ahorco". Yo no podía creer lo que me contaban. Al terminar el velorio volví a mi casa pero esa noche no podía dormir pensando en todo lo ocurrido y ese extraño sueño hasta que me quede dormida.