Eloise Pov.
29 de Julio, 2019
Estoy sentada en mi escritorio que está delante de la ventana dándome una hermosa vista de Bariloche, Argentina. Bajo la vista a mi agenda dónde tengo anotada la fecha del inicio de los exámenes finales, estoy en mi último año de Psicología y si a mis 25 años me voy a graduar, además ya tengo pensado que quiero hacer con mi vida, sería viajar a San Francisco, California y trabajar como psicóloga Fornece. Escucho unos toques en la puerta, simplemente digo un adelante y veo a mi hermano menor entrar y simplemente sentarse en mi cama. Siento su mirada sobre mí, me volteo con una cara de pocos amigos ya que estaría interrumpiendo mis estudios para los exámenes que están por venir.
—¿Qué pasó?—.le pregunto volviendo la atención a los apuntes en la mesa.
—La comida está lista—. Dijo mientras le digo ya voy dejando de lado un poco mi estudio para ir al comedor.
Bajo las escaleras lo más despacio posible, no estoy de esos ánimos para decir estoy bien, todo esto de la Universidad me está colmando la paciencia, energía, todo. Entro a la sala e ir al comedor y sentarme en mi lugar, además de que mi padre nunca estuvo de acuerdo con la decisión de mis estudios, pero con la ayuda de mi madre lo pude lograr, bueno, casi, todavía no me recibí, estos exámenes finales y un año más.
Los quedo mirando a todos, viéndolos sonreír, contando anécdotas de nuestra infancia, y demás. Yo simplemente juego con la comida, la muevo de acá para allá, me siento ida en mis pensamientos hasta que siento un golpe en mi pierna, levanto la mirada y veo a Leo dándome una sonrisa se la devuelvo con una mirada reprochándole por la patada. Somos cinco personas viviendo en una casa, mis padres, mi hermana mayor y el terremoto de la casa, Leo. Hoy es Domingo, estamos comiendo pasta, le sale tan bien a mi madre.
—Tengo que contarles algo— Se escuchó a Aurora en un susurro.—Voy a inscribirme en la Universidad de Derecho— Dijo toda emocionada, raro, porque a ella le gusta escribir, pero es su decisión, y obvio que la apoyo.
—Bien hermanita, igual con calma si?, todo a su debido tiempo— Digo apoyando mi mano en su hombro demostrándole mi apoyo.
Terminamos de comer levantamos los platos para luego lavarlos. Mis padres fueron a su cuarto para descansar un poco.
Subo en dirección a mi cuarto para nuevamente sumergirme en mis estudios, estoy algo nerviosa debido a que mañana tengo que ir a una cafetería en frente de una editorial, es hermosa.
Cuando veo la hora me doy cuenta de que estuve estudiando cinco horas, me estiro en la silla intentando sacar el sueño que siento en este momento, pienso en salir un rato a tomar aire fresco y despejar la mente. Salgo en dirección al patio trasero, es un poco grande para mí ya que no lo usamos muy seguido creo que solo para las parrilladas o las festividades. Hay una pileta no es tan grande pero así nos gustó. En el fondo está la hamaca al lado hay un árbol muy hermoso. Me siento en allí para observar el cielo, admirar las nubes que en algunas ocasiones puedo ver alguna figura. Me recuesto del todo para estar un poco más cómoda.
Abro los ojos al sentir una ráfaga de viento muy fuerte, pero no de frío, veo que tengo una manta. Estiro mi cuerpo para sacar todo ese sueño que tenía al despertar causando que la manta se cayera al suelo, acomodo mi cuerpo sin colocar los pies en el césped. Me quedo acá por unos minutos antes de caminar en dirección a la casa. Son las tres de la tarde, voy a la cocina por un poco de café y me encuentro a mi madre sentada con una libreta armando la lista de compras.
—Hija, te habías quedado dormida así que te puse una frazada para que no tomes frío— dijo aún viendo la libreta.
—Gracias. Hoy vas a hacer las compras o mañana?— le dije en un tono inocente, se voltea a mirarme con una cara de, tú no me engañas. A veces pienso que tiene un poder o algo relacionado con eso para descubrir en lo que pienso o voy a hacer— me preguntaba por si querías mi ayuda con las bolsas—digo lo más rápido posible intentando no trabarme en el intento.
—A qué viene todo esto, tú nunca me has acompañado al súper ni ayudado con las compras, porque ese cambio repentino?—dice en un tono interrogativo.
—Nada, sólo quería ayudar a mi madre—me sigue insistiendo con duda en la mirada.
Me sigue mirando con duda, pero no rechista ni se niega a mi ayuda simplemente asiente y vuelve su atención en la lista de compras. Yo en cambio voy a la mesada por el café, lo vierto en una taza que al colocar calor se revela lo que pusiste, en mi caso una frase de la serie Teen Wolf.
-Hay tres cosas que no se pueden ocultar, cuales son, El Sol, La Luna y La Verdad.-
Que se note mi fanatismo por esta serie, termino de tomarlo rápido para subir a mi cuarto y cambiarme por algo más decente e ir a la cafetería, estoy tan apurada porque en veinte minutos debería de estar allá.
Me despido de mi madre que salió de la cocina para sentarse en el sofá, salgo de casa y comienzo mi caminata al local.
***
Estoy ahora mismo en frente del lugar. Es Hermosa. Tiene tres pisos, cada uno diferente, en el primero Tiene un par de mesas en el segundo varios estantes con todo género de lectura y en el tercero hay varios sillones donde podes sentarte y leer mientras esperas tu pedido.
Tengo que lograr trabajar acá, la otra opción que tengo es en una librería, pero sería tiempo completo, y yo tengo que ir a la facultad. Entro y lo primero que hago es acercarme al mostrador, donde se encuentra una chica de tez morena, pelo castaño y ojos con tonalidad miel y un toque amarillentos. Me regala una sonrisa de amabilidad antes de decir todo el monólogo típico de bienvenida, no me desagrada, sino que me gustó.
Pasan unos minutos en dónde yo estoy sentada en una de las mesas esperando a la encargada del local y empezar con la "entrevista". Estoy un poco nerviosa cuando la veo llegar junto a mí, y poder hacer las preguntas, etc.