Nuestra Dulce Amistad

CAPÍTULO 1: ¿Omega?

Recuerdo que estaba cursando el grado tercero de primaria, cuando mi maestra Michell nos mencionó el tema de los subgéneros existentes en nuestro mundo. Nos explicaba que los alfas eran individuos excepcionalmente dotados en todas las dimensiones de su vida. No importaba si provenían de familias ricas o humildes, su destino, según nos menciono, siempre estaba ligado al éxito financiero. Además, poseen una capacidad única, la cual consistía en que podían dejar en estado de gestación tanto a mujeres como a hombres.

《 Esta capacidad tiene sus límites ¡Obvio! 》

Los alfas no pueden embarazar a los hombres comunes, osea a los betas, debido a que estos no pueden ser fecundados y no poseen un útero. Esta capacidad solo funcionaba con los hombres pertenecientes al subgénero de omega. Los omegas se distinguen no solo por poseer una belleza extraordinaria, sino también por su capacidad biológica de gestar, independientemente de su género asignado al nacer.

Luego estaban los betas, que representan a la mayoría de la población humana. Son individuos comunes, sin habilidades extraordinarias.

《 Precisamente por esta razón, me fascinaba este subgénero. 》

Mientras algunos de mis compañeros despreciaban el subgénero beta por considerarlo aburrido o inferior, yo lo veía como el más admirable de todos. Llevaban vidas tranquilas, estables, sin sobresaltos, ni grandes dramas, y ese tipo de existencia sencilla siempre me había parecido profundamente valiosa.

Por otro lado, recuerdo vívidamente el día en que comenzaron a asignarnos oficialmente nuestros subgéneros. Yo estaba muy emocionado y deseaba con todas mis fuerzas ser un beta. Pero cuando finalmente recibí los resultados y vi escrito la palabra:

“Omega recesivo”

El miedo se apodero de mi como una tormenta repentina. Sentí como mi corazón latía con tanta fuerza que por un momento pensé que se saldría de mi pecho. Un nudo en la garganta me ahogaba, y las ganas de vomitar me comenzaron a invadir rápidamente. Sin pensarlo, salí corriendo al baño del colegio, tratando de escapar de aquella revelación que me parecía imposible de aceptar.

《¡No quiero ser omega!》

La idea de ser un omega me resultaba demasiado dolorosa. No porque creyera que serlo fuera algo malo para mi, sino por el miedo que me provocaba enfrentarme a una sociedad cruel, que trataba a los omegas como seres invisibles e irrelevantes. Tenía apenas ocho años de edad, pero ya entendía perfectamente el peso de ese estigma. Sabía que los veían como seres frágiles, inútiles, buenos solo para tener hijos, criarlos y cuidar del hogar…

《¡No es justo!》

No quería que mi subgénero definiera mi destino, mucho menos en un mundo que se empeñaba en limitarlo. Aquel día, mientras contemplaba mi reflejo en el espejo de aquel oscuro baño, un escalofrío me recorrió la espalda al sentir una presencia extraña observando desde el umbral de la puerta, una mirada fija y silenciosa, como si el tiempo se hubiese detenido.

《¡Debe ser un estudiante! 》

Al darme cuenta de que solo era otro estudiante, traté de tranquilizarme e ignorar su presencia. Probablemente era uno de esos tantos estudiantes que se escondían en los baños del colegio, solo para escapar de las clases aburridas de matemáticas. Sin embargo, algo en mi interior no me dejaba estar en paz. Una inquietud se estaba aferrando a mi pecho, como una alarma silenciosa que vibraba con insistencia, negándose a apagarse. No sabía exactamente el motivo, pero cada fibra de mi ser me suplicaba que saliera de aquel lugar rápidamente…

《¡Estaba en peligro! 》

Lo sentía en los huesos, en la piel, en el aire mismo..tenía que salir de allí lo antes posible.

《¡Y tenía que hacerlo ya.! 》

En aquella habitación, el silencio era tan denso que sentía que podía cortarlo con los dedos. La mirada de ese sujeto la sentía clavada en mi espalda con tal intensidad que era como si intentara atravesarme y partirme en dos. El miedo se aferró a mi pecho con bastante fuerza, inmovilizando por completo, como si unas cadenas invisibles me sujetaran al suelo. Un olor nauseabundo invade el aire, envolviendo el lugar con un manto pesado, sofocante, y un mareo intenso que no tardó en llegar, obligándome a tambalearme mientras el mundo giraba a mi alrededor.

—¡Oye, chiquillo! — Exclamó el chico que se encontraba detrás mío.

Al escuchar aquella voz, me giré de inmediato y lo reconocí al instante.

《 ¿Felipe? 》

Felipe, era un estudiante que cursaba el quinto grado y tenía una reputación muy poco favorable en el colegio. Los rumores apuntaban a que estaba involucrado en asuntos turbios y que no era alguien de fiar. Sin embargo, ni los docentes ni la coordinadora se atrevían a tomar medidas drásticas en su contra, pues su familia desembolsaba una suma considerable para garantizar su permanencia en la institución.

—¿Qué haces tan solo en este lugar tan oscuro? — Exclamó con una sonrisa maliciosa.

Aquel chico, al no obtener respuesta, comenzó a acercarse lentamente, paso a paso, como si saboreara el miedo que me invadía.

《 Sus ojos… ya no eran los mismos. 》



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En el texto hay: humor, omegaverse, romance

Editado: 28.12.2025

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