Nuestra Emilia

Capítulo 1

TW:

  • Consentimiento dudoso.
  • Síndrome de Estocolmo.
  • ABDL
  • DDLG
  • NO escenas sexuales.
  • Ligera mención de trata de blancas.
  • TODOS los involucrados son mayores de edad.

AD_4nXerfxmNK0crXtoPf5XuAUVSBRmn63zVXptxelz4EsTr4O9g5ydQCAYjcKSJScrERjH-PGMdzktxXIGOql1JHsd4CsIoRufq_nc5maylalS4yT2sEFmbi9YmWeGuQvJ8ZsZaD10hvExRSMgkTdz13Z3h8qoy?key=JtSzTaY8qBMxrfdgbgyl5Q

El sonido del camión chocando con el auto se repetía una y otra vez. Mamá desvaneciéndose, todo oscuro y silencioso. Hasta que logré ver las luces de los camiones de bomberos, intente gritar, tan fuerte como pude, pero no logre nada. Mi garganta ardía, mis pulmones colapsados intentaban aspirar aire. Los bomberos me sacaron del auto, los veía mover sus bocas, pero no lograba escuchar nada, mi cabeza latía al exacto ritmo de mi corazón. Estaba muy asustada. Moví mis manos sostenido mis orejas, como si eso lograse algún cambio, apreté tratando de liberar la presión. Veía puntos negros en las caras de los paramédicos, mis manos estaban húmedas, luego todo se volvió negro. Me desvanecí.

Los siguientes meses la pase en silencio, ahora mi mundo era eso. Papá no había vuelto a ser el mismo después del accidente. Perder a mi mamá, nos había afectado de formas inimaginables. Aún más a él. Las deudas eran grandes.

El seguro que obtenía por el trabajo de mamá se había hecho cargo de todos los gastos médicos y de su funeral. Estuve horas, días y meses, saliendo y entrando del hospital. Iba casi todos los días a terapia de lenguaje. Tuve que aprender a hablar desde cero, en lenguaje de señas y con mi propia voz, que aunque no la logro escuchar, está allí, más fuerte que nunca.

Con el tiempo asimilé que mi oportunidad de volver a escuchar se había desvanecido. Como todo lo bueno en mi vida.

Papá, profundamente hundido en el agujero de la depresión, se negó a aprender lenguaje de señas, aunque lo intentó durante 3 días, se dio cuenta de que no valía la pena esforzarse. Tuve que aprender a leer labios, por él y por todos a mi alrededor.

Mis sentidos se habían agudizado, más mi tacto, podía sentir las ondas que generaban los carros sobre el piso, la corriente de agua pasar por el drenaje, el retumbar de los parlantes de los vecinos cuando hacían fiestas. Me hacía sentir más cerca a lo que era antes, al menos un poco. Mi mundo había cambiado. Yo había cambiado. Ya no volvería a escuchar y mamá nunca volverá.

Papá, en medio de la desesperación, vendió la casa donde viví toda mi vida, tratando de ayudarlo, le di muchas cosas mías para vender. Tal vez este sería un nuevo comienzo. Nos cambiamos de ciudad, nos mudamos de casa. Con el dinero que habíamos logrado recaudar creí que las cosas mejorarían, ese fue mi error. Creer.

Papá empezó a llegar con dinero, mucho dinero, al principio pensé que comenzó un nuevo trabajo. Pero fue solo una mentira que yo misma me creé. Pronto empezó a llegar sin un solo centavo. Luego descubrí que apostaba. Ahogando su dolor en casinos, nos dejaba aún más endeudados.

Después de la muerte de mamá, perdí más que mi audición, perdí a mi familia.

A C T U A L I D A D

Eran las 12 de la noche y una pesadilla me había despertado, baje descalza las escaleras y con mucho cuidado de no hacer ruido entre a la cocina, que yo fuera sorda no significaba que el mundo dejase de escuchar.

Tomando la tetera eléctrica, le vertí un poco de agua y esperé a que calentara. Cuando la luz me indicó que ya estaba lista; la levante de la base y me dirigí a la taza que ya tenía chocolate en polvo con azúcar, antes de terminar de verter el agua un fuerte estruendo en el suelo hizo que me asustara, saltando, golpee la taza, haciendo que se cayera partiéndose en muchos pedazos filosos, el líquido no me estaba quemando, pero estaba muy caliente.

Antes de poder hacer algo, la puerta de la cocina se abrió y un rostro desconocido apareció. Papá nunca traía personas a casa, me asusté aún más al notar el rumbo en el que mis pensamientos iban. Agachándome, tomé uno de los pedazos más grandes de cerámica, si entraron a robar no encontrarían nada de valor. A la defensiva apunté al hombre, pareció hacerle agracia mi pobre acto de defensa.

De pronto papá apareció por la puerta, con el labio sangrando, fue seguido de otro hombre, todos me miraban.

¿ Qué está ocurriendo ?

Papá se veía enfadado, los hombres expresaban sorpresa y yo seguía sosteniendo el pedazo de cerámica. El hombre alto y ancho que entró primero habló, pero sumergida en mi propio temor, no presté atención a lo que dijo.

Congelada y sin poder moverme, caminó hacia mí, sus ojos permanecieron viendo los míos, no quité la mirada cuando deslizó el pedazo de cerámica fuera de mi mano, luego sin mucho esfuerzo me levantó unos centímetros, moviéndome me dejo sobre el suelo sin líquido ni pedazos de cerámica.

Vaya. Odiaba ser el centro de atención. Los dientes de papá castañeaban un poco indicándome que estaba en problemas o tal vez él era quien estaba en problemas.

— Arriba —. Ordenó.

Rápidamente, me moví, y sin despedirme pase por su lado y luego por el del otro señor, baje la cabeza y corrí hacia arriba. Dejando detrás de mí, huellas de chocolate.

AD_4nXdreEu7AaB_MPq8WSXJn7QQ5f8u_51X-ndmBfVCLX9ga3DeFmTh1UdeLqCAyKuXMafIXScZBUw6_MdDu65yu1BN2xvfwnQhRi6XtYJSy1wyQjP1g_NaJDpQezW8fJl-aMzASX0rkClh9OK5swp6xHIXVO4J?key=JtSzTaY8qBMxrfdgbgyl5Q



#14 en Joven Adulto
#147 en Otros

En el texto hay: estocolmo, ageplay, abdl y ddlg

Editado: 10.09.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.