En la salida de la escuela permanezco sentada, sin esperar nada me mantengo observando. Es extraño ver padres en la escuela, pero hoy es uno de esos días. Me mantengo ajena a la celebración del Día de la Madre.
Una persona trotando junto a su perro pasa. Las palomas bajan al pavimento buscando sobras de alimento. Cierro los ojos, y escucho. Nada.
Dejo de ahogarme en mi propio silencio cuando el aire caliente es interrumpido por una ráfaga fresca. Cuatro estudiantes de último año salen a hurtadillas. No está permitido salir de la escuela sin autorización, y aunque desees escaparte, la seguridad siempre te encuentra y te envía directo a detención. Así que solo espero ver como son regresados.
Uno de los escapistas cambia sus facciones, empieza a respirar rápido y sale corriendo con dirección al guarda de seguridad. Algo debió de decirle, algo le inventó que hace que este abandone su puesto siguiendo al mentiroso.
Cuando desaparece y veo escapar a los demás, decido que vale la pena una detención por intentar escapar, que seguir aguantando el día festivo a una madre enterrada en el cementerio.
Los sigo a una distancia prudente hasta que son atrapados. Pero el escándalo que hacen entretiene lo suficiente a la seguridad para que me pueda escabullir entre los arbustos. Sintiendo la adrenalina en mi cuerpo sonrió. ¡ Esto es divertido !
Los chicos abatidos dan la vuelta, el guardia de seguridad los sigue, dejando su puesto sin vigilancia. Así que tomo eso como mi señal y corro fuera.
Cuando estoy lejos del distrito escolar, bajo la velocidad. Me tengo que tomar un momento para recuperar el aire. De camino a casa me coloco unos audífonos, si pudiera escuchar pondría música, pero como no, los dejo, simplemente estar en mis orejas. Me hace sentir un poco más normal, fingir que simplemente elijo no escuchar mi ambiente.
Cuando llego a casa, tomo las llaves para abrir la puerta, pero esta se encuentra sin seguro. Debo recordarle a papá, otra vez, que debe cerrar la puerta con seguro, ya no vivimos donde siempre. Esta zona es de clase baja y no tan segura.
Me quito mis zapatos para ir directamente a las escaleras, cuando estoy cerca de mi habitación me detengo, sombras salen debajo de la puerta. Enojada, abro la puerta sin más, lista para gritarle a papá que no puede vender nada más de mi cuarto, no tengo mucho, pero parece que él se anima a sí mismo a vender cualquier cosa que le dé unos cuantos billetes.
La vista de dos hombres en mi habitación me hace detenerme en seco. Todo pasa tan rápido, cuando terminando de bajar las escaleras un tirón en mi cuero cabelludo, me hace saber que me han atrapado.
¿ Qué está pasando ?
No puedo descifrar muy bien que dicen cuando tapan mi vista con una tela. Grito, mis cuerdas vocales duelen como el día del accidente. Pero por más que grito no puedo escuchar nada. Me levantan tan rápido del suelo que me mareo.
Mi corazón late ferozmente cuando siento que atan mis manos y pies. Tirada en el suelo, y después de un descanso a mi garganta, tomo aire y grito, grito y grito todo lo que puedo. Pero cuando menos lo espero, me inyectan algo en el brazo.
Ya no puedo gritar, hago lo mejor que puedo para hacerme escuchar, pero cada minuto que pasa hace que me sienta muy mareada, gimo cuando me quitan la tela de la cara y un flash de cámara me deja ciega.
Después del blanco viene el negro y yo permanezco en mi propio silencio. Duermo como hace tiempo no lo hago.
— Parece que ya tienen a la nena —. Suelto ingresando a la oficina de Jonathan sin tocar.
— ¿ Eh ? Apenas es medio día —. Está preocupado, tantos años conociéndolo hace que leerlo sea mucho más fácil que para otras personas.
— Tal parece que llegó mucho antes a su casa y los encontró llevándose sus cosas —. Replico tomando asiento.
— Mierda, dime que no le hicieron daño —. Expresa muy preocupado.
Digamos que él es quien más quiere esto, por mi parte confió lo suficiente en el cómo para saber que si se ha obsesionado tanto por esta chica, es por algo. Y demonios, el coraje que me dio en el momento que vi la foto de la chica inconsciente me hace saber que tal vez yo también esté entrando en la obsesión que él conduce.
No es que tener una Little de nuevo se encuentre en mis mayores prioridades, pero Jonathan vio algo en ella y ahora sumergido en nuestras propias decisiones, no puedo sentirme ajeno a ella. Tal vez en lo profundo si quiero volver a entrar en ese estilo de vida en el que congeniamos ambos.
— Me dijeron que no, pero tuvieron que usar un tranquilizante, no paraba de gritar y pedir ayuda —. Respondo tratando indirectamente de hacer que no se ponga posesivo y lleve por sus propias manos el secuestro de ella.
— Dime de nuevo por qué razón no fuimos nosotros a buscarla —. Suelta tocándose la cara.
— Son profesionales, además, sabes que sus programas funcionan bien. Al menos no quedaremos como los tan malos de la historia—.