Nuestra Emilia

Capítulo 4

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Me removí un poco en la cama, escondí mi cabeza en la almohada por la luz que entraba. Olía diferente. Mis ojos se abrieron, disgustada los volví a cerrar.

Cuando se acostumbraron a la luz, observe la cama donde estaba, tenía cuatro almohadas, rápidamente me senté observando todo, el sueño que había tenido fue muy extraño. Enseguida, me di cuenta de que no había sido un sueño, estas no eran mis sabanas, este no era mi cuarto, esta no era mi casa. Como si de una bofetada se tratase, recordé los instantes previos a mi secuestro. Me secuestraron… pero ¿ por qué ?

Bajando de la cama con un pequeño salto hacia afuera, me percaté de la suave alfombra color azul pálido, el cuarto era extraño, parecía el de una niña, ¿ dónde estaba ?

Me acerqué hacia la puerta más cercana, abriéndola, vi solo un baño, caminé hacia la otra puerta, la cual me dejó salir al pasillo.

Observe con mucho interés el lugar, era una casa muy bonita, pero ¿ qué hacía yo aquí ? Sí, gente mala me hubiera secuestrado. . . ¿ No sería conveniente encerrarme en una celda ? ¿ O algún cuarto sin tanta decoración ?

Traté de controlar mi pánico armándome una historia alterna en donde mis secuestradores no eran malas personas. Eran mis secuestradores, ¡ Por supuesto que son malas personas ! Las buenas personas no secuestran otras personas.

Bajando las escaleras lo más silenciosa posible, deje que mis pies me guiaran. Cuando termine de bajar observé mi alrededor, alguien con una niña vivía aquí, la habitación y la zona de juegos en una de las esquinas me lo confirmaban. Mi vista se fue a la cocina, donde pude ver movimiento atravesando la puerta de vidrio. Antes de poder moverme sentí las pisadas de alguien en el pasillo de arriba, la vibración cambió, inmediatamente a las escaleras.

Reaccionando con velocidad me dirigí a la puerta, moviendo la cerradura con rapidez se abrió.

Empecé a correr, sin prestar atención a mis pies adoloridos por el calor mantenido en el cemento, cuando cambié de rumbo sobre el césped, maldije por las pequeñas espinas que se incrustaron con cada paso. No corrí tanto cuando me capturaron, tomándome de la espalda, me levantaron, igual que había hecho anteriormente. Moviéndome y pataleando logré que me soltara, pero no por mucho, el otro hombre me cargo, dejándome en su costado, con una de sus manos obligó a mi cabeza a colocarse sobre su pecho, mis ojos empezaron a picar. El dolor en mis pies y las espinas clavadas en ellos hicieron que mi berrinche disminuyera. Ahora atrapada, lo único que pude hacer fue concentrarme en las quemaduras de mis plantas.

Al entrar a la casa todo estaba igual, ambos caminaron hacia el sofá. Al que no me cargaba lo reconocí por ser el que se había quedado conmigo cuando me llevaban lejos de la clínica. No había sido un sueño. . .

El hombre me soltó dejándome en el medio del sofá, ambos se sentaron aún lado mío para evitar que volviera a escapar. Uno de ellos tomó un papel mientras el otro hablaba con él, exactamente lo que decían no logré entenderlo. ¡ Yo solo quiero salir de acá !

Traté de abrazar mis piernas, pero los pinchos de las espinas que se clavaron en mis pies hizo que me quejara. Llena de lágrimas, imploro que me dejen ir, no obtengo nada de ellos hasta que me tocan el hombro y me extienden el papel con algo escrito en él. Cuando tomo el papel, aquel hombre se va.

« No trates de correr de nuevo, te lastimarás aún más. Después de cuidarte hablaremos » Bufó ante lo escrito, no me importa clavar aún más las espinas. . . sí, eso implica obtener mi libertad de vuelta. Cuando estoy a punto de volver a huir, el chico que permanece conmigo me toma del brazo, viéndolo, niega con la cabeza.

El otro llega enseguida, con una especie de canasta que tiene cosas de bebé, de ella saca un botiquín. Chillo, cuando me toman en brazos, mis pies queda sobre las rodillas de él mientras yo me retuerzo sobre el otro tipo.

Un escozor en mi muslo me deja atónita, lista para contra atacar grito. No duro mucho haciendo uso de mis cuerdas vocales cuando algo se coloca en mi boca, trato de apartarlo, pero el tipo lo sostiene contra su palma evitando que lo escupa, siento como lo atan en mi nuca. Cuando deja de sostenerlo me doy cuenta de lo que ha pasado.

¡ Me han colocado un jodido chupete con una especie de cadena que evita que lo escupa fuera de mi boca !

¿ Qué clase de broma es esta ?

Usando mis manos trato de desatarlo, pero de nuevo me sostienen las muñecas.

Dejando de moverme, permanezco viendo lo que está haciendo. Suelta un líquido frío en mis pies, que supongo es desinfectante. Luego, con una especie de pinza con linterna, empieza a sacar las espinas de mis pies. Me quejo cada que logra sacar una, se siente como si de nuevo estuvieran entrando en mi piel. No sé cuanto tiempo pasa, pero cuando empieza a vendar mis pies sé que está terminando.

Cuando él empieza a guardar las cosas que ha usado, siento como la correa que sostenía el estúpido chupón se afloja, sin vacilar lo escupo de mi boca, trato de tomarlo con las manos para arrojarlo lejos, pero el tipo que me lo ha quitado amenaza con volverlo a poner, así que permanezco quieta.

Lentamente, voy deslizándome hacia abajo, me alejé lo más que pude de ellos. Gracias a la pequeña mesa en el medio no podía salir rápido, tenía que pasar por uno de los lados de ellos, quienes al ver mis intenciones levantaron un pie colocándolo sobre la mesa, el otro se mantuvo abajo en una especie de barrera. Salir de acá por sobre la mesa es la única opción que me queda, pero sé que en momento que les dé las espaldas me pueden agarrar, así que decido permanecer donde estoy. Mientras más rápido ellos hablen, más rápido yo me largaré.



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En el texto hay: estocolmo, ageplay, abdl y ddlg

Editado: 10.09.2024

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