Después de la charla con Jonathan, me despedí de él, y de Emilia con un beso en su frente. Debía salir a buscar unos paquetes al correo, la mayoría de las cosas eran esenciales, unos cuantos conjuntos de ropa para Emilia, accesorios de seguridad para toda la casa, para las puertas, las esquinas de las mesas. Y lo más importante, las barreras de su cuna. Yo me encargaría de instalarlas antes de la noche, para que, de esta forma, cuando se fuera a dormir ya estén funcionales. También teníamos su ropa, pero sí queríamos que todo funcionara de la forma en la que deseábamos, no le daríamos paso libre a sus cosas por ahora.
El camino de ida y vuelta fue rápido, sin el agobiante tráfico tarde solo veinte minutos.
Al llegar de nuevo a casa, me encargué de bajar cada unas de las cajas, 3 en total. Luego comencé a subirlas una por una. Después de terminar de subir las tres cajas al cuarto de Emilia, empecé a armar su cuna. Quitando la alfombra para dejar espacio libre, esparcí las barras de color blanco, observando el manual de instrucciones, comencé a unirlas en los puntos que indicaba, asegurando muy bien todas las partes, me dirigí a la cama, moviéndola de la esquina en la que se encontraba, empecé a unir las partes faltantes, luego de tener todos los mecanismos que permitían subir y bajar las barras, empecé a unirlas, percatándome de cualquier falla o trabe que tuvieran, termine de construir su cuna en una hora y tanto, Jonathan ya debió de haberla despertado.
Guardando las herramientas que utilicé, abrí la otra caja. Tomando los acolchonados protectores de cuna, comencé a colocarlos contra las barras. No queremos que Emilia, en un mal movimiento en la noche, se golpee con las duras barras.
Terminando de acomodar todo en su sitio, salí cerrando la puerta detrás de mí. Con dirección a la cochera observo como Jonathan intenta hacer que Emilia le responda. Suspirando la observo cuando habla.
— No estoy inválida, deja de tratarme así —. Responde con voz cortante. Él la observa por un segundo antes de hablar.
— Llevas todo el día reclamando que no eres una niña. Mira como te estás comportando Emilia —. La señala. Su frente está arrugada, pero la vena de su cuello no está visible. Su enojo es leve, por ahora.
Emilia lo observa desde el suelo.
A veces adaptarse a un nuevo lugar es duro, pero sé que Emilia lo logrará. Estoy seguro de eso. Confío en su fuerza y voluntad. También confió en que habrá más intentos de escape, solo tenemos que estar pendientes, se puede llegar a lastimar con uno de esos escapes, como ya le ha pasado. Al menos sus lesiones son leves, dudo mucho que las quemaduras por correr por el asfalto caliente generen ampollas, a pesar de eso, estaré atento a sus piecitos. Primer día y ya estaba semi-lesionada. Que maravilla.
[...]
— No es tan malo como parece —. Jonathan intentó convencerme, negando con la cabeza lo observé. La cama en la que había despertado ese mismo día se transformó en una con barras, lo cual me explicó la inusual altura que poseía, era una cuna.
— ¡Oh! Vamos —. Intentó animarme — Mira, es supersuave y esponjosa —. Habló mientras con su mano presionaba el colchón. Sin moverme de mi posición observé a Axel entrar. Algo le dijo a Jonathan que lo hizo asentir.
Luego Axel camino hacia una de las esquinas, quitando los peluches, observé un puf rosado salir de las profundidades. Se veía cómodo.
Axel en un movimiento ya estaba sentado en él, con los brazos cruzados cerró los ojos. Dirigiendo mi vista a Jonathan está en la misma posición que Axel, aunque él estaba recostado en la famosa cuna, que ahora tenía las barras abajo.
Podía tener los ojos cerrados, pero mis sentidos estaban alerta, pendientes de Emilia. El medicamento para dormir le haría efecto en unos minutos, mientras tanto debíamos esperar.
Al sentir mi teléfono vibrar abro los ojos, Emilia sigue en el suelo, pero ahora está cabeceando.
Levantándome del puf me dirijo a ella, levantándola del suelo, la coloco en mi cadera, ella se queja, pero no hace ningún movimiento para bajar, sus ojos se abren un poco, pero se vuelven a cerrar. No puedo esperar a verla con un chupete en su boquita. La imagen que me imagino me hace morir de amor. Emilia. Nuestra hermosa bebe.
Dejando su cabeza en una posición cómoda, Jonathan toma uno de los peluches, colocándoselo en los brazos, ella lo aprieta, arropándola con la manta más ligera suspiro. Primer día superado con éxito. Celebró en silencio la victoria. Con un beso en la frente le deseamos dulces sueños. Ambos salimos de su cuarto en silencio, cansados nos dirigimos a nuestras habitaciones. Hoy ha sido un día lleno de emociones y muchos cambios, con suerte todo irá mejorando.