Soltando un sollozo me abrazo a mí misma, alejándome cada vez que intentaban acercarse. Después de las nalgadas, Jonathan se quedó abrazándome durante un tiempo, luego me llevo a la habitación que he usado todo el tiempo que llevo aquí, me dejó en la cuna con las barras arriba, luego se fue, pero después de unos minutos regreso con Axel.
Ahora ambos estaban intentando llevarme al baño. Desesperada negué con la cabeza. Había logrado distinguir la palabra "pañal" de la boca de Jonathan.
— No quiero hacer esto —. Solloce desesperada, ambos me siguieron viendo. Mientras cada minuto pasaba, yo me iba alterando más.
Axel se acercó, e intentó hacer que fuera a él por voluntad propia, me negué alejándome aún más. Observando como sus bocas se movían comprendí que si no aceptaba de igual forma me iban a obligar. Enviando un escalofrío por mi cuerpo me abrazo más. Un nuevo sollozo salió de mi garganta.
— Por favor —. Suplique intentando tranquilizar el llanto, era imposible. Solo sentía la vibración de mi propio cuerpo.
— No...no lo volveré a hacer, lo prometo —. Ambos me observaron, aún seguían enojados, ¿Qué más quieren de mí?.
— Lo...lo...lo juro —. Ya me estaba empezando a ahogar con la flema de tanto llorar y mi trasero aún dolía, mucho. Un pequeño ataque de tos siguió antes de que lograra decir algo más. Mi vista estaba borrosa por las lágrimas, no lograba verles bien la cara. Ellos se empezaron a acercar a mí nuevamente. Desesperada volví a comunicarme.
— ¡Haré todo lo que digan!, seré buena, no volveré a escapar —. Mi voz se sentía forzada, mi garganta ya había empezado a doler, absorbiendo los mocos que querían, salí por mi nariz, tragué saliva — Pero no pañales —. Mi voz se perdió antes de terminar la frase — por favor —. Suplique con la última voz que me quedaba. Ambos voltearon su mirada.
Axel se agachó, pero no intentó acercarse a mi — Nena, ¿tanto odias los pañales? —. Lentamente, asentí — Está bien princesa, no usarás pañales por ahora, bonita —. Habló lentamente, suspirando lo observé con alivio, no podía ni siquiera imaginarme usando pañales a esta edad. — Pero gracias a lo que hiciste nos hace ver que ir lento contigo no funciona —. Tragué en seco — Así que aquí va el trato —.
Jonathan se agachó llamando mi atención — Dejarás tus berrinches y le darás una oportunidad a todo esto—.
— Una verdadera oportunidad —. Recalcó
— Mañana organizaremos todo y te haremos saber las reglas —. Axel finalizó. Ya. Necesito que esta pesadilla termine ya. Con un asentimiento de cabeza les hago saber que estoy de acuerdo. Manteniéndome pegada al lado contrario de la cuna, los observo bajar los seguros de la barra. Sin moverme espero.
— Ven para acá preciosa —. La llamo abriendo mis brazos, ella se queda del otro lado de la cuna. Observando sus ojos rojos y llenos de lágrimas vuelvo a repetir las palabras, ella esta vez comienza a arrastrarse por el colchón, con una mueca en la cara se termina de acercar a mí. Maldiciendo la observo, no ha parado de llorar en la última hora, y con las lágrimas pegadas a sus ojos le cuesta entendernos. Rápidamente, la cargo antes de que cambie de opinión. Con Axel al frente entramos al baño, su respiración comienza a ser rápida, intenta bajar, pero no la dejo. Sus ojos están cansados, y ella también. Solo necesita un empujón para lograr relajarse.
Después de unas cuantas maniobras no logramos quitarle la ropa para bañarla sin que ella se alterase aún más.
Axel empieza a quitarse la camisa y el short que tenía, entrando en la tina se queda de pie en ella.
— Pásamela —. Pide. Suspirando hago que Emilia deje de agarrarme del cuello para pasársela a Axel, este al tenerla en brazos empieza a agacharse en la tina, lentamente la ropa de Emilia comienza a mojarse.
Con un gran suspiro los observo. Hoy no ha sido un día gratificante para ninguno.
— Has sido una muy buena chica, hermosa —. Murmuro mientras aprieto la esponja sobre su cabello. Su barbilla reposa en mi hombro, lo que me indica que no me está prestando atención en lo que digo, dejando caer el agua sobre su cabello, intentó evitar que pase por su cara. Manteniéndola lo más cerca de mí, espero la llegada de Jonathan.
Manteniendo un leve balanceo, siento como lentamente su cuerpo se va relajando, aunque no tanto, su respiración aún sigue entrecortada, pero ya no está tan alterada. Elevando la mirada observo a Jonathan entrar al baño con uno de los biberones de Emilia.