En el laboratorio ambos estaban nerviosos, Axel fue quien se sentó para luego montarme a mí en sus piernas y Jonathan era el que mantenía mi brazo recto en la tabla. Sin ganas de hacer un alboroto y que me pusieran el chupete nuevamente deje que la señora me sacara sangre, viendo con el tubo de plástico se llenaba, sentí las manos de Jonathan aflojándose, después de cuatro tubos de plástico con mi nombre y una curita de Buscando a Dory en mi brazo, salimos a la búsqueda del helado. Ambos estaban muy felices por mi comportamiento, empezaron a hablar sobre el sabor de helado que querían, y yo… yo solo quería volver a casa. Después de estar tanto tiempo entre las cuatro paredes, era un poco extraño volver a la “civilización”, ya estaba harta y cansada.
Después de la muerte de mamá no había vuelto a comer helado, el helado siempre me recordaba a ella y el día del accidente.
Ese día había llegado a casa con un 20 en matemáticas. Mamá muy sorprendida, no se lo creyó, yo tampoco lo hacía a decir verdad, las matemáticas nunca habían sido lo mío. Luego de explicarle que el examen era legítimo, ella se puso muy feliz, tomando las llaves del carro nos subimos con dirección a mi tienda de helados favorita, al otro lado de la ciudad. Ese día, no comimos helado, ese día, perdí a mi mamá y mi audición.
Negándome completamente a elegir un sabor de helado, me fui a sentar a una mesa. Siempre me había gustado comer helado en cono, a pesar de ser muy mala para terminármelo antes de que se comenzara a derretir, mamá me dejaba comerlo en uno de esos, y papá, papá siempre le recriminaba, diciendo que me iba a ensuciar, y después traería a las hormigas, pero más tarde era el quién me llevaba todas las servilletas del establecimiento para que pudiera limpiar el desastre… mi vida era linda, no era perfecta, pero era mía. Mamá nunca le hizo caso, y dejaba que me comiera el helado de torta suiza con cono. La mejor combinación, sin duda.
Mis ojos se mueven por toda la tienda, varias personas están sentadas tranquilamente comiendo sus helados. Al frente de donde estoy sentada está un señor mayor, con una niña, ambos lucen muy felices, la Niña habla y habla, el señor no quita su mirada de ella, viéndola con toda la atención del mundo.
El cuerpo de Jonathan se interpone en mi vista, bajando la vista observo las manos de Axel dejar un banana split en la mesa.
— Vamos Emy, a comer —. Sorprendida, observo como me entrega una cuchara, no me han dejado comer sola desde que llegue…
Sin hacer ningún movimiento para tomar algo de helado, me quedo en mi posición, espero que se lo terminen rápido para poder irnos.
Axel de pronto voltea — Bebé, ¿quieres que te lo dé yo? —. Su pregunta no espera una respuesta. Negando con la cabeza intentó evitar que me dé del helado, pero él insiste, todo pasa muy rápido, de un movimiento subo la mano y sin tocar la suya hago que la cuchara baje. No quiero helado.
Al elevar la vista comprendo que fue un error haber hecho eso, sorprendida de que mi movimiento lanzará el pequeño trozo de helado a su camisa, me quedo quieta. Un toque en mi brazo hace que eleve la vista. — Emilia —. Jonathan habla, pero al notar los movimientos de Axel dirijo mi mirada a él.
— Déjala —. Su voz sale rápida y… cortante — Uno quiere premiar su buen comportamiento y ella actúa de esa forma —. Comenta — Estás siendo un poquito mal agradecida —. Esta vez su comentario va dirigido a mí, el sarcasmo lo puedo tocar con mis manos, el dedo que me señala baja y él se mueve en su asiento, levantándose, se aleja con dirección al baño.
Yo… no quería lanzar el helado en su camisa… lo juro. Solo… yo... solo.