Desperté sobresaltada, el corazón latiendo como un tambor en mis oídos. Me sentía extraña. Abrí los ojos y me encontré en mi habitación, la luz de la luna filtrándose por la ventana, creando sombras familiares en las paredes.
Pero algo era diferente. El perpetuo silencio en el que me encontraba sumergida se ha ido… podía escuchar, no sé qué escucho, pero puedo hacerlo. Sonidos incoherentes perturban mi audición, pero lentamente todo se vuelve un poco más claro, entendible, el tic-tac de un reloj de pared que no había visto antes, el suave susurro de la brisa al acariciar las ventanas, el lejano sonido de la noche. Se sentía extraño, irreal. La confusión me invadió.
Me incorporé en el colchón, prestando atención a cada sonido. El canto lejano de un búho, el crujido de una rama al romperse, el murmullo de voces lejanas. Era como si hubiera renacido a una nueva vida, una vida llena de sonidos. Pero algo estaba mal, muy mal.
Mi cuerpo se sentía despierto, pero mi mente permaneció atrapada en un bucle infinito.
Sacando el chupete de mi boca, lo tomo con uno de mis dedos… no lo puedo perder… si lo pierdo se enojarán. Jonathan y Axel se enojarán… enojados.
Axel... enojado... recuerdo, todo se siente raro, y liviano…
Por más esfuerzo que pongo en tratar de escuchar un poco más los sonidos de mi alrededor, mi mente se encarga de guiar mis pensamientos. Tengo que ir con Axel, y disculparme, no me he disculpado.
Moviendo un poco las barras de la cuna espero que alguien venga, pero no pasa nada, decidida a salir me levanto, mi equilibrio es pésimo, y en un movimiento raro caigo de nuevo al colchón, volviéndolo a intentar, esta vez quedo sobre mis rodillas, mis manos pasan por las columnas de madera, estirando los dedos intento llegar al seguro que las mantienen en posición, luego de apretarlo me estiro para lograr alcanzar el otro, pero no lo logro.
Esto es más complicado de lo que pensaba, pero tengo que salir… tengo…
— ¿Hermosa? —. Preguntó al oír como los pies de Emilia deambulan por el piso de madera, sé que es ella porque sus pies descalzos tienen un sonido particular, sus pisadas eran livianas y delicada, ¿Jonathan no la dejó en su cuna? ¿Qué está haciendo fuera de ella?
Quitando la laptop de mis piernas me levantó de la cama, caminando hacia la puerta me tomo mi tiempo, las pisadas ya no se escucha, lo que me hace dudar de si fue solo mi imaginación, pero una pequeña y lenta respiración está muy cerca de la puerta de mi habitación, tomando el pomo de la puerta la abro.
Mi corazón empieza a latir un poco más rápido al ver a Emilia en mi puerta, su cabello está desordenado, definitivamente estaba durmiendo, sus ojos están rojos y sus párpados se mueven muy lento, sus manos llevan una de las mantas que siempre tiene en su cuna.
— Emilia —. Mi voz sale aún más firme de lo que espero, ella eleva su vista, las facciones de su cara se contraen, sus manos aprietan más la manta a ella, moviendo su pie derecho hacia atrás, retrocede. No. No.
— Bebé —. Esta vez mi tono de voz baja, como debía sonar hace unos minutos. Ella no me puede escuchar, pero no puedo evitar llamarla. Sus ojos no me ven cuando hablo. — Emilia, bebé —. Intento llamar su atención moviendo mis manos, si no logro que me vea no va a saber qué la estoy llamando.
— Emy —. Esta vez mi voz sale como suplica, una oleada de preocupación me invade, acercándome a ella, intento tomar su mano, pero no me deja, observando sus movimientos, me doy cuenta de que está buscando algo.
— ¿Qué estás buscando hermosa? —. Sé que no me puede escuchar, pero no puedo evitar preguntarle. Sus manos sueltan la manta que llevaba al entrar, agachándome la tomo. Sus pies se mueven muy lentamente mientras camina, su vista está en algún lugar de la habitación, quedándome quieto, espero a ver que va a hacer. Ella no me presta atención y parece tan decidida a llegar a algún lugar que hace la curiosidad picar debajo de mi piel.
Acercándose a un costado de la cama, observo como sus manos se mueven al pequeño sofá en conjunto de la cama.
— Emilia ¿Qué haces? —. Ella no me ve, pero puedo verla tomar la camisa que estaba usando hoy.
El doctor nos había dicho que no era seguro que Emilia pudiera volver a escuchar y eso nos enojó mucho, pero luego la vi sentada en esa camilla y supe que no nos rendiríamos así de fácil, debimos hacerle estudios, muchos estudios para lograr saber si era apta para un implante o… que sé yo. Emilia se había portado excepcionalmente bien en todas las consultas, e incluso cuando tuvimos que ir al laboratorio a sacarle muestras de sangre no puso ninguna queja. Pero luego me llamaron de la empresa en la que soy miembro mayoritario, tengo que viajar para resolver unos problemas que aparentemente no pueden resolver los altos directivos, solo quería estar con Emy, mi Bebé aún no está el cien por ciento acostumbrada a nosotros irme iba a hacer que el progreso disminuyera al menos un poco, lo podía sentir, no me quería ir, pero debía resolver este asunto. Luego Emilia no quiso aceptar la cuchara de helado que le estaba dando, y a pesar de que Jonathan fue quien se tomó su primer castigo demasiado a pecho, ella parecía entrelazar lazos aún más rápido con el que conmigo… aunque estaba feliz por Jonathan, no podía esperar que ella se sintiera completamente a gusto conmigo.