Nuestra Emilia

Capítulo 29

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— Okey, dicen que están adentro —. Aviso leyendo el mensaje de texto que Andrew envió. Jonathan toma la mano de Emilia al bajarla del auto, con su otra mano agarra el peluche que escogí para ella al salir, luego cierra la puerta del auto y cierra los seguros. Caminando adelante de ellos busco la entrada, Andrew y Owen, son unos buenos amigos.

Entrando al establecimiento busco con la vista a Andrew o a Owen, el lugar es mucho más amplio de lo que aparenta, y a pesar de ser un día de semana, hay muchos niños, adolescentes e incluso adultos jugando en el área de trampolines y cuerdas, bonito lugar.

— Disculpe, ¿Desean registrarse? Hoy disponemos de la promoción dos por uno —. Una chica, un poco más alta que yo, habla desde el mostrador en la esquina.

— Eh... no, estamos esperando a alguien —. Jonathan le responde antes de que yo pueda hacerlo. Bajando la vista veo que ya no lleva a Emy tomada de la mano, rápidamente la busco con la mirada. No la encuentro.

— ¿Dónde está Emy —. Pregunto velozmente, ¿Dónde está Emilia? ¿Y si escapó?, debemos de cerrar todas las puertas, no dejar que nadie salga hasta encontrarla, pero, ¿y si ya salió?. Mierda, sabía que esto era una mala idea, muy mala, no tuve que insistir tanto, Emilia aún no está lista para salir a otro lugar que no sea el hospital.

— Tranquilo, fue al baño —. Suelta, relajado, demasiado para mi gusto.

Un suspiro de alivio sale de mi boca, luego enojo le sigue — ¿Cómo la pudiste dejado ir sola? —. Chillo — Estamos en un espacio abierto, se la pueden llevar o ella escapar, tal vez está perdida —. Sin darme cuenta mi voz fue elevando el tono, y la angustia aumentando, ¿Qué me estaba sucediendo?

— Axel, amigo, no te preocupes, el baño está justo detrás de ti —. Volteando rápidamente, logro visualizar una puerta, de la cual Emilia viene saliendo, suspiro, que alivio.

Sin entender el porqué de mi paranoia, y actitud de padre sobre protector dirijo vista al celular, ¿dónde están Andrew y Owen?, ¿será que nos hemos equivocado de lugar?, tal vez la dirección estaba mala. Ahora mucho más relajado intento buscarlos.

— Dijiste que estaban aquí —. Esta vez Jonathan es quien habla con desesperación, su mano está tomando la de Emilia con firmeza, pero sin ejercer mucha fuerza.

— Es lo que me dijeron —. Suelto entrando a los contactos del celular, tendré que llamarlos.

— Disculpe —. La chica nos interrumpe de nuevo, esta vez está fuera del mostrador con una tableta. — De casualidad Ustedes son los… — Silencio. — ¿Señores Jones y Anderson? —. Pregunta deslizando el dedo en la pantalla táctil.

— Si, somos nosotros —. Asintiendo a su pregunta, espero que termine de escribir lo que sea que necesite en la tabla.

— Muy bien, los señores... eh... Andrew y Owen los están esperando —. Su formalidad ya me parecía demasiado, sobre todo para el lugar donde estábamos.

— Antes de llevarlos a la sala, voy a necesitar que me indiquen... donde está Emilia —. Esta vez su vista sale de la tabla. Jonathan se mueve un poco para dejar a Emilia a la vista, sin haberme percatado, ella se había mantenido detrás de él, ocultándose.

Un poco impresionado, observo como la chica empieza a hablarle a Emy en lenguaje de señas, explicándole todo sobre los juegos, mencionó el área sensorial.

Es bueno ver que hoy en día las cosas han cambiado, y se hace conciencia de que no todos somos iguales. La forma de la chica, al tratar la sordera de Emilia, era muy respetuosa. Podía ver a mi princesa más relajada al caminar por el pasillo con dirección a la sala donde están Andrew y Owen con la pequeña Sara.

Al entrar veo a un Owen, muy despeinado, saltando en lo que parecían los mismos trampolines de afuera, pero estos estaban encerrados, dando privacidad.

( . . . )

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— Ven, ven —. Sara, muy emocionada, hace que me levante del trampolín para arrastrarme a la parte de atrás, el lugar donde estamos no es tan grande como se veía desde la entrada, pero si era profundo, bastante.

Sara es mayor que yo, por lo que puedo imaginar, a pesar de yo ser más joven, ella actúa como una verdadera niña. Cinco minutos seguidos de estar saltando me agotaron, en cambio, parecía como si Sara nunca se cansara, mientras más saltaba y corría parecía que se recargará. Tal vez yo tenía que mejorar mi aptitud física, la cual se había ido deteriorando después del accidente… ya casi un año sin mamá.

Para ser honesta la extrañaba, bastante, pero al tener su fotografía o al menos lo que quedaba de ella, me hacía sentir bien, verla, me hacía sentir bien.



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En el texto hay: estocolmo, ageplay, abdl y ddlg

Editado: 10.09.2024

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