El cuarto estaba oscuro cuando desperté, o algo así, tal vez era yo que no lograba abrir bien los ojos, tenía mucho sueño, pero la sed me ganó. Sentándome y aún con los ojos cerrados, paso la mano por todo el colchón en busca del biberón con agua que siempre dejan para mí, extrañada, paso la mano por toda la cama, esta vez no logro encontrarla. Frotándome los ojos, bostezo, no sé qué hora es. Volviéndome a acostar, intento volver a dormir, pero la sed se va incrementando cada minuto más, volviéndome a sentar, observo la cámara donde los chicos me ven, empezando a hacer ruido con mi garganta intentó que ellos vengan, los minutos pasan y ellos no aparecen, tal vez no estaba haciendo el suficiente ruido para que ellos se despertaran. Ya con los ojos acostumbrados a la oscuridad, me fijo mejor en la cámara, la pequeña luz azul que siempre tiene encendida no lo está. Por eso no han venido, tal vez la cámara se dañó, pienso. Ahora que sé que no me ven, puedo hacer muchas cosas, pero la sed y el sueño me ganan. Solo necesito un poco de agua y volver a dormir.
De alguna forma me las arreglo para salir de la cuna sin necesidad de la ayuda de Axel, o Jonathan. En la cocina sé donde están los vasos, pero lo primero que veo al llegar es uno de los vasos pequeños de entrenamiento donde siempre colocan jugo, oliéndolo verifico que esté limpio.
Sin colocarle la tapa dejó que el agua pase por mi garganta calmando la resequedad producida por dormir con la boca abierta, un gran bostezo sigue después de haber tomado todo el contenido del agua. Dispuesta a volver a subir, entrar en la cuna y hacer como si este paseo nocturno nunca hubiese sucedido, camino lentamente hacia las afueras de la cocina, pasando por la sala, me encuentro a Jonathan con el televisor encendido viendo a algún lugar de la habitación con un vaso en la mano. Licor, compruebo al ver la botella a su lado. Cuando baje no estaba en ese lugar.
— Maldición nena ¿Qué haces despierta? —. A pesar de la poca luz que el televisor brinda, logró distinguir lo que dice a la perfección. — Y fuera de tu cuna, mierda —. Su cabello estaba despeinado, y aunque con sus manos intenta acomodarlo, no lo logra. Rápidamente, toma la tapa de la botella, enroscándola, logra cerrarla, luego la oculta debajo del sofá. Su vaso lo baja al suelo al ver que me estoy acercado. Caminando lentamente quedo al frente de él. Su boca no se mueve y la mía tampoco, creando un silencio ficticio, o al menos no tanto, para mí.
Después de unos minutos sin decir nada, se levanta, cuando pienso que va a pasar a mi lado para irse, me toma de la mano, halándome hacia el sofá se sienta, quedo frente a él, pero al parecer no es lo que quiere, ya que vuelve a jalar haciendo que me siente sobre sus piernas, con el movimiento de su mano sé que quiere que suba las piernas sobre el mueble, lo hago quedando con las pantorrillas pegadas a mis muslos. Unos minutos más pasan mientras él me ve fijamente, sus ojos están rojos y su aliento huele a alcohol. Sus manos pasan por mi cintura y se detienen en mi espalda, la presión que siento en ella hace que me acerque a él, me abraza.
A pesar del olor a alcohol que desprende su aliento, el calor de sus brazos, la vibración que siento en su pecho y el sueño que he estado posponiendo hace que me relaje hasta el punto de casi quedar dormida, casi.
Soltando el abrazo, siento como empuja levemente mis hombros hacia atrás, moviéndome quedo de nuevo en la posición inicial.
— ¿Qué tengo de mal, nena? —. Pregunta de repente, su semblante está caído, sus ojos muy rojos, su aliento no me agrada en lo absoluto, pero no siento ningún miedo al estar tan cerca de él en… este estado.
— No... no entiendo —. Indico, ajustando la vista, intento percibir lo que dice.
— Llamas a Axel daddy —. Suelta. El aire en mis pulmones se va rápidamente, por un segundo olvido como volverlos a llenar. — Yo quiero ser tu daddy también —. Su reacción me hace sentirme mal, se dice que las personas beben para olvidar sus penas, tan bien por diversión, pero no creo que este sea el caso, ¿ha estado bebiendo por eso? ¿Por mi culpa?
— Yo soy tu daddy también —. Su frase queda en el aire al yo no decir nada en respuesta. Algo dentro de mí hace que me apresure a hablar, o perderé la oportunidad de enmendar mi error y tal vez después todo empeore más.
— Es que… no sé cómo llamarte —. No estaba lista cuando llame a Axel Daddy, pero a pesar de eso lo hice, y después lo ví feliz, su alegría me hizo sentir que valía la pena aquel apodo, aunque, Jonathan no estaba muy feliz al respecto, y eso era mi culpa, había pasado de estar con alguien que no me cuidaba… al menos muy bien a estar con dos personas que hacen, hasta ahora, lo imposible para verme cómoda y feliz, y yo lo despreciaba, los trataba mal. Primero, manchando la camisa de Axel y después, dejando de lado a Jonathan. No quería ser yo quien los hiciera sentir mal, pero lo había hecho, en diferentes ocasiones, era una realidad.
Mi plan nunca fue llamar a Axel 'Daddy', ¡Yo no tenía un plan!, pero fue espontáneo gracias a la situación, todo eso sucedió, ahora debía solucionarlo. No quería ver triste a Jonathan y menos por mi culpa
— No pueden ser dos 'daddy' —. Relato, esta vez su cara está mostrando una pequeña sonrisa, sus ojos rojos me ven con mucha atención, ilusión. — Si llamo a uno, ambos volverán, eso no sirve —. Hago lo posible para bajarle la seriedad a la situación, a papá nunca le gusto mi humor, incluso cuando mamá vivía. Pero a Axel y a Jonathan le agradaba, al menos eso creía por cada vez que los vea reír por algo que decía.