— No sabíamos nada —. Jonathan camina por la habitación mientras habla por teléfono, indicando su nerviosismo. — En su historial tampoco aparece —. Niega con la cabeza mientras habla. — Tuvimos que usar el de Axel —. Deteniéndose nos observa — No, a nada —. Suspiro al no saber que le está diciendo Billy. — Claro que si, no te preocupes—.
Desviando la vista observo a Emy en mi lado, mi brazo sostiene su cabeza mientras trato de hacer que tome un poco de su biberón.
— Vamos reina, solo un poco —. Suspiro al ver como vuelve a esconder su cabeza entre el peluche que Jonathan trajo y mi cuerpo. Acercando la botella tibia a su estómago intentó hacer que le preste atención y deje de esconderse. Suelto un gruñido al ver como no quiere salir de su escondite.
— No... bebita —. La botella pasa a ser de menor importancia cuando siento como su cuerpo se estremece, empiezo a frotar la palma de mi mano en su espalda cuando nuevamente empieza a llorar.
Al principio sus ataques de pánico, eran muy leves y casi nunca sucedían, por lo que creímos que era cuestión de que se acostumbrara a estar con nosotros, pasar de vivir en tu casa donde siempre te ha sentido seguro a hacerlo con extraños es complicado y tarda tiempo, aún más por la forma en la que pasaron las cosas, pero con el pasar de los días, Jonathan notó que había algo más, algo escondido que aún la seguía atormentado, tal vez era su padre el culpable, la forma en la que la había tratado los pocos momentos que observamos por nuestra propia cuenta nos había hecho enojar, ¿Cómo un padre podía simplemente fingir que su hija no exite?, luego pensamos que éramos nosotros que estábamos haciendo algo mal, pero al empezar sus clases con Susy ella volvió a la 'normalidad', al menos lo que suponíamos que era normal, por lo que dedujimos que la falta de un horario era el que culpable.
El día de la resonancia había sido un poco complicado, pero al ser un ambiente nuevo y extraño sabíamos que seguramente algo iba a ocurrir. Ahora, al encontrarle lo que había estado escondiendo, nos percatamos de algo. Lo nuevo no le daba miedo, sus recuerdos sí.
— Shh —. Intento mecerla un poco, su llanto disminuye a los pocos minutos, pero los escalofríos siguen pasando por su cuerpo. Sentándome en la cama, hago que salga de su escondite por unos segundos, momento que aprovecho para levantarla y dejarla entre mis piernas. Sin lugar donde esconderse mantiene su cabeza pegada a mi mientras Jonathan lograr darle el biberón, ya no está hablando con Billy, así que ahora toda nuestra atención la tiene nuestra bebita.
Moviéndola un poco cambio la posición en la que está su cabeza, dejándola recostarse en mi brazo, la observo más cómoda. Lentamente, va succionando el contenido de la botella, sus párpados se mueven con más calma, no ha llegado ni a la mitad del biberón cuando sus ojos se cierran por completo, cayendo dormida o al menos eso creemos. Sacándole el biberón, ambos soltamos un gran suspiró. Soy yo quien empieza a hablar.
— ¿Qué te ha dicho Billy? —. Pregunto intrigado.
— No mucho, quiere revisarla cuando llegue —. La poca información que me da me enoja un poco, pero de todas formas asiento con la cabeza. — Le ha mandado Albuterol para los ataques —. Una pequeña sonrisa rota se forma en sus labios — También le receto Montelukast por tres meses, y… —. Esta vez una verdadera sonrisa se forma en sus labios
— Hola bebita —. Emilia se había quedado quita, tanto que no me percaté cuando volvió a abrir los ojos.
[ . . . ]
— Hermosa, ¿Nos quieres contar qué sucedió con tu mamá? —. Tragando en seco intento arrástrame fue de su alcance, yo no… no.
— Princesa, a veces es importante decir lo que nos duelo. Mantenerlo tan profundamente hace que a la larga el peso sea insoportable —. Axel mantiene la mirada en mí, después de pasar un tiempo viendo a Jonathan.
— No está bien que sigas con ese dolor atrapado —. Jonathan es quien habla. — Te está haciendo daño — .
Negando con la cabeza intento hacer que entiendan que no hay nada de que hablar. No lo hay, mamá ya no está. Esa es la única verdad.
— Cuando tenía 9 años, mi papá murió — . Después de unos minutos de sin que hablaran, Jonathan menciona llamando mi atención, aunque ya me he acostumbrado a leer sus labios, agradezco que esté moviendo las manos en lenguaje de señas, ha mejorado mucho. — Tenía cáncer, y... se suponía que ya estábamos listos para 'el momento' —. Su mirada cae, lentamente la eleva de nuevo — Pero no era así — . Una sonrisa rota lo acompaña — Nunca estamos listos para que algo así — . — No logré llegar a tiempo para despedirme de él, Mamá tampoco pudo llegar porque ella estaba conmigo en mi partido de fútbol — . — Y yo — . — Siempre me culpé por eso —. Su mirada vaga por las paredes del cuarto. — Después de su muerte me convertí en el hombre de la casa, tenía que cuidar a mis hermanas y a mi mamá, me convertí en la roca de la familia — . Dejando de mover los labios, un silencio ficticio se aproxima. — Toda esa presión con el pasar de los años se fue acumulando — . — Hasta que un día me di cuenta de que mis hermanas y mi madre habían logrado superará su muerte, vivían felices con su recuerdo — . — Mientras yo no. Vivía enojado, por… todo lo que había sucedido — . — Buscar ayuda fue la mejor decisión que pude tomar. Comprendí que lo que había sucedido nunca fue por mi culpa y — . una pequeña sonrisa se formó en sus labios — en el camino hice a un increíble amigo — .