— Pero si te ves guapísima — . Insistí, tratando de que Emilia aceptara el conjunto que habíamos elegido con tanto cariño. Llevaba unos minutos refunfuñando, claramente insatisfecha.
— Noo — . Respondió con un puchero, cruzando los brazos. Suspiré, rendido. Tal vez en este momento esté siendo mucho más permisivo que de costumbre, pero si no quiere llevar esa ropa, no la llevaría.
— ¿ Entonces no te gusta ? — . Pregunté, tratando de que elaborara un poco más. Desde esta mañana estaba muy callada.
— No — . Afirmó con la cabeza. Su negativa era tan clara como tierna.
— Bueno, ¿qué quieres ponerte? — . Pregunté, resignado. El conjunto que llevaba ahora tendría que esperar otro día. — Mira — . Intenté mostrarle una falda pantalón celeste, pero la rechazó con un gesto de la cabeza. Le ofrecí otras opciones, pero ninguna parecía gustarle, esto se está volviendo en una tarea un poco más complicada de lo que planee. Emi finalmente, se levantó de un salto y fue directo a la maleta. Después de revolver entre la ropa, sacó un short con estrellitas.
— Ese short me encanta. Ahora solo falta la parte de arriba — . Dijo Axel desde el baño.
— Creo que esa camisa te quedará genial, como un vestido — . Sugerí, viendo cómo sacaba una camisa muy grande.
— Sí, no importa — . Respondió con una sonrisa, mostrándose satisfecha con su elección.
— ¡Entonces a cambiarse! Que nos vamos — . La apuro tomando la nueva ropa que planea usar, esta vez sin rechistar deja que se la ponga.
Nuestro primer día de vacaciones está apunto de empezar de verdad.
[ . . . ]
Cuando desperté, todo era nuevo y extraño. La cama era tan suave que parecía una nube. No recordaba cómo había llegado hasta aquí, ni por qué todo olía tan diferente. De repente, lo recordé: el viaje y que seguramente estábamos en la habitación de hotel del "lugar misterioso" que no me habían querido decir, como si fuera por arte de magia, las mariposas en mi estómago empezaron a revolotear al avivar la intriga de donde nos encontrábamos, tanto era la sensación que no preste mucha atención al ver a papi dormir en la cama, tampoco preste atención al ver que la habitación solo tenía esta cama y una más pequeña, y que seguramente he dormido con papis.
Cuando Dadda recibió el desayuno a la habitación supe donde me encontraba al ver la comida con forma de Mickey Mouse: estábamos en Disney. Una sonrisa tímida se dibujó en mi rostro, pero pronto fue eclipsada por una nube de tristeza. Cuando mamá vivía, mis padres habían planeado un viaje a Disney para el próximo verano, pero el accidente ocurrió y el viaje simplemente se perdió. Mamá debería estar aquí conmigo, disfrutando de este lugar mágico. Cerré los ojos y traté de imaginar su risa, lo feliz que estaría si el viaje que planificamos se hubiera completado, pero solo había silencio. Era como si alguien hubiera apagado la música más hermosa del mundo, de nuevo. Recordaba cómo me abrazaba fuerte y me susurraba al oído cuentos de hadas. Ahora, solo quedaban ecos de esas memorias, como hojas secas arrastradas por el viento.
El día pasó muy rápido, después de mi entristecida mañana, mi ánimo mejoro un poco cuando salimos del hotel, con la larga camisa que Dadda me había dejado usar, me sentía más cómoda, sin miedo de que se notara el pañal que llevaba.
En Hollywood Studios, me divertí mucho con los juegos y los personajes. Sobre todo el juego de Toy Story, - un que mis papis no me dejaron subirme a la "Rock 'n' Roll Coster" porque presuntamente era “ muy extrema para mí " logramos hacer cosas muy entretenidas, caminamos hasta el mundo de Star Wars. ¡ Incluso conocí a Chewbacca ! Él era muy alto, y aunque me apiadaba de la persona que estaba debajo del traje por el calor que estaba haciendo, parecía que a este no le importaba, haciendo a la perfección todo su acto, parecía un perro gigantesco. Pero a veces, cuando veía a las familias felices reunidas, sentía un vacío en mi corazón y eso que todo dentro de este lugar estaba lleno de eso… familias felices, como solía ser la mía. Extrañaba las tardes en casa, leyendo cuentos con mamá o jugando en el parque. Me preguntaba si alguna vez volvería a sentir la calidez que sus abrazos me brindaban.
Cuando fuimos a ver la Bella y la Bestia, me entristecí aún más. Antes de perder la audición, amaba la música. Recuerdo que mamá y yo cantábamos mientras me enseñaba a reconocer los diferentes instrumentos que sonaban. Ahora, solo podía sentir las vibraciones a través del suelo, pero no en este caso, con los zapatos puestos, era imposible seguir el ritmo de la música, era algo muy frustrante.
Era como si una parte de mí estuviera dormida, esperando a despertar. Cerré los ojos, tratando de imaginar las melodías, pero era como si faltara una parte de mí.
— ¿ Qué sucede ? — Papi preguntó moviendo sus manos, después de llamar mi atención para que abriera los ojos. Aún no tenía idea de como se enteraba de que algo me sucedía, según yo no había hecho ningún movimiento que delatara mis recuerdos. Yo solo estaba sentada viendo el escenario.