Nuestra Hermosa Melodía

Cap. 1 DYLAN

~1 de febrero del 2018~

Un nuevo día, un nuevo comienzo. Han pasado cuatro años desde mi intercambio. Mi madre se enteró del bullying que sufría por la pérdida de mi padre y al instante decidió cambiarme de instituto. Aún me sorprende que por aquellos hechos le hacían la vida imposible a un pobre chico de 12 años. En fin, había sido hora de darle un cambio a mi mundo.

Pero esta historia comienza cuando empecé a cursar el último año de mi secundaria.

Miré el cielo a través de mi ventana y pude ver los últimos instantes de un hermoso amanecer, destellando colores amarillos y naranjas en el horizonte.

[…]

—Apúrate hijo, cuidado llegas tarde.

—Tranquila mamá, voy bien con el tiempo —le di un ultimo sorbo a mi café y alcé mi mochila—. Hasta luego mamá —besé su mejilla.

—Suerte hijo, ¡éxito!

Sonreí y salí de mi hogar. El día de hoy lucía fantástico, podía apreciar el sol en el horizonte, destellando colores naranjas y amarillos desde el este, lo cual es raro a estas horas. Me coloqué los cascos y las canciones de Imagine Dragons comenzaron a invadir mi mente.

A los minutos, el transporte público hizo su aparición, mi transporte al instituto.

—Hola Dylan —saludó Zack.

—¿Qué tal?

—Todo bien, aunque la esencia de las vacaciones sigue en mi cuerpo. No soporto el sueño y ya comienzo a extrañar los días que me levantaba a las 12:00 —masculló y soltó un largo bostezo.

—Algo me dice que hoy pasarás toda la mañana como un zombi —golpeé su hombro.

—Ni lo dudes hombre —estiró sus brazos—. Ya quiero ver a los demás, dos meses parece mucho sin verlos.

—Sí, más que todo porque fuiste de vacaciones a Europa sin avisar —rodeé los ojos.

—Oh vamos, no seas cruel conmigo, los eché de menos.

—Dile eso a Gwen, sólo pasaba diciendo lo mucho que le hacías falta.

—¿En serio? —preguntó con sorpresa.

—Un poco, ella te extraña y ¿cuándo no? Si eres apegado a ella, rompecorazones. La amas y la dejas sola por dos meses.

—¡No digas eso de mí! Mi familia quiso que fuéramos todos.

—Excusas.

El viaje había sido demasiado corto, ya habíamos llegado al instituto con una plática a medio terminar. Cuando entramos, Zack comenzó a buscar a nuestro grupo de amigos como un perro fiel en busca de su dueño.

—No los veo.

—Tranquilo, deben de estar en la sala de medios. No olvides que siempre dan un discurso aburrido para comenzar el año. —Le di una palmada en la espalda y nos dirigimos a la sala de medios. Una vez dentro, buscamos a nuestros amigos, pero sólo miraba rostros desconocidos.

—Creo que ya los encontré —se separó de mí.

Arqueé una ceja confundido y me detuve a seguir buscando; Zack se había equivocado. Sin duda esto es lo que odio del primer día de clases, me desespero buscando a mis amigos y, ya perdí a Zack, genial.

Avancé unos pasos con la mirada en los asientos y no me percaté de que había empujado a una chica.

—¡Auh! —exclamó al tocar el suelo.

—¡Lo siento! No fue mi intención —extendí mi mano.

Se acarició un poco la cabeza y me lanzó una mirada llena de enojo que se ablandó al tener contacto con mis ojos.

—En serio lo siento, no quise empujarte —sonreí.

Sus ojos brillaron pero dudaron un poco en estrechar mi mano para que la levantase; luego de unos segundos, aceptó. La levanté de un tirón, provocando que quedáramos a escasos centímetros. No sé que me pasó en esos instantes, quedé quieto, al igual que ella. Me detuve a observar sus lindos ojos cafés, hasta que cortó el silencio.

—No te disculpes, es mi culpa por caminar sin mirar al frente —sonrió—. Si me disculpas, debo irme —hizo un gesto de despedida y se fue.

Me sentí atraído a mirarla mientras se iba, giré en su dirección y vi como salía del salón; no sin antes dedicarme una linda mirada.

No sé quién es, pero era hermosa: su cabello corto, sus lindos ojos, sus mejillas pecosas y sus voluminosos labios que formaban la mejor sonrisa que había visto en mi vida.

—¡Dylan! —escuché a Marcus.

Salí de mi trance y miré en dirección del llamado, vino junto a los demás.

—Hola Marcus, Gwen, Caro, ¿cómo han estado? —sonreí.

—¡Dylaan! —gritó Gwen y me abrazó con fuerza.

—Hola Dy —sonrió Caro.

—Pues bien, todo bien hermano —dijo Marcus y me saludó con un apretón de manos.

—Oigan... y ¿Zack?

—No lo hemos visto.

—Y los estuvo buscando, ahí viene.

—Los encontraste antes.

—Hola Zack —dijimos todos.




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