Nuestra Hermosa Melodía

Cap. 16

«Me está besando.» Pensé, mi cuerpo no respondía. Seguía congelado mientras sus labios seguían acariciando los míos.

Hasta que por fin, mi consciencia reaccionó.

«Esto no está bien», separé a Jen de mis labios, pero sin ninguna pizca de brusquedad.

—Jennifer. Valoro tu cariño, pero mi corazón ya le pertenece a alguien. Lo lamento, no quiero herir tus sentimientos, pero tampoco quiero serle infiel a la mujer que amo.

Sus ojos me miraban con perplejidad, luego esbozó una sonrisa complaciente.

—Dylan, lo entiendo. También valoro tu cariño, seguiré siendo tu amiga. Me alegra que seas fiel a ella, nunca cambies —me abrazó y se fue con el atardecer.

Espero que ella encuentre a alguien como yo, ella es una mujer con buenas intenciones, sería triste que le hicieran daño, como a Emma. Luego de admirar por última vez el cielo, volví a la casa de mi tía. Cenamos en familia y regresamos a nuestro hogar. Mamá se estiró y tomó asiento en el sillón grande.

—Hogar, dulce hogar. Increíblemente, estoy cansada, hijo.

—¿La edad ya surte efecto?

—Creo que sí —bostezó.

—Ve a dormir, mamá. Yo cerraré con seguro las puertas de la casa.

—Está bien. Buenas noches, cariño —me abrazó y subió las escaleras.

Una vez, cerrado todo. Me dejé caer en la comodidad de mi cama y le dejé un mensaje de buenas noches a Emma. Mañana aprovecharía para decirle lo que pasó hoy, no fue algo que deseé pero; quiero que lo sepa. No quiero ocultárselo, no es correcto hacerlo.

[…]

Me levanté alarmado tras escuchar las vibraciones que provocaba mi celular en la mesa pequeña que tenía al lado de mi cama. Agarré el celular y en un estado de somnolencia lo desbloqueé y miré el nombre de Emma en la notificación junto al mensaje: Dylan, qué significa esto?

Completamente extrañado, abrí el mensaje y se trataba de una foto que me heló la sangre por completo. Alguien tomó una foto cuando Jen me besó, desprevenido.  Abrí el mensaje y llamé a Emma.

—D-Dylan, por favor dime que es un foto montaje… —su voz se escuchó entrecortada. La foto fue enviada hace unas horas; debió pasar desde las 6:00, llorando o incluso mucho antes pero, hasta ese momento tuvo el coraje de mandarlo.

—Emma, déjame explicártelo. Ella es una amiga de la infancia y me besó, cuando reaccioné del shock, la separé de mí.

—¿C-Cómo… sé que no mientes? Allen también intentó engañarme.

—Emma, amor. No me compares con Allen, yo no soy capaz de herirte; lo sabes. Todo es un mal entendido, créeme.

No podía creer lo que sucedía, alguien tomó foto de la escena y se la envió a Emma. No puedo dejar que destruya nuestro vínculo, no puedo darme ese lujo.

—Esa imagen dice lo contrario Dylan, yo… confié en ti y ¿Así me tratas? Creí que eras diferente, ¡creí que me amabas! —colgó.

Soy consciente de que esto fue obra de Allen, pero sus palabras todavía duelen. Me sorprende, cómo es capaz de hacerla sufrir con tal de separarnos, es un maldito infeliz.

Me preparé lo más rápido que pude y salí corriendo en busca de Allen, sin saber donde podría buscarlo.

 

Emma

Me sentía fatal, mi almohada estaba húmeda por mis lágrimas y mis ojos ardían. No sé cuantas horas llevo internada en la comodidad y consuelo de mi cama. Lo único que sentía, era un fuerte dolor en el pecho y la decepción que me había provocado Dylan.

—Creí que podía confiar en ti, creí que contigo podía ser yo misma, sin esconder nada, creí que me amabas—mascullé y abracé la almohada completamente desconsolada, necesitaba soltar todo lo que tenía.

Mientras mi cerebro intentaba procesar todo lo que había pasado. La imagen de Dylan, besando a una chica de espaldas seguía dentro de mis pensamientos. Pero hay algo que no encaja en todo esto.

¿Quién tomó la foto? La información vino de un correo anónimo, mi primer sospechoso de todo esto es Allen, pero; eso no quita la realidad del contenido de la imagen. Necesito hablar con alguien, Evelyn.

—Evelyn…

—¡Emma! ¿Qué tienes?

—D-Dylan… besó a otra chica.

—Voy para allá, no dilato —colgó.

Dejé el celular encima de mi mesita y salí por mi ventana. Para ver la belleza del cielo; sentada sobre el techo.

Luego de unos 20 minutos, Evelyn estaba tocando la puerta de mi cuarto. Abrí la puerta y al verme, su mirada se compadeció.

«Debo verme desastrosa», pensé. —No me veas así, odio verme débil —sonreí.

No dijo nada, solo me miró enojada y me abrazó al instante. Por fin sentí la calidez de un abrazo.

—Dime, ¿Cómo pasó? —nos sentamos en mi cama.




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