Nuestra Hermosa Melodía

Cap. 17

Dylan

Busqué en las paradas, bares, callejones, hasta fui a un puto prostíbulo en busca de ese malnacido. Pero no lo encontré en ningún lado.

—No quiero perderla, no quiero… —mi voz comenzó a entrecortarse y caí sentado a la orilla de un roble, en el parque. Ya no podía más, sentía coraje, impotencia y un profundo dolor, sus palabras todavía se repiten como un eco dentro de mi cabeza.

“Yo… confié en ti y ¿Así me tratas? Creí que eras diferente, ¡creí que me amabas!”

—Maldita sea… —abracé mis piernas y escondí mis lagrimas entre estos.

«Pasaron segundos, minutos, tal vez horas, no lo sé. Me sentio solo.» La soledad, aquél sentimiento al que le tengo un profundo temor, me estaba abrazando en esos instantes.

—Dylan… —al instante. Recibí un cálido abrazo y una dulce fragancia invadió mi olfato, la fragancia favorita de Gwen.

—¿G-Gwen?

Alcé la mirada y me encontré con el cabello rojizo de mi querida amiga, junto a Zack.

—¿Qué te pasó, hermano? —se arrodilló.

—Es… una larga historia.

—Tenemos tiempo —respondió Gwen y comenzó a acariciar mi cabeza como si fuera un niño, era reconfortante pero incómodo. Odio verme desamparado.

Me incorporé y comencé a narrar los hechos.

—Cuando era niño, hice una amiga. Su nombre es Jennifer; jugábamos juntos siempre. Pero; al final del día debía volver a mi casa con mi madre. Luego ocurrió la muerte de mi padre, no podíamos seguir visitando con frecuencia a mi tía y dejamos de tener contacto. Ayer, fui de visita a la casa de mis primos y, volvimos a vernos, fue lindo ver a una vieja amiga… sabía que ella me amaba, pero nunca pensé que ese sentimiento seguiría firme hasta ayer. Me tomó por sorpresa con esa confesión a través de un beso. Yo no sabía como responder, estaba congelado mientras ella seguía besándome. Cuando logré recapacitar, la separé lentamente y le expliqué con cuidado que no correspondía esas emociones y  también de mi relación con Emma. Ella lo entendió y quedamos bien, pensaba decírselo hoy a Emma… pero alguien se adelantó y no fue sutil con ella —gruñí—. Hoy me mandó una foto de ese hecho pero ella lo vio mal, pareciera que yo la besaba a ella pero en realidad estaba estático. Intenté convencerla pero fue terca, además de que sentía la ira y la decepción en su voz. Desde ese momento, estoy buscando a un imbécil llamado Allen, estoy seguro que él es el causante de todo esto. Pero no lo encuentro —suspiré.

Los miré a ambos, Gwen mostraba una mirada compasiva, pero; Zack miraba el suelo con el ceño fruncido y a la vez estaba nervioso.

—Ese maldito infeliz… —susurró.

—¿Zack?

Parecía ignorarme, pero al final exhaló de golpe y me miró con tristeza.

—Debo decirte algo Dylan… conozco a Allen. Él me obligó a contarle sobre ustedes, se dio cuenta de que la conocía y me interrogó a la fuerza para que le dijera todo. Hasta tal punto que le hablé sobre ti, me obligó a contarle todo… de tu relación con ella y qué eran. Lo siento, Dylan.

—¡Infeliz! ¿¡Tienes idea del daño que le ha hecho a Emma?! —lo agarré del cuello de la camisa y lo empujé contra el roble—. ¡Por culpa de él! ¡Por culpa de él, Emma me odia! —le grité impotente. Pero su mirada sólo expresaba tristeza.

—¡Dylan, déjalo! —suplicó Gwen. 

—Lo siento, Dylan. Me amenazó para que lo hiciera, si no lo hacía… —miró a Gwen—iba a lastimar a Gwen.

Ese maldito infeliz, le jode la vida a todo el mundo con tal de obtener lo que ansía. Que ser más miserable y codicioso.

Lo solté lentamente y Gwen abrazó a Zack con cariño, comprendo su situación, lo hizo con tal de proteger a la mujer que ama, yo habría hecho lo mismo si no tuviera otra opción.

—En serio, Dylan. Lamento todo esto, pero; te devolveré el favor. Sé donde puede estar.

—¿Dónde?

—Hay un lugar donde se organizan batallas ilegales, es su sitio favorito. Especialmente porque gana dinero al pelear, si vas a ir, ten cuidado. Todo aquel que ha luchado contra él, siempre sale inconsciente y contigo… no tendría ni una pizca de piedad.

—Dame la dirección.

—Las peleas se organizan en el edificio abandonado, está a 4 cuadras al este.

Asentí y salí corriendo hacia aquel sitio. Cuando logré llegar, entré y subí a la última planta. Comencé a escuchar muchos gritos en el lugar y exactamente, se estaba llevando a cabo una pelea ilegal.

Me puse la capucha y comencé a buscar entre toda esta gente a Allen.

—Ahí estás, infeliz.

Estaba un poco alejado, viendo la batalla con una sonrisa cínica.




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