Nuestra Hermosa Melodía

Cap. 18

—D-Dylan —susurró.

Yo no fui capaz de articular palabra alguna, verla en ese estado me causaba un nudo en la garganta. Simplemente, me acerqué lentamente a ella y acaricié su suave mejilla pecosa.

Se tensó ante mi tacto, pero a los segundos se relajó y cerró sus ojos para apreciar mis caricias. Luego de unos segundos, abrió sus ojos llenos de cansancio y cerró la puerta. Me miró detalladamente y se fijó en mi labio inferior.

—Tu labio… —acarició mi labio inferior con su dedo pulgar mientras el resto de su mano acariciaba mi barba que apenas volvía a crecer.

A pesar de la situación, primero se preocupa por mí. Es un amor, a pesar de que me odia, o al menos eso me hace creer.

—Luego te lo cuento…

Bajó la mirada y se abrazó a si misma.

—¿Por qué vienes? —preguntó en un hilo de voz.

—Vengo por ti.

Ante mi respuesta, negó lentamente con una pequeña sonrisa.

—Vienes a decirme que estoy mal y que es un malentendido.

—… también, pero lo hago por ti. No quiero perderte, en serio, te amo.

Cerró sus ojos y suspiró lentamente.

—Soy toda oídos —sonrió y agarró mi mano para guiarme hasta su cama. Se sentó e hizo ademán para que imitara su acción.

Una vez me senté, decidí empezar.

—Verás, ayer. Luego de nuestra llamada, tuve un momento en familia y decidí salir afuera para admirar el atardecer, y apareció Jennifer. Ella es una amiga de la infancia y tenía años de no verla, platicamos amistosamente, hasta que comenzó a mostrar pistas de que buscaba algo más de mí. Cuando lo supe, ya me estaba besando, fue tanto el shock que no supe como reaccionar, hasta que lo hice. Le dije con delicadeza que no puedo corresponder sus sentimientos, más que todo porque estoy enamorado de otra mujer, y esa mujer; eres tú.

Sus mejillas se sonrojaron tras esas últimas palabras y no pude evitar, sonreír.

—Pensaba contarte esto hoy, pero Allen se adelantó al enviarte esa imagen con un doble sentido. Tuvimos esa pequeña discusión y luego fui a buscar como un loco a Allen. Lo busqué en bares, callejones, hasta fui a un prostíbulo en busca del imbécil —ella rió ante lo último—. Al final, me rendí y fui al parque, me senté al lado de un roble y… lloré, me sentí impotente al saber de que podría perderte sino conseguía una prueba de todo esto…

Se acercó a mí y me abrazó lentamente, con calidez, con amor.

—¿Conseguiste una prueba, Holmes? —sonrió.

—Sí —reí—. Luego de estar mucho tiempo en ese lugar, aparecieron Gwen y Zack. Ya sabes como es Gwen, intentó consolarme y me preguntó la razón por la que estaba así, les conté nuestra situación y Zack actuó extraño… resulta que Allen lo usó para saber todo de nosotros, lo amenazó con el fin de conseguir información sobre nosotros. Si no lo hacía, iba a lastimar a Gwen. Al final… lo perdoné, si hubiera estado en su lugar, hubiera hecho lo mismo. Me brindó información de donde podría estar, lo encontré en un edificio abandonado en el cual se organizan batallas ilegales y tuve que luchar con él para poder conseguir su celular.

—¡Dylan! ¡Prometiste que no lo harías!

—Lo sé… pero si no seguía su juego, no tendría esto —le mostré el celular—. Me rompió el labio y seguramente debo tener un hematoma enorme en el abdomen. Pero si comparamos con lo que le hice yo… no es nada.

Sin decir nada, me empujó y me acostó en la cama, se sentó sobre mí y quitó mi camiseta, permitiéndose ver mi abdomen herido, miró con un deje de dolor mi herida y corrió a por el botiquín. Para ella, siempre soy su prioridad ante todo lo demás. Regresó con las pomadas y comenzó a colocarlas sobre mi abdomen con suaves caricias, miraba con cariño cada parte de mi cuerpo, actúa como si nunca hubiera pasado lo de hoy, actúa como si solo existiera yo.

Sonreí conmovido ante su cálida mirada y cuando acabó, le mostré el email y la conversación que tuvo con Jennifer.

—La usó para su plan…

—Sí, pero eso fue sólo una excusa para besarme, desde que éramos niños estaba enamorada de mí.

—No la culpo, tienes unos hermosos ojos que enamoran a cualquiera, si fuera hombre me haría homosexual por ti. Debo cuidarte mejor.

Reí ante su comentario y cuando volví a verla, me miraba con una hermosa sonrisa en sus labios.

 

Emma

Al final, Evelyn tuvo razón. Desde que vi su labio partido, supe que había ido tras Allen, esa fue una prueba suficiente para mí, intentó contarme todo, pero ya estaba convencida. Dejé que hablara para que se sintiera mejor y curé sus heridas.

Logré hacerle sonreír en más de una ocasión, borrando cada pisca de culpa en él. Ahora, estaba acostado en mi cama y lo miraba sonriente.




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