Nuestra Hermosa Melodía

Cap. 19

Dylan

Hoy, tenemos nuestro primer acto musical como banda. Tocaremos la canción favorita de mi padre, In The End. A pesar de la versión original, la nuestra será un poco suave, casi acústica. Debido a la voz de Emma, no era buena idea tocarla acorde a la original.

—Buenos días hijo. ¿A qué hora será tu acto musical? —bostezó.

—Será a las 17:00.

—Estaré ahí, disculpa si no me levanté temprano para desayunar contigo. Tengo mi día libre y no me despertó la alarma —sonrió.

—No te preocupes, ma. Prefiero que descanses —besé su mejilla—. Nos vemos en el lugar.

Me siento nervioso, primera vez que formo parte de una banda y también es mi primer acto fuera de un asunto del instituto. Mi primer acto en una banda, nunca pensé que tendría la oportunidad de elaborar un “cover” para un acto público.

—Oye, ¿estás nervioso? —preguntó Marcus.

—Un poco, primera vez que hago algo así —le di un mordisco a mi sándwich.

—¡Tú puedes! Será grandioso verte tocar en la tarde —sonrió Gwen.

—Gracias.

El resto de la mañana estuvo calmo. Se corrió el rumor de nuestro pequeño acto como banda durante el show de talentos, muchos me preguntaron que tocaríamos, preferí dejarlo en anonimato.

El reloj marcaba las 14:00 y escuchaba pequeñas discusiones provenientes del salón de música.

—¿Cómo es posible? Debiste cuidarte —Matt le reclamaba a alguien.

—Oye, oye, oye. No es necesario echarle la culpa, con hacerlo no ganamos nada. Debemos esperar a Dylan —comentó Emma.

Llegué a la puerta y entré sin pensarlo dos veces.

—¿Por qué discuten?

—Jade está afónica, no puede cantar —suspiró Emma, rendida.

—¿Ahora qué haremos? Estamos a tres horas del evento y no tenemos a nadie que cante las estrofas de Shinoda.

Matt estaba un poco desesperado, mientras Jade; ella se sentía apenada tras “arruinar” el evento, si es que podría usarse esa palabra. Creo que tendré que salvar esto.

—Yo puedo cantar esas estrofas.

—¿Qué? —preguntaron los demás, excepto Emma; ella sonrió.

—Jade no es la única que esconde un talento —sonreí derrotado.

—¿Y la batería? —preguntó el profesor.

—No hay problema, sólo denme un micrófono con su pedestal y me las arreglaré. Deberíamos practicar, ahora que debo cantar esas estrofas; necesito recordar cada verso.

Me senté en la silla de la batería y saqué mis baquetas.

~15:30~

—Chicos, tengo una idea. Lo nuestro es un pequeño cover, mezclando rock con acústico. La batería tiene mayor acción solamente en el coro, osea cuando yo no canto. Pienso que sería buena idea que en el último pre-coro. Que al inicio solamente se escuche la voz de Emma y el piano, así hasta el final de la canción, dando un final nostálgico.

—¿Desde cuándo piensas como un productor de música experto? Es buena idea —comentó Matt.

—Pienso lo mismo —comentaron Jade y Emma.

—Decidido —aplaudió el profesor—. Practiquemos dos veces más, con la nueva idea de Dylan.

Asentimos y practicamos dos veces más.

[…]

—Tuviste buenas ideas. Me alegra saber, que cantaré contigo.

—También a mí, por primera vez; cantaremos juntos. Nunca pensé que se daría la situación.

Reposó su cuerpo sobre el mío y soltó un ligero suspiro. Abracé su cintura y corté la poca distancia que había entre ambos. Estaba nervioso, los segundos pasaban y nuestro momento se acercaba cada vez más.

«Espero no…»

—No temas Dylan —cortó mis pensamientos.

«¿Cómo lo sabía? ¿Fui tan obvio?» pensé mientras miraba perplejo a Emma.

—No temas, sé que estás preocupado y nervioso por el acto. Veo el estrés en tus ojos y tus manos están frías —acarició las palmas de mis manos—. Cantaremos juntos, así que; mírame a mí cuando cantemos. Tal y como me miras justo ahora —sonrió.

Imité su gesto y la abracé con fuerza, recibiéndola en mis brazos con un beso lento.

—Sólo tú sabes como mejorar mi estado de ánimo, ¿eh?

—¿Qué esperabas? Tu sonrisitas hace milagros en ti —bromeó.

—No lo niego.

—Chicos, ya nos toca —avisó Matt.

Me levanté en un brinco y mi corazón volvió a latir como locomotora. Pero sólo duró unos segundos, tras sentir la calidez de su mano, mi pulso se calmó.

—Tranquilo, allá arriba, sólo seremos la música, tú y yo —sonrió—. Vamos.

Me guió hasta la tarima sin soltar mi mano, hasta que nos separamos para prepararnos. La batería del instituto estaba frente a mí, junto a mis baquetas. Preparé la altura del banquillo y respiré lentamente. Miré al frente y tenía a Emma de espaldas, su suéter holgado cubría todo su torso y sus brazos, sus jeans ajustados con sus botas negras y su infaltable sombrero negro. Su figura me transmitió paz. Volteó a verme y me guiñó el ojo mientras sonreía.




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