Cuartas de finales, hoy es el gran día. Es tanta la emoción que no he soltado mis baquetas, lo considero un pequeño ritual de buena suerte. Una costumbre que tengo antes de tocar en público.
—¡Dylan!, ya está el almuerzo cariño. No pierdas el tiempo, en unas horas es el evento.
—¡Ya voy mamá!
Terminé de vestirme y me di un último vistazo en el espejo: Cabello bien arreglado, camisa de botones bien arreglada, pantalones limpios, todo listo. Mamá me recibió con el almuerzo listo y una sonrisa de aprobación.
—Te deseo suerte, hijo.
—Gracias mamá.
—Tu tío irá a verte. Dice que será como ver a tu padre cuando éramos jóvenes —sonrió, nostálgica.
—No lo dudo. Recuerdo cuando me contabas a detalle cuando era un niño. Papá se portaba avergonzado y modesto mientras tú lo alababas como si fuera el mejor músico —reí.
—Para mí, lo fue. No pierdas tiempo, tienes que estar ahí en unos minutos. Debes preparar tu batería y practicar una última vez —me dio una ligera palmada y recogimos los platos.
—No debo preocuparme por la batería ma. Se tocará con una batería nueva.
—Oh, no lo sabía. ¡Pero igual no debes perder tiempo!
—Ok, ok. No te preocupes —reí.
Me despedí de mi madre y me dirigí al instituto. Encontrándome con Allen en el camino.
—Maldito infeliz —gruñó.
—¿Ahora estás enojado? El que pidió la pelea fuiste tú, no yo —levanté los hombros, restándole importancia.
—Pasé tres meses con el braso enyesado. Soy muy vengativo, Dylan. La tendrás cuando menos te la esperes —sus labios trazarón una sonrisa cínica y siguió su camino.
Volví a mi camino, ahora con una preocupación más.
[…]
—Vale, muchachos. Está todo listo. Sólo queda esperar su turno —suspiró el profesor, con sus nervios a flote. Me sorprende que esté así cuando seremos nosotros los que subirán allá arriba a tocar.
Solté mis baquetas y fui a ver a las demás bandas. Ahora, estaba cantando un dúo: una chica y un chico. Él tocaba la guitarra y cantaba a la par de su acompañante en perfecta armonía, esto será difícil.
—¿Nervioso? —preguntó Marcus.
—Un poco, hermano. Tienen talento.
—Tampoco olvides que también tienes talento. Ten fé en ti mismo y todo saldrá bien. Si me disculpas, dejé a Evelyn sola —dio una palmada en mi espalda y desapareció de mi rango de visión.
Al parecer, el rumor de que este evento dejó de ser una batalla de bandas, era cierto. Ahora es un evento de competición musical, donde cualquier tipo de acto musical cuenta. Cambio que me agrada.
—Dylan, seguimos luego de ellos. Ve y prepárate —comentó Matt y se fue en un parpadeo.
Suspiré profundamente y me dirigí a la parte trasera del escenario campal. Los demás esperaban con ansias el momento, la que más destacó para mí, fue Emma. Sus ojos brillaban mientras mordía su labio inferior, consumida por los nervios. Me acerqué a ella y sujeté su mano.
—Tus nervios se pueden ver a miles de kilómetros —bromeé.
—¡No me digas eso! Tengo miedo, Dylan. ¿Y si no sale bien?
Nunca creí que la vería en este estado de miedo. La chica carismática y de buen carácter, había desaparecido y ahora estaba una chica llena de temores.
—Emma —sujeté sus mejillas en mis manos y toda su atención cayó sobre mí—. No tengas miedo, amor. Yo estaré allá arriba contigo, te guiaré a través de mi “beat”. No olvides que allá arriba, sólo seremos la música y nosotros dos. Lo demás no importará, ¿entendido?
Asintió levemente y besé sus labios. Me abrazó al instante y colocó sus manos alrededor de mi cuello.
—Te amo demasiado —susurró contra mis labios—. Sólo tú logras calmar todos mis nervios —sonrió y volvió a besarme.
Esos pequeños gestos me vuelven loco, deseo estrecharla en mis brazos y acariciar cada parte de su cuerpo. Pero no es el momento, el lugar, ni el tiempo. Todavía somos jóvenes y no estamos para tener nuestra primera vez. Y todavía debo soportar este deseo, malditas hormonas.
—Buen interprete de la canción A thousand years. A continuación, tocará la banda organizada por este instituto. Con la canción Welcome to the black parade.
—Chicos, ya es hora —dijo Jade y subimos al escenario.
—Ya era hora de un poco de rock para alegrar el ambiente. Con ustedes: HalfMoon.
—¿Quién decidió ese nombre? —susurré confundido.
—No tenemos ni idea —respondieron.
Pero que buen nombre, nótese mi sarcasmo.
Lo primero que pasó por mi mente fue la frase de Deadpool: ¡¿Pero qué mierda?! ¡Es el mejor nombre de la vida!