Nuestra Hermosa Melodía

Cap. 26

Dylan

~20 de Noviembre del 2026~

Han pasado 7 años desde la última vez que la vi, éramos jóvenes, nos amábamos hasta tal punto de ser capaces de hacer lo imposible para estar juntos, pero todo sueño, por más hermoso que sea; tiene un triste final. Y es cuando te toca despertar.

Su hermosa sonrisa sigue dentro de mi mente y no piensa salir de su refugio. Por desgracia para ambos, tuvo que volver a España, pero; tengo la esperanza de que volverá para quedarse conmigo.

A pesar de que la vida me ha quitado lo que más amaba, sigo adelante con mi vida. Soy uno de los arquitectos con mayor renombre en el país, el gobierno me pide que cree y diseñe edificios públicos. Vivo sólo, además de la compañía de mi mascota: Akira. Una husky siberiana de espíritu alegre.

—Un día más, Akira.

Subió a mi cama y me lamió todo el rostro. Gruñí ante su gesto inesperado y me preparé para ir al trabajo. Al llegar, el primero en saludarme fue Marcus, mi amigo de la secundaria y actualmente es mi compañero de trabajo privado, además de compañeros; soy prácticamente su jefe, pero eso no ha provocado discusiones o algún odio entre ambos. Marcus consiguió volverse un profesional ingeniero civil.

—¿Qué tal, hermano? Tenemos mucho que hacer —me dio un apretón de manos.

—Así es siempre, hermano.

—Oye, dicen que este edificio que estamos construyendo es pedido por un embajador europeo que desea establecer un hospital público y privado. Hoy llegará a averiguar cómo va el trabajo y vendrá con un grupo de médicos que estarán a cargo del lugar. Posiblemente habrá reunión y tendremos que ir.

—Vaya, eso sí, que es algo novedoso.

—Dylan, Marcus. Vengan por favor —. Habló el ministro, él me contrató para la elaboración de este edificio.

Asentimos y caminamos con el ministro.

—Cómo sabrán, hoy vendrá el embajador que pidió la creación de este edificio, se organizó una reunión a las 16:00. ¿Podrán llegar? Sólo ustedes pueden enseñarle con todo detalle los planos del edificio.

—Entendido, no se preocupe. ¿Dónde será?

—Será en mi edificio empresarial, ahí los espero.

Nos despedimos y volvimos al trabajo...

[...]

Estaba listo para la reunión. Vestía mi suéter gris oscuro favorito, unos pantalones un poco estrechos de un color rojo vino, mis zapatillas favoritas y mi bufanda gris. Hacía frío gracias a la temporada de otoño.

Le dejé a Akira su tazón lleno de comida para perro junto a su agua. Posiblemente, llegaré de noche y no quiero que mi niña sufra de hambre en mi ausencia.

Subí a mi vehículo Chevrolet Camaro y me dirigí al lugar de la cita.

—Hola Marcus. Traes tu vestuario de galán, ¿Piensas enamorar a una europea esta noche?

—Hombre, sabes que no soy soltero desde hace bastante. Amo y soy fiel a Caroline —chocamos puños.

—Aún me cuesta creer que te deje llamarle así.

—Tengo mis encantos —guiñó el ojo.

Subimos al último piso del edificio, donde se llevaría a cabo la reunión privada. No pude evitar, mirar a través de las ventanas del elevador la belleza del paisaje, un hermoso paisaje otoñal.

Las puertas del elevador se abrieron y la música instrumental invadió mis oídos, el ministro tiene buenos gustos. Las personas que habitaban el salón eran sus familiares y su personal. Pero aun no llegaba el embajador junto a su compañía, estoy nervioso. Espero dar una buena impresión y que esté feliz con mi trabajo, el edificio no era el típico edificio rectangular. El mío es original, moderno y de vista agradable.

Nos dirigimos al salón principal y en el centro, estaba la maqueta enorme con el prototipo de mi creación en marcha. Suspiré en un intento por relajar mis nervios y tomé una pequeña copa de vino.

—¿Nervioso? —preguntó Marcus.

—Un poco, ya quiero que lleguen...

Cómo si el universo escuchara mis súplicas, escuché al ministro saludar al señor, Woods.

Era un señor que aparentaba tener 45 años, de cabello castaño con un detalle gris por culpa de las canas que le daba la vejez. Aparentaba ser un señor simpático.

—Oh, ¿ustedes son los encargados de mi edificio? ¡Un gusto! Me llamo Reginald Woods, pueden llamarme Reggie —sonrió.

—Un gusto, Reggie. Me llamo Dylan, espero le guste mi diseño, trabajé mucho en ello.

—Un gusto, señor. Me llamo Marcus. Un placer formar parte de su proyecto.

—Excelente. Maggie, Emma, vengan. Quiero que conozcan a los creadores del edificio que quedará bajo vuestras manos —rio.

«¿Emma?», pensé atónito.

Mi corazón se detuvo al mirar la entrada del salón y aquella hermosa mujer que había conocido en mi niñez, se encontraba ahí.

Se miraba radiante, tenía puesto un hermoso vestido gris que resaltaba su cintura delgada, junto a unas sandalias y su típico sombrero. Su cabello corto seguía igual, como si los años no hubieran pasado.




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