Nuestra historia

1. Primer día de clases

—¡Mel! — Escucho la voz de mi amigo. —Venga Mel arriba... Llego la hora hoy empezamos nuestro último año. —Escucho que dice y sé que no es mi amigo solo es una grabación que me puso como alarma.

—En ocasiones molestas demasiado. — Susurro apenas abriendo primeramente mis ojos.

—Si, si ya se que soy molesto, pero arriba no te quedes ahí acostada pensándolo toda una hora mirando un punto fijo. —Me dice.

—Ah. —Me quejo y hago el esfuerzo de levantar mis 206 huesos de la cama hoy jueves. Llego al teléfono y apago la alarma y lo invito a videollamada.

—Buenos días, taka taka. — Me dice efusivamente y lo veo sonreír.

Y me fijo en la hora. —Eh, ¿Por qué nos levantaste a las 4:00 de la mañana? — Le respondo un poco consternada. —Jade. — Lo llamo y me mira inocentemente.

—Lo hice porque... sabes no he planchado mi uniforme y bueno sé que tú tampoco así que si empecemos que tenemos que prepararnos para nuestro último y mejor año al fin saldremos de esto. —Dice y de todos sus poros desprende emoción.

—Claro terminamos para empezar una nueva etapa la universidad, aquella en donde no tendremos vida propia y haremos muchos proyectos, exámenes, practicas, teorías....

—Si, si cállate. Disfrutemos simplemente. Ahora vayamos a planchar. — Me dice.

Posiciono la cámara en mi escritorio en donde mi mejor amigo me puede ver y busco en mi armario el uniforme y me da nostalgia verlo. —Esto de verdad que necesita una buena planchada por lo menos lo mande a lavar hace una semana. —Digo desde mi posición.

—¿Y porque no lo mandaste a planchar por ahí mismo? —Dice en forma de reproche.

—Porque tendría que pagar más. —Digo obvia.

—Melissa tienes el dinero suficiente para pagar eso. —Me responde y sé que me está mirando a través de la pantalla.

—Aja, y tú también tienes; incluso más. ¿Por qué no mandaste el uniforme a planchar? —Le cuestiono, volteándome y lo miro.

—Porque... es mejor disfrutar de este momento a las cuatro de la mañana planchar tu uniforme junto a tu mejor amiga para después igual llegar tarde a nuestro primer año. —Me dice con una sonrisa inocente.

—Claro, casual. Pasa todos los días. —Le digo irónicamente.

—Ya venga. Eh, ¿Sabes cómo planchar? —Me dice.

—Pues debe ser supuestamente fácil. —Le respondo.

—Bueno quédate aquí iré a la maravillosa aventura de encontrar la plancha. — Dice y lo veo desaparecer del marco de la cámara.

Yo me aventuro a lo mismo y cinco minutos después la encuentro en la parte alta de mi closet.

—¿Qué haces ahí arriba como un mono? —Escucho que me pregunta Jade.

—Pues buscando la plancha, bobo. ¿Y tú que es lo que haces? — Le pregunto.

—No encuentro la plancha. —Me respondo.

—Ahí parado tampoco creo que la encuentres mucho. — Le digo.

Lo escucho bufar y creo que se fue a seguir buscando. Alcanzo la plancha y me bajo del closet. Tiendo la camisa en la cama y pongo la plancha a que se caliente un poco.

—Esto no puede ser tan difícil, ¿cierto? —Me susurro para darme ánimos.

—¡Ya! —Escucho que grita Jade. —Vale ahora sí. — Y lo veo aparecer en el marco de la cámara.

—Vale ya estaba calentando la plancha. —Le respondo.

—Bueno tenemos tiempo todavía son las 4:30 de la mañana. —Me responde.

Lo veo tender al igual que yo la camisa y su pantalón y conecta la plancha. —¿Y cómo te das cuenta de que esta caliente? —Pregunta.

—Así. —Y coloco mi mano delante de la plancha, pero sin tocarla y ya la siento caliente. Asique la agarro y comienzo de una forma muy extraña a tratar de que la camisa quede formal o decente por lo menos.

—Auch. —Escucho que dice Jade.

—¿Qué pasa? — Le pregunto sin mirarlo.

—Me queme. —Lo escucho decir.

—Te dije que lo sintieras no que lo tocaras. —Le reprocho.

—No me dijiste. —Me reprocha.

Lo volteo a ver y le miro con la ceja alzada. —Ok, si talvez no te preste atención. —Me responde.

—Bobo.

—Cállate taka taka. —Me dice.

Miro la plancha detrás de él. —Sera mejor que empieces a planchar si no quieres quemar tu casa a estas horas de la mañana no estoy interesada en explicarles a los bomberos que hacemos planchando en la madrugada. — Le digo y me volteo a volver a planchar.

—Eh, estamos siendo jóvenes responsables. —Me responde.

—Si hubiésemos sido responsables los hubiéramos llevados a planchar hace unas semanas. —Le digo.

—Le quitas la diversión a todo Mel. —Dice.

—Aja, ya vega termina de planchar. —Le digo y me volteo para verlo empezar a planchar.

( * * * )

Llevamos media hora tratando de terminar de planchar. Jade se quedo trabado con la camisa.

—Porque se supone que esto es tan difícil. Malditos quiebres de la falda. —Me quejo.

—Llevo tratando de planchar una estúpida camisa, esto es... ah que hermosa manera de empezar el año escolar. —Dice tratando de calmarse.

—Todo es tu culpa, Jade. —Le digo para molestarlo un poco.

—Aja, ya cállate. —Dice molesto.

—Uy, alguien ya se molestó. —Le sigo.

—A ver hablemos de algo más. ¿Cuáles son tus metas este año escolar querida Melissa? —Me pregunta.

—Querido Jade las únicas metas es sobrevivir a este año para empezar una nueva etapa lejos de esto. —Le respondo. —¿Y usted mi querido amigo? —Le pregunto.

—Hm, pasar bien el año. Lo suficiente para que mis padres dejen de joder. —Dice. —Sea como sea este año cumplimos 18. —Dice y me volteo para encararlo y lo encuentro sonriendo perversamente.

—Solo cumplimos 18 ya nada del otro mundo. —Le respondo.

—Ah, querida Melissa no te enteras o que. Finalmente seremos legales ósea legales. Estas boba o que. Tanto tiempo esperando esto y estas así. Hoy empieza la cuenta regresiva, faltan 6 meses para ser legales oficialmente para poder probar marihuana y darnos cuenta de que la odiamos. —Me rio antes sus ocurrencias. —Bueno para mi, a ti te faltaran unos cuantos mas. —Vuelve a decir y lo veo sonreír. —¿Crees que te pueda adoptar?




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