Nuestra Historia

CAPITULO 3: LA VISITA A MI NOVIA

"Al llegar a casa de mi novia, sentí que algo andaba mal. Su mirada no era la de siempre; había una molestia que se notaba en la forma en que movía las manos y me miraba de reojo. 'Estás molesta', le dije. Ella no respondió, pero su silencio lo decía todo.

> "Por qué no me habías visitado?", me reclamó. "Hoy cumplimos quince días de relación y solo me prestaste atención la primera semana. Estos últimos siete días ni siquiera supe de ti."

> La acusación me cayó como un balde de agua fría. Le expliqué que había estado ocupado, que mi mamá le estaba haciendo la mudanza a su amigo, pero ella no lo entendía. Sus palabras eran un muro que no podía derribar.

> La visita se convirtió en una discusión sin sentido. Intenté arreglar las cosas, pero ella no quiso. La frustración me invadió. Regresé a casa con el peso de esa pelea, un sabor amargo en la boca. En solo quince días, nuestra relación ya tenía sus primeras grietas." La tarde que siempre había sido mi escape, ahora se sentía distinta. Me puse los guayos, pero la frustración todavía me quemaba por dentro. Llegué a la cancha, y mis amigos ya estaban calentando.

​El partido no fue lo mismo. Mi mente, en lugar de estar en el balón, estaba en la cara molesta de mi novia. Fallé cinco goles. Goles que normalmente habría metido sin pensar. Mi puntería se había esfumado. Por primera vez, el juego que tanto amaba se sintió como una carga. Perdimos el partido, y el sabor de las cinco gaseosas que tuvimos que pagar se sintió más amargo que nunca."




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