Nuestra Historia

CAPITULO 40:Diciembre de 2021: El Sello del Destino

El 19 de diciembre de 2021, la vida nos dio una tregua, la bendición que tanto habíamos peleado por conseguir. Con la mirada de tus padres dándonos la aprobación final, valió más que cualquier banquete. La casita, ahora totalmente nuestra, se sentía como un premio, un refugio que habíamos construido con nuestra perseverancia. Vender mi moto fue un sacrificio, pero la seguridad de ese techo era la única herencia que podíamos darnos.

​La vida de casados empezó entre ladrillos.

​Mi día comenzaba a la una de la mañana. Me levantaba en la oscuridad helada, cuando todo el mundo dormía. El barro, húmedo y frío, era mi primer contacto con el día. El trabajo de alfarero era una bestia que domar. Moldear, apilar, hornear... el proceso era extenuante. El olor a arcilla quemada y el vapor del horno se convirtieron en el perfume de mi vida. Lograr sacar 400 o 500 ladrillos diarios era una proeza física; mi meta de 2000 a 2300 a la semana me obligaba a un ritmo inhumano, solo dejando el sábado libre para recuperar el aliento. El sol de la mañana se convertía en un martillo implacable sobre mi espalda. Llegaba a casa con los hombros caídos y las manos agrietadas, sintiendo que cada vena latía por el esfuerzo.

​Pero tú estabas allí. Eras mi apoyo silencioso. Sabías que no tenía energías para quejas, así que tu ayuda era pura acción. Ver cómo me esperabas en el patio, ayudándome a recoger los ladrillos, a cubrirlos del sol para que no se agrietaran, me hacía sentir que no estaba solo. Éramos un equipo de dos contra el mundo.

​El peso del barro y la pobreza

​La dificultad era real, palpable. Con 180 o 200 mil pesos semanales, vivíamos al límite. Una noche, mientras hacíamos cuentas en la mesa de la cocina, te dije, con la voz baja por la vergüenza: "Sullys, mira, solo queda esto. ¿Crees que nos alcanzará para el mercado?"

​Me miraste sin un gramo de reproche, solo con una tristeza madura que me partió el alma. "Kevin, por favor, no te preocupes. Con lo que tenemos, siempre encontraremos la forma. Gracias a Dios, nunca nos acostamos con el estómago vacío." Esa frase era nuestra pequeña victoria diaria, nuestro lema de supervivencia. Pero esa vida sin crecimiento, esa rutina de barro que me estaba consumiendo la vida, se convirtió en una prisión.

​El barro había endurecido mis manos, pero también mi voluntad. Una mañana, después de levantarme a la una, me senté en la banca y vi el cielo aún oscuro. Entendí que mi sacrificio no te daría el futuro que te prometí.

​"No puedo seguir así, Sullys," te dije esa tarde, mis hombros caídos del cansancio. "Este trabajo me está matando por dentro. Hago mi mayor esfuerzo, pero el dinero no da. No hay futuro aquí."

​Me miraste con miedo. Sabías a dónde iba mi pensamiento. "Pero, Kevin, ¿qué vas a hacer? ¿A dónde irás?"

​"Voy a prestar servicio militar," declaré, sintiendo un nudo en el estómago, una mezcla de terror y esperanza. "Es un proceso duro, lo sé, pero es la única salida que veo para darte una estabilidad. El barro me ha forjado el carácter, y ahora estoy listo para un nuevo camino."

​El proceso fue una tortura. Pruebas físicas que exigían mi cuerpo hasta el límite, exámenes mentales que me obligaban a usar un cerebro agotado por el sol y la arcilla. Pero mi mente ya no era la de un alfarero cansado; era la de alguien que estaba luchando por su única certeza en la vida: la promesa que te hice. Estaba dispuesto a cambiar el calor del horno por el uniforme, la pala por el fusil, por una esperanza de crecimiento.



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En el texto hay: romance accion aventura

Editado: 10.10.2025

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